miércoles, 2 de agosto de 2017

El gobierno mediante la virtud en el confucianismo

Por: Carmelo Morales Marcos, profesor y doctorando de la Universidad Complutense de Madrid.
Correo electrónico: karmelo7777@hotmail.com 

El mapa indica la antigua civilización china, desde la dinastía Shang hasta los Han. Anterior a la dinastía Shang están la dinastía Xia de la cual no documentación arqueológica, como en los Shang, pero sí escrita. Los Zhou derrotaron al último gobernante de los Shang (por cierto llamado Zhou)por Mandato del Cielo. El Mandato del Cielo daba legitimidad para gobernar, siempre y cuando el gobernante siguiera el Camino de la virtud.
Kong Qiu o Confucio nació en el Estado de Lu, en la actual provincia de Shandong, en el invierno del año 552 a. C. Él se llamaba Ch´iu y su familia se llamaba K´ung, por eso su nombre entero era K´ung Chíu. Su primera biografía la escribió el historiador Ssu-ma Ch´ien. Pero entre este y Confucio ya hay un intervalo de cuatro siglos. Las fuentes de las que disponía Ssu-ma Ch´ien son parecidas a las de ahora. Una de estas fuentes son las Analectas, que se trata de conversaciones del maestro con sus discípulos. Pero esta fuente no da ningún detalle sobre la fecha del nacimiento de Confucio. Para paliar esta carencia tenemos la crónica analística del estado de Lu, es decir el Clásico o Ch´un- Chíu.
La fecha de la muerte del maestro. Ningún estudioso duda que fue el verano del año 479 a. C, pues el Ch´un -Chiu especifica claramente la fecha de la muerte, pero en ningún caso este Clásico especifica la fecha de nacimiento de ningún funcionario. De ahí la mayor dificultad para averiguar el nacimiento de Confucio. Pero vivió al menos 70 años, porque así viene documentado en las Analectas. «A los quince años mi vida emprendió la Vía del estudio; a los treinta estaba firmemente establecido en esta Vía; a los cuarenta no tenía dudas; a los cincuenta conocí la voluntad del Cielo; a los sesenta mis oídos eran obedientes; y a los setenta pude seguir los anhelos de mi corazón sin transgredir los límites del comportamiento correcto y adecuado». Está estimado que Confucio vivió unos setenta y tres o setenta y cuatro años, fechando así su nacimiento en el 551 a.C. Confucio nació y vivió en el periodo de primavera y otoño de la dinastía Zhou. Según los Registros Históricos Confucio nació de una relación impropia de su padre Shu Ho Tsou con una muchacha de la familia Yen. Su padre fue un valiente militar que cumplió misiones bastante peligrosas. Parece claro que Confucio no era fruto de la primera esposa de su padre, sino de una segunda o concubina. Es muy posible que la relación del padre de Confucio con su madre no fuera legal. Dice la tradición que Confucio se quedó huérfano de padre y madre siendo aún joven. Al quedar huérfano bastante joven no tenía nadie a quien acudir y por lo tanto su juventud no tuvo que ver nada con la vida fácil. Existen fuentes que aseguran que descendía de una familia noble, pero en esto no están todos los eruditos de acuerdo, porque no hay que olvidar que la posición de gran militar a la que llegó su padre no fue heredada.
Confucio no tenía ningún interés en triunfar como guerrero. De niño él ya se divertía mucho realizando el ritual para ofrecérselo a los dioses. Aunque su padre era un guerrero él con quince años ya estaba enamorado del estudio, y a los cincuenta años comprendió que este amor por el estudio era un deber impuesto por el Cielo. Llegó a ser un gran erudito que nunca aprendió de ningún maestro, sino, de los textos de la antigüedad que él veneraba. Amó tanto el estudio, que, a pesar de su gran fama de hombre humilde, llegó a declarar que, «Incluso en una aldea de diez casas, siempre habrá alguien cuya lealtad y formalidad se igualen a la mía, pero no habrá quien me iguale en mi amor al saber, en mi amor al estudio». El estudio que Confucio veneraba era el estudio del pasado, y este lo estudiaba en los Clásicos de las Odas y los Documentos. Se emocionaba con la belleza de su cultura.  Parece ser que Confucio llegó a ocupar algún puesto de funcionario en alguna corte principesca, pero se vio obligado a dimitir. Ostentó cargos solamente unos pocos años; el primer puesto importante que se le asignó fue el de magistrado del distrito de Zhongdu, ya contaba con casi cincuenta años. Debido al éxito que obtuvo en su administración fue ascendido a Ministro de Construcción y a Presidente del Tribunal, incluso se cree que pudo llegar a ser primer ministro. Viendo que no podía llevar sus doctrinas a la práctica dimitió. Una vez que dimitió abandonó Lu (497.a.C) y comenzó a viajar de una corte a otra para que escucharan sus consejos de cómo gobernar mediante la virtud. Pero nadie le escuchó y después de trece años con algunos discípulos, enfrentándose al fracaso y a la desesperación, tuvo que regresar a Lu, donde pasó el resto de su vida. Son estos años de vagabundo y de corte en corte intentando que se gobernará por la virtud los que a continuación explicaré.
