sábado, 31 de enero de 2015

Febrero 2015

“De dioses y hombres” es un blog de investigación sobre Ciencias de las Religiones y Mitología coordinado y dirigido por José Marco Segura Jaubert y Carmelo Morales Marcos.

El blog cuenta con la ayuda y colaboración de grandes expertos en las distintas religiones y materias. Catedráticos, profesores de universidad, doctores, doctorandos, estudiantes de Máster, y toda una serie de expertos que ponen sus conocimientos al servicio del blog, bien como colaboradores o, bien como entrevistados. Desde aquí queremos agradecer a Antonio Piñero, Lorena González, Ester Belaire, Jennifer Montiel, Macarena García, Aura Fernández, Benjamín García, Kenneth Zapata, Antonio Justo, Ramadan Mizan y Julian Natucci su ayuda y colaboración con nosotros.

Este mes de Febrero damos paso a tres artículos que no dejaran indiferentes a nuestros lectores: Antonio Justo, apoyado en autores tan expertos como Antonio Piñero, nos enseñará que el cristianismo actual, católico, ortodoxo y evangélico, no se corresponde con el pensamiento del Jesús histórico. Macarena García retoma el hilo de su anterior entrada de su dios de Israel para investigar y profundizar acerca de los diferentes nombres y epítetos divinos, ampliando así el carácter de la divinidad israelita. José Marco Segura Jaubert nos trae una continuación de su anterior artículo, tratando de este importante protagonista de la religión griega conocido como Orfeo, pero esta vez nos lo descubrirá desde su faceta de mago.

¡Esperamos que disfrutéis!

Aprovechamos para recordar que aún quedan unos días para participar en nuestro sorteo:


¡¡¡DOS ENTRADAS PARA LA PELÍCULA DRAGON BLADE O EL ÚLTIMO LIBRO DE ANTONIO PIÑERO “AÑO I”. SOLO TIENES QUE DAR ME GUSTA EN NUESTRA PÁGINA DE FACEBOOK “DE DIOSES Y HOMBRES” Y SI YA LO HAS HECHO Y ERES SEGUIDOR NUESTRO, BASTARÁ CON QUE DES A COMPARTIR ESTA NOTICIA!!!. Se te asignará un número de dos cifras y si coincide con los dos últimos números de SORTEO EXTRAORDINARIO DE SAN VALENTÍN del 14 de febrero de 2015 serás el afortunado y podrás elegir uno de estos dos premios: 1. Libro de Antonio Piñero “Año I” que nos habla de Israel y su mundo cuando nació Jesús o bien, 2. Dos entradas para el estreno en febrero de Dragon Blade, un film épico de romanos ambientada en la época del emperador Tiberio y la dinastía china Han, protagonizada por actores de la talla de Adrien Brody, John Cusack y Jackie Chan.    
Jesús de Nazaret

Por: Antonio Justo, Licenciado en Historia, especializado en Historia Antigua y Máster en Ciencias de las Religiones por la Universidad Complutense de Madrid.

