martes, 30 de septiembre de 2014

EDITORIAL

“De dioses y hombres” es un blog de investigación sobre Ciencias de las Religiones y Mitologías coordinado y dirigido por José Marco Segura Jaubert y Carmelo Morales Marcos.

El blog cuenta con la ayuda y colaboración de grandes expertos en las distintas religiones y materias. Profesores de universidad, doctores, doctorandos, estudiantes de Máster y toda una serie de expertos, pondrán sus conocimientos al servicio del blog, bien como colaboradores o, bien como entrevistados.

Nuestro objetivo es ofrecer un producto cultural de calidad que abarque el campo de las religiones y que  a su vez se ocupe de otros campos del saber como pueden ser la mitología, filosofía, historia, etc., Para conseguir esa calidad se trabajará con rigor científico que garantice un producto serio donde el lector pueda tener la seguridad de adentrarse en un terreno firme y fiel a la verdad.

Nuestro fin último es expandir conocimiento con el objetivo de desarrollar más la cultura en las personas, para que así consigan ser un poco más libres.


El número de este mes constará de tres artículos que trataran sobre Mahoma, Confucio y Orfeo.
CONFUCIO

Por: Carmelo Morales Marcos, doctorando de la Universidad Complutense de Madrid

Correo electrónico: karmelo7777@hotmail.com

Estatua de Confucio del Templo Confuciano de Shanghai

Para acercarse a la doctrina de Confucio es menester que en primer lugar se conozcan unas características básicas en lo referente a su persona, es decir, presentar los  rasgos más importantes y que mejor definen a este sabio.
Confucio nació en el Estado de Lu, en la provincia de Shantung, en el invierno del año 552 a. C. Él se llamaba Ch´iu y su familia se llamaba K´ung, por eso su nombre entero era K´ung Chíu. Su apodo era Chung-ni porque Chung significa el segundo de los hijos.
Su primera biografía la escribió el historiador Ssu-ma Ch´ien. Pero entre este y Confucio ya hay un intervalo de cuatro siglos. Las fuentes de las que disponía Ssu-ma Ch´ien son parecidas a las de ahora. Una de estas fuentes son las Analectas, que se trata de conversaciones del maestro con sus discípulos. Obra de la que se hablará en próximos artículos para conocer a fondo la doctrina del sabio de Lu.
Pero esta fuente no da ningún detalle sobre la fecha del nacimiento de Confucio. Para paliar esta carencia tenemos la crónica analística del estado de Lu, es decir el Clásico o Ch´un- Chíu, también conocido como Los Anales de Primavera y Otoño.
Menos dudas presenta la fecha de la muerte del maestro. Ningún estudioso duda que fue el verano del año 479 a. C, pues el Ch´un -Chiu especifica claramente la fecha de la muerte, pero en ningún caso este Clásico especifica  la fecha de nacimiento de ningún funcionario. De ahí la mayor dificultad para averiguar el nacimiento de Confucio. Pero vivió al menos 70 años, porque así viene documentado en las Analectas. << A los quince años mi voluntad se aplicaba al estudio; a los treinta estaba firme; a los cuarenta no tenía dudas; a los cincuenta conocí el Mandato del Cielo; a los sesenta podía escuchar la verdades sin dificultad; a los setenta pude seguir lo que mi corazón deseara sin hacer el mal>>[1]. Está estimado que Confucio vivió unos setenta y tres o setenta y cuatro años,  fechando así su nacimiento en el 552 a.C. o en el 551 a.C.
Confucio nació y vivió en el periodo de Primavera y Otoño de la dinastía Zhou. Según los Registros Históricos Confucio nació de una relación impropia de su padre Shu Ho Tsou con una muchacha de la familia Yen. Su padre fue un valiente militar que cumplió misiones bastante peligrosas. Parece claro que Confucio no era fruto de la primera esposa de su padre, sino de una segunda o concubina. Es muy posible que la relación del padre de Confucio con su madre no fuera legal.[2]