Para Confucio un gobierno era bueno por la fuerza de las virtudes morales y no por la fuerza de las leyes. Esto es lo que intentaba inculcar a los gobernantes. Con sus discípulos su principal objetivo era enseñar un conocimiento básico para que actuaran como un ser humano ideal y como el gobernante era el mayor ejemplo para el pueblo, si el gobernante alcanzaba la virtud, todo el pueblo se convertirá al bien. También valdría para lo contrario, es decir, si el gobernante era corrupto todo el pueblo delinquía. Esto era el pensamiento político principal del Maestro. Su doctrina política no fue escuchada ni puesta en práctica por ningún mandatario, pero lo que no consiguió en vida, si lo consiguió después de su muerte. Tres siglos y medio después de su muerte el Imperio Han adoptó como doctrina oficial sus enseñanzas.
Paso a continuación a enseñar algo más de la doctrina política de Confucio, pero a través del estudio de los textos confucianos:
Empezamos con La gran enseñanza o ciencia, este clásico confuciano y entre otras muchas referencias al arte de gobernar dice lo siguiente:
«Los antiguos para gobernar sus reinos, primero ponían en orden su propia casa. Para poner en orden su casa, antes se perfeccionaban ellos mismos. Para perfeccionarse ellos mismos, en primer lugar, rectificaban su corazón. Para conseguir esto hacían previamente sinceros sus pensamientos y para hacer sinceros sus pensamientos alcanzaban antes el máximo conocimiento. El máximo conocimiento reside en la investigación de las cosas.»
Luego, esta idea para recalcarla aún más se repite, pero al revés:
«Investigando las cosas se alcanza el máximo conocimiento y esto se consigue haciendo sinceros los pensamientos. Para que los pensamientos sean sinceros se necesita rectificar el corazón y entonces se perfecciona uno mismo. Una vez perfeccionado uno mismo, se puede poner en orden la casa y una vez esto está conseguido ya se está preparado para gobernar el reino.»
Todo esto se puede resumir en que para gobernar un reino uno tiene que empezar perfeccionándose así mismo. Esto es lo que quería transmitir Confucio.
Sigue diciendo al respecto en la Gran Ciencia:
«Desde la persona más noble a la más humilde, todos tienen el deber de mejorar y corregir su propio ser.»
Es decir, no es una opción, sino una obligación y no es cuestión solo para los gobernantes, sino para todos. Más adelante dice lo siguiente:
«¿No sería más eficaz lograr que fueran innecesarios los juicios?[1] Resultaría más provechoso dirigir nuestros esfuerzos a la eliminación de las inclinaciones perversas de las personas.»
Esta filosofía política es clave en Confucio porque para el Maestro lo esencial para un buen gobierno es la educación y no los castigos, el ejemplo modélico haría innecesarios los juicios según esta filosofía. Y siguen los ejemplos en este texto:
«Yao y Shun gobernaron con amor y el pueblo los imitó»
«Jie y Zhou gobernaron con violencia y el pueblo también los imitó».[2]
«Un buen ministro es aquel que ve un hombre virtuoso y capacitado y lo eleva. Un mal ministro siente envidia de estos hombres y no lo asciende y cuando está rodeado de hombres perversos no los expulsa»[3].
El ejemplo se Yao y Shun, dos emperadores virtuosos según los Clásicos sirvieron para que el pueblo se convirtiera y persiguiera la virtud. Por el contrario, el ejemplo de los otros dos emperadores fue suficiente para que el pueblo se degradara. El ministro virtuoso se rodea de personas virtuosas, sin embargo, el ministro corrupto tiende a rodearse de perversos. Para acabar con este texto y pasar a otros textos confucianos también dice lo siguiente:
«Si el príncipe utiliza las rentas públicas para aumentar su riqueza personal, el pueblo lo imitará y dará rienda suelta a sus más perversas inclinaciones; si, por el contrario, el príncipe utiliza las rentas públicas para el bien del pueblo, éste se mantendrá en orden.»[4]
El mayor problema del mundo, el egoísmo, también es el mayor enemigo de un buen gobierno. Un gobernante que solo piensa en aumentar su riqueza dará lugar, por efecto de mímesis, a que el pueblo no desee pagar impuestos. Un gobernante que solo mira por su pueblo, este lo notará y lo tomará como modelo y lo imitará. Esto era hace 2500 años y se podría aplicar hoy día perfectamente.
A continuación, pondremos ejemplos del gobierno mediante la virtud de otro texto: El Justo Medio.
En este texto también hay innumerables ejemplos de política confuciana. En el texto se dice:
«Mucho más excelente es la virtud del que permanece fiel a la práctica del bien, aunque el país se haya carente de leyes y sufra una deficiente administración”[5].
«Cuando el reino es administrado con justicia, basta su palabra para que le sea conferido lo que merece; cuando el reino es mal gobernado y haya disturbios, basta su silencio para salvarse»[6]
«La pompa y la ostentación sirven de muy poco para la conversión de los pueblos».