Correo electrónico: antoniojusto@hotmail.com

Jesús de Nazaret, película El Discípulo.
Jesús de Nazaret es sin duda la figura más conocida del cristianismo pero en el fondo sigue siendo un gran desconocido. Con frecuencia nos referimos a él también como Cristo o Jesucristo sin darnos cuenta que en estos casos nos referimos a una figura mítica o teológica, ya que no es lo mismo el Jesús de la historia y el Cristo de la fe. Con frecuencia las dos figuras se unen dando lugar a Jesucristo. En este artículo mi intención es centrarme en el Jesús histórico exclusivamente o por lo menos lo que podemos saber de él para trazar un perfil del personaje.
Según los Evangelios Jesús de Nazaret nació en el reinado de Herodes el Grande, es decir antes del año 4 a. C. y murió crucificado siendo prefecto o gobernador de Judea Poncio Pilato, entre los años 26 y 36 d. C. Aunque se suele afirmar que nació en Belén, lo más probable es que naciera en Nazaret, ya que con esta afirmación los evangelistas buscaban que en Jesús se cumplieran las profecías del Antiguo Testamento, por ello se le hacía nacer en Belén (es decir en Judea). Sin embargo con frecuencia se afirma que era de Nazaret, que estaba en Galilea, una región diferente respecto a Judea.
Por los Evangelios se sabe que los padres de Jesús fueron María y José, y que era de familia numerosa con varios hermanos (de nombres Santiago, José, Simón y Judas) y hermanas (Mc. 6, 3; Mt. 13, 55-56). La profesión de Jesús era la de carpintero y durante toda su vida fue un judío piadoso que siempre fue fiel a su religión y nunca fue su intención romper con el judaísmo. La vida de Jesús cambió tras el encuentro con Juan Bautista y fue bautizado por él convirtiéndose en su discípulo y uniéndose a su grupo de seguidores. Este cambio de vida provocó que surgieran diferencias con su familia.[1]
Tras la decapitación de su maestro Juan Bautista por orden de Herodes Antipas, tetrarca de Galilea, Jesús se convirtió en el nuevo líder de esta secta, rodeándose de antiguos seguidores de Juan y otros nuevos, destacando los que serían conocidos como los apóstoles. La nueva actividad de Jesús se centró en la predicación por las aldeas de Galilea anunciando la llegada del Reino de Dios con un discurso apocalíptico que anunciaba el fin de los tiempos. Su predicación se dirigía exclusivamente a los judíos y no a los gentiles, evitando las ciudades donde había una mayor presencia de paganos.
Jesús podría clasificarse como un fariseo que discutía con otros de su clase pero que se rodeó de un grupo que por el contexto histórico quizás podría tener alguna relación con la lucha armada contra los romanos.[2] Se sabe que en Galilea en esta época hubo brotes nacionalistas antirromanos de carácter mesiánico como el que protagonizó Judas el Galileo a principios del siglo I cuando Judea se convirtió en provincia romana en el año 6 tras la deposición por los romanos de Arquelao, hijo y sucesor de Herodes en Judea.
En estos tiempos estaba también muy presente el recuerdo de los héroes Macabeos que en el siglo II a. C. lograron la independencia de Judea frente al reino seléucida de Antíoco IV e instauraron la dinastía de los Asmoneos, que duró hasta que fue sustituida por la de Herodes el Grande en el año 40 a. C. con el apoyo de los romanos. En este ambiente crecería Jesús, de cuya infancia no se conoce mucho.
Durante su predicación Jesús se presentó ante el pueblo como profeta y al final de su vida, tras su entrada en Jerusalén con sus seguidores para celebrar la Pascua, como mesías de Israel. En líneas generales Jesús fue un fariseo o rabino atípico que se rodeó de personajes marginales como pobres o prostitutas. Aunque se rodease de mujeres, Jesús nunca consideró que la mujer fuese igual al hombre, ya que la sociedad judía de la época era profundamente machista y patriarcal.
Jesús fue soltero durante su predicación según afirma Pablo en sus cartas, por lo menos después de su bautizo por Juan, pero quizás antes no lo fuera porque esto no era lo normal entonces pero no se sabe. La prostituta María Magdalena fue una de sus seguidoras más cercanas pero no hay pruebas de que fuera su pareja ya esto se afirma sólo en los evangelios apócrifos de carácter gnóstico que son bastante posteriores y se alejan de los hechos.
Durante su predicación Jesús realizó acciones que sus contemporáneos consideraron milagrosas, presentándose ante las masas como un sanador y exorcista carismático. Al final de su vida marchó a Jerusalén con sus discípulos y protagonizó un grave incidente en el templo, motivo por el cual sería detenido, juzgado y posteriormente crucificado por los romanos, seguramente con presiones de grupos judíos enemigos como los saduceos, más partidarios de los romanos. En el episodio de la expulsión de los mercaderes del templo se verían rasgos que corresponden al Jesús histórico, ya que vemos un Jesús de carácter violento y fanático (Mc 11, 15-17). No se sabe el motivo por el que Jesús marchó a Jerusalén pero está claro que no fue para ofrecerse en sacrificio por la humanidad como afirma la teología cristiana.
A la muerte de Jesús, sus seguidores creyeron que al tercer día había resucitado. Fue el grupo de mujeres las primeras que difundieron el rumor que luego se extendió gracias sobre todo a Pablo. Al frente de sus seguidores le sucedió su hermano Santiago el Justo, quien se convirtió en el líder de la comunidad de judeocristianos de Jerusalén, donde también estarían