Dice la tradición que Confucio se quedó huérfano de padre y madre siendo aún joven. Al quedar huérfano bastante joven no tenía nadie a quien acudir y por lo tanto su juventud no tuvo que ver nada con la vida fácil, es muy posible que  sufriera brotes importantes de pobreza.  Existen fuentes que aseguran que descendía de una familia noble, pero en esto no están todos los eruditos de acuerdo, porque no hay que olvidar que la posición de gran militar a la que llegó su padre se la ganó a pulso y no la heredó.
Según los Registros Históricos Confucio media dos metros y ochenta centímetros, aunque las medidas de longitud de la época eran más cortas que las de ahora. Aun así,  Confucio era considerado, no solo más alto que la media, sino alto entre los altos. Si a esto le añadimos que los hombres de la aldea de Confucio eran considerados ya más altos de lo normal, no es extraño pensar que Confucio rondara los dos metros de altura. Si esto fuera   fruto de su herencia paterna se explicaría el éxito de su padre como un gran guerrero.
Lo que era claro es que Confucio no tenía ningún interés de triunfar como guerrero. De niño él ya se divertía mucho realizando el ritual para ofrecérselo a los dioses. Aunque su padre era un guerrero él con quince años ya estaba enamorado del estudio, y a los cincuenta años comprendió que este amor por el estudio era un deber impuesto por el Cielo. Llegó a ser un gran erudito que nunca aprendió de ningún maestro, sino de los textos de la antigüedad que él veneraba. Amó tanto el estudio, que a pesar de su gran fama de hombre humilde, llegó a declarar que, << En una aldea de diez casas, seguro que se encontraría a alguien tan leal y sincero como yo, pero no habría ninguno a quien le gustara el estudio tanto como a mí>>.[3]
El estudio que Confucio veneraba era el estudio del pasado, y este lo estudiaba en los Clásicos de las Odas y los Documentos. Se emocionaba con la belleza de su cultura.
Parece ser que Confucio llegó a ocupar algún puesto de funcionario en alguna corte principesca, pero se vio obligado a dimitir. Ostentó cargos solamente unos pocos años: el primer puesto importante que se le asignó fue el de magistrado del distrito de Zhongdu, ya contaba con casi cincuenta años. Debido al éxito que obtuvo en su administración fue ascendido a ministro de Construcción y a Presidente del Tribunal, incluso se cree que pudo llegar a ser primer ministro. Viendo que no podía llevar sus doctrinas a la práctica dimitió. Una vez que dimitió abandonó Lu (497.a.C) y comenzó a viajar de una corte a otra para que escucharan sus consejos de cómo gobernar mediante la virtud. Pero nadie le escuchó y después de trece años con algunos discípulos, enfrentándose al fracaso y a la desesperación, tuvo que regresar a Lu, donde pasó el resto de su vida.[4]
Este largo período que estuvo de vagabundo con sus discípulos por tierras extrañas fue un período de duras pruebas, pasó por las mayores crisis de toda su vida. Además del hambre, pues estuvieron sin comer toda una semana entera,  fue atacado en un lugar llamado K´uang por los vecinos del lugar y casi perdió la vida. Después de esto Confucio declaró a sus discípulos << Si el Cielo quiere que la cultura del rey Wen se transmita, qué pueden hacer contra mí los hombres de K´uang>>.[5] Él tenía la seguridad de que el Cielo no le iba a permitir morir sin antes haber transmitido esa cultura, cosa que sucedería años después a través de sus discípulos. Más tarde en un lugar llamado Sung volvió a ser atacado por un general  llamado Huan Ti (otras fuentes hablan de que era un magistrado enemigo de Confucio) poniendo de nuevo su vida en peligro. Pero él pensaba que los Clásicos del rey Wen le habían sido transmitidos y hasta que él no los transmitiera no podía abandonar este mundo, y así fue. En este último ataque del general Huan Ti, Confucio dijo << El Cielo produjo en mí la virtud ¿qué mal me podría hacer Huan Ti?>>.[6]
Parece que fue en estos trece años de vagabundeo cuando murió su discípulo preferido, Yen Hui, aquél que en la más extrema pobreza no disminuía su felicidad, aquél que no repetía nunca una falta, aquél que cuando murió, el maestro lloró estrepitosamente, hasta el punto que uno de sus discípulos le llamó la atención por lo mucho que lloraba, y él le contestó << ¿Si no lloro así por este hombre, por quien voy a hacerlo? >>.[7] Ni siquiera Confucio pensaba que estaba a su nivel y declaró que no había conocido jamás a nadie con tanto amor al saber.
El paso del maestro de una corte a otra no sirvió para nada, no le hicieron caso alguno. Para él lo que hacía que un gobierno fuera bueno era la fuerza de las virtudes morales y no la fuerza de las leyes. Esto era principalmente lo que intentaba inculcar a los gobiernos. A pesar de este fracaso Confucio nunca perdió su fe en el Camino del Cielo (Tian). Para él este era su fuente de optimismo y sabiduría.
Volvió a casa cuando el clima político del estado de Lu cambió. En estos últimos años se dedicó a enseñar a aquellos que querían oírle. Dedicó el resto de su vida a enseñar a sus discípulos y a editar los clásicos antiguos. Y son estas enseñanzas, las que se recogen en Los Cuatro Libros de Confucio, las que pasaran a la historia como su doctrina. Llegó a tener numerosos discípulos, se dice que mínimo setenta, y de edades muy diversas, entre veintiuno y sesenta años. Los discípulos transmitieron sus enseñanzas a las generaciones posteriores. La gran parte de sus dichos vienen recogidos en Las Analectas, en algunos casos fueron escritos por discípulos de discípulos de Confucio.
El maestro cuando enseñaba a sus alumnos ponía más énfasis en la práctica que en la teoría moral. No ofrecía a sus alumnos una exposición teórica moral, sino que hacía hincapié en determinadas conductas ya existentes. Por eso recurría a los Cinco Clásicos. Nunca imponía sus enseñanzas a ninguno de sus discípulos si el alumno no había buscado primero él mismo el Camino. No se negaba nunca a dar instrucción a nadie, pero si alguien no se entusiasmaba, Confucio no le ayudaba, pensaba que era perder el tiempo. Su método educativo era muy diferente a los anteriores maestros. Le gustaba dar vueltas con sus discípulos por la naturaleza cuando impartía su doctrina. De los más de setenta alumnos que tenía solo dos procedían de las clases nobles.
Su primer principio y principal objetivo era enseñar la educación del carácter, así como inculcar a sus discípulos un conocimiento básico para que actuaran como un ser humano ideal.
Se dice que Confucio empeoró de salud más rápidamente por la muerte de Yen Hui y Po Yu (su hijo mayor). El maestro murió el cuarto mes de 479 a. C. Quiso hacerlo en la más estricta intimidad, rodeado de sus amados discípulos y de una forma humilde, aunque esto, sus discípulos no lo llevaron a rajatabla[8]. La gran victoria de Confucio vino tres siglos y medio después de su muerte, cuando el Imperio Han adoptó como doctrina oficial sus enseñanzas.