Es un ministro de excelente virtud aquel que a pesar de encontrase en un gobierno degradado y corrupto sigue siendo honrado y honesto. Este ministro solo tiene dos opciones, pasar inadvertido o dimitir hasta que el gobierno sea honesto. Cuando esto suceda el ya no pasará inadvertido y obtendrá todo lo que merece. Termina el texto haciendo alusión al absurdo despilfarro de algunos gobiernos. Y terminamos con ejemplos del último texto: las Analectas.

«Quien pretenda someter a los hombres por la fuerza de las armas no alcanzará la sumisión de sus corazones; por esto, la violencia nunca es suficiente para dominar a los hombres. Quien conquista a los hombres por la virtud, consigue que todos se sometan a él sin reservas y con corazón alegre.»[7]
Una vez más Confucio, ahora en otro texto, pretende decirnos que es la educación y la fuerza en las virtudes morales la que convierte a las personas y que los castigos y la violencia harán que estas obren bien por temor, pero no por vergüenza, y es la vergüenza la que produce en cambio radical en el ser humano. Más ejemplos en su texto más famoso, Las Analectas, sería el siguiente que hace referencia a los atributos y virtudes que debe tener un gobernante virtuoso:
«Para gobernar un estado de mil carros hay que tener respeto por sus asuntos, tener confianza, ser económico en el gasto, amar a los hombres y no hacer levas más que en los tiempos apropiados.»[8].
«Si para gobernar al pueblo se usa el poder, la ley y los castigos, el pueblo se comportará bien por miedo, pero no se avergonzará de su mala conducta».
«Si para gobernar al pueblo se utiliza la virtud y los ritos, este tendrá una conducta correcta y además será honesto.»[9].
Conclusión
Esto es la filosofía de Confucio en cuanto a la política. Sí el pueblo no se comporta bien por miedo, este no se convertirá al bien puesto que no se avergüenza de lo que ha hecho. Por lo tanto, no sirve de nada gobernar por medio de los castigos. Cuando para gobernar al pueblo se utiliza la educación y la virtud, este sí se avergonzará de sus actos y tendrá una conducta correcta y voluntaria. De esto se trata el gobierno mediante la virtud.
Bibliografía

-          Cheng, A. Historia del pensamiento chino, Bellaterra, Navas de Tolosa, 2012.
-          Elorduy, C. Romancero Chino, Editora Nacional, Madrid 1984.
-          Kant, I. Crítica de la razón práctica, F.C.E, México, 2005.
-          Kaizuka, S. Vida y pensamiento de Confucio, J de Olañeta , Palma de Mallorca 2004.
-          Pérez Arroyo, J. Confucio: Los cuatro libros, Espasa libros, Barcelona 2014.
-          Wilhelm, R, I Ching, Libro de las Mutaciones, Edhasa, Barcelona, 1977.
-          Xinzhong, Y, El Confucianismo, Cambridge University Press, Madrid, 2001.




[1] Arroyo Pérez, Javier. La Gran Ciencia. Cap.IV
[2]  Ibid, cap IX
[3]  Ibid, cap. X
[4] Ibid
[5] Arroyo Pérez; Javier. El Justo Medio
[6] Ibid
[7] Arroyo Pérez, Las Analectas
[8] Ibid cap. I, 5
[9] Ibid, cap.II, 3

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