Bibliografía seleccionada

Graham, Angus Charles (2012) El Dao en disputa. Trad. Daniel Stern. México D. F. F de Cultura Ec.
Kaikuza, Shigeki (2004) Vida y pensamiento de Confucio. Palma de Mallorca. Olañeta.
Pérez Arroyo, Joaquín (2002) Confucio. Los Cuatro Libros. Barcelona. Espasa Libros S.L.U.
Watson, Burton (1958) Ssu Ma Chien Grand Historian of China. Columbia University Press.
Yao, Xinzhong (2001) El Confucianismo. Trad. María Condor. Madrid. Cambridge University Press.







[1] Analectas 2/4.Trad  J. Pérez Arroyo

[2] Vida y pensamiento de Confucio. S. Kaizuka, 41.
[3] Analectas, 5/27

[4] El Confucianismo. X. Yao, 46.
[5] Analectas, 9/5
[6] Ibid 7/22
[7] Ibid 11/9

[8] Ibid 9/11

Mahoma y los comienzos del Islam

Por Ramadan Ibrahim Mohammed, doctorando de la Universidad Complutense de Madrid

Correo electrónico: ramadan.ibrahim@cchs.csic.es, ramadenmr@yahoo.com

Introducción

En el presente trabajo hablaremos de la vida de Mahoma, fundador de la religión musulmana, la cual apareció primero en la ciudad de Meca y luego empezó a extenderse, después del fallecimiento del profeta, en la mayor parte de los países del mundo. Los temas que se abordarán en este trabajo son los siguientes:

La vida del profeta Mahoma, el mensaje divino, el viaje al Cielo con el arcángel Gabriel, la revelación del Libro Sagrado (el Corán), su emigración a la ciudad de Medina y la situación del Islam o del Estado islámico después del fallecimiento de Mahoma.

Sin embargo este trabajo no será presentado como uno solo, sino que voy a dividirlo en tres partes: la primera parte que voy a presentar en este mes (Octubre) va a concentrarse en el siguiente punto: el profeta Mahoma: Vida y entorno antes de la profecía, y La profecía de él. En el mes que viene (Noviembre) presentaré la segunda parte de este trabajo y la cual contiene estos tres puntos concretos: El viaje estático al cielo (el Mi‘raj) y el libro sagrado; La emigración a Medina; y el  fallecimiento de Mahoma.  Y por último, para el mes de diciembre presentaré la tercera parte de este trabajo de investigación y la cual contiene dos puntos: 1.  el Estado Islámico después del fallecimiento del profeta; 2. Un resumen. Las tres partes terminaran con la bibliografía seleccionada.

Todo esto será analizado a través de la lectura del capítulo XXXIII del libro Historia de las creencias y las ideas religiosas del profesor rumano Mircea  Eliade.[1]

A través de este estudio, podremos conocer las bases principales del Islam, aprovechando también para echar luz sobre algunos textos coránicos, que ayudarían a conocer la doctrina islámica.

El Islam, en conjunto, es una religión monoteísta, que invita a creer en un Dios único, que es el mismo Dios que adoran los judíos y los cristianos. Los musulmanes creen que Dios es de todos los mundos y no hay más dioses que ÉL. El Islam cree también en los libros revelados de Dios, empezando por la Torá de Moisés, el Zabur (los salmos)  de David, pasando por el Evangelio de Jesús, y llegando, por último, al Corán de Mahoma. El Islam cree, así como, en que Mahoma es el último de los mensajeros de Dios, y que no hay más profetas después de él.

Primera parte: el profeta Mahoma

1)                 Vida y entorno antes de la profecía

Mahoma nació en la ciudad de Meca, dependiente del actual Reino de Arabia Saudí, su cabila, en la que nació y a la que pertenece, era una de las más importantes y más prestigiosas tribus de Meca, en aquel entonces: la tribu Quraish. Nació aproximadamente entre los años 567 y 572 d.C. Vivió huérfano, su padre falleció antes de que él naciera, y su madre cuando tenía todavía una edad muy temprana. Su abuelo, ‘Abdul Muttaleb, se hizo cargo de él cuando apenas tenía 6 años. Cuando falleció su abuelo, se encargó de él su tío Abu Taleb, quien era siempre muy cariñoso y piadoso con él, y quien siempre le protegía del daño que le querían hacer los infieles de Meca, aun sin entrar en el Islam. [2]

Mahoma vivió la primera etapa de su vida como pastor de ovejas. Trabajó en el comercio. Salió en muchos viajes de comercio fuera de Meca, uno de ellos con destino a Siria. A los 25 años de edad, se casó con Khadīja, una de las mujeres más influyentes de la ciudad de Meca en aquel tiempo, aun a pesar de la gran diferencia de edad entre los dos: ella alcanzaba ya los cuarenta años, Mahoma la consideraba la mejor de sus esposas, con la que se sentía a gusto. Hay que tener en cuenta que él se casó con nueve mujeres. Khadīja  siempre estaba a su lado, y siempre le apoyaba en la transmisión de su mensaje divino. Cuando falleció Khadīja, él se puso muy triste. Todos sus hijos, que fueron siete, los tuvo con ella. De estos siete, los tres varones, fallecieron a muy temprana edad. Tenía cuatro hijas, la más conocida era Fátima, la mujer de ʻAli Ibn Abu Taleb, sobrino del Profeta, y a quien siguen hoy día los chiítas considerándole el gran Imam, ya que procede de la familia del profeta. [3]

Mahoma vivió en un entorno lleno de acontecimientos; la gente de la Meca estaba sumergida en la adoración de los dioses del paganismo, la que practicaban en la misma Kaaba. Ésta, según la doctrina islámica, es una construcción de Abraham y su hijo Ismael. Así lo dice el Corán en el Sura 2, aleya 127. Además, en aquel tiempo también había cristianos en Meca, pero eran muy pocos. La mayoría de éstos eran esclavos de Abisinia. En cuanto a los judíos, estaban todos concentrados en Yathrib, que es la actual Medina. [4]

En sus adoraciones, los árabes  presentaban las ofrendas de animales y cereales al Dios de la Kaaba, este Dios que había pasado de ser el Dios de Abraham e Ismael  a ser Deusotiosus, al que había que presentar las ofrendas, tanto de animales como de cereales, para destacarlo de los demás dioses que aparecieron en aquel entonces en el mundo árabe. De las diosas más conocidas en aquellos momentos, antes de la llegada del  Islam, podemos mencionar los siguientes:
-       Manat: Destino
-       Allat: femenino de Alá
-       Al- Ūzza: la poderosa
Las tres “diosas” eran consideradas por los árabes las hijas de Dios.[5]

2)                 La profecía de Mahoma

El profesor Eliade nos cuenta, citando a Ibn Isḥaq, que la revelación le fue descendida a Mahoma del Cielo, estando él durmiendo en la caverna, como era su costumbre. En ese momento, el arcángel Gabriel llega y le entrega un libro pidiéndole que leyera este libro o que recitara una parte de él. Pero Mahoma era un hombre analfabeto, que no sabía ni leer ni escribir.

De ahí que su respuesta a Gabriel era que no podía leer porque no había aprendido a hacerlo. Gabriel insiste y le repite la petición. Mahoma le da la misma respuesta de antes. Así la segunda y la tercera vez. En la cuarta vez, Gabriel le pide que lea y Mahoma le contesta que qué quería que leyese. Gabriel le dice: lee en el nombre de tu Dios Creador”. Mahoma empieza a leer aun sin saber las reglas de lectura o de escritura. Este hecho está documentado en el sura 96. Del mismo acontecimiento nos habla Mahoma diciendo:

Me desperté y era como si se hubiera escrito ya algo en mi corazón”. Mahoma abandonó la caverna y, apenas llegado a la mitad de la montaña, escuchó una voz celeste que le decía: oh Mahoma, tú eres el apóstol de Alá.

Esta inspiración del arcángel Gabriel a Mahoma se repitió muchas veces entre los dos, de tal forma que Mahoma añoraba que volviera Gabriel a visitarle.  [6]

Hasta ese momento, se conoce que Mahoma era un profeta y un mensajero de Dios. Pero este asunto sólo lo conocían su mujer Khadîja y algunos de sus amigos más cercanos, tales como ‘Ali Ibn Abu Taleb, Zaid Ibn Ḥaritha, hijo adoptivo del profeta en aquel momento, ‘Ūtman Ibn ‘Affan y Abu Bakr Assediq, dos de los califas bien guiados. Pronto la profecía de Mahoma se convierte en el mensaje divino que tiene que ser transmitido a su gente, la gente de Meca, y entre ellos, su cabila: la tribu de Quraish.[7]
Este mensaje es, con toda claridad, una invitación a la adoración del Verdadero Dios y el alejamiento del paganismo en el que estaban sumergidos los árabes y la gente de Meca; el Dios Creador de los cielos, la tierra, los montes, etc. Así lo dice el Corán en el sura 88, aleyas 17-26; el Dios Único, que no nació ni tuvo hijos. Véase el sura 112.

Mahoma empezó a propagar este mensaje y Alá estaba a su lado para protegerlo. Así lo manifiesta el Corán en el sura 93, aleyas 3-5:
“tu Señor no te ha abandonado ni te odia…tu Señor te otorgará muy pronto sus dones y quedarás satisfecho”. [8]

Después de anunciar su mensaje a la gente de Quraish, Mahoma sufrió un gran rechazo de parte de esa gente. Además, empezaron a cercarle por todas partes y ponerle trabas en la trasmisión de su mensaje, sobre todo, después de la muerte de su tío Abu Taleb, quien siempre estaba a su lado, defendiéndole aun sin abrazar el mensaje del Islam.[9] Le persiguió también su tío Abu Lahab, y de parte del resto de las tribus que había en la Meca por aquel entonces. Dice el Corán, en lengua de Mahoma hablando a su tribu Quraish, en el sura 109, aleyas 1-2:

yo no adoro lo que vosotros adoráis. Y vosotros no adoráis lo que yo adoro.”

3)      BIBLIOGRAFÍA BÁSICA:

- Mircea  Eliade “De Mahoma a la era de las Reformas” en  Historia de las creencias y de las ideas religiosas.  v. 3, ediciones Cristiandad, S.L. Madrid, 1983, pp. 93-119.

4)      BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARÍA:

- Geo Widengren, Muhammad, the apostle of God, and his ascension, Uppsala, 1955.
- Paul Wheatley, The Pivot of the Four Quarters: A Preliminary Enquiry into the Origins and Character of the Ancient Chinese City Hardcover, (ed), Aldine Publishing Company, 1971.  
- R. Blachére, Le probleme de Mahomet, Paris, 1952.

- Tor Andrea, Les origines de l'Islam et le christianisme, Volumen 8 de Initiation à l'Islam, (ed), Adrien-Maisonneuve, 1955.

_________, Mohammed: The Man and his Faith, translated by Theophil Menzel (New York: Harper and Raw, 1960).
-William Montgomery Watt, Muhammad at Mecca, published by Oxford University Press in 1953.
_________ Muhammad at Medina, Oxford, 1956.
_________ Muhammad Propbet and Statesman, London, 1961.

- William Muir, the Life of Mahomet: With Introductory Chapters on the Original Sources for the Biography of Mahomet, and on the Pre-Islamite History of Arabia, London, 1861.





[1] “De Mahoma a la era de las Reformas” en  Historia de las creencias y de las ideas religiosas.  v. 3, ediciones Cristiandad, S.L. Madrid, 1983.  p. 94.
[2] Ibídem, p. 94.
[3] Ibídem, p. 94.
[4] Ibídem, p. 95.
[5] Ibídem, p. 96
[6] Ibídem, p. 97. Véase también  Ibn Isḥaq, traducido por Tor Andrae, Mohammed, págs. 43- 44. Véase otra traducción en R. Blachére, Le probléme de Mahomet, págs. 39-40.
[7] Ibídem, p. 98.
[8] Ibídem, p. 98.
[9] Ibídem, p. 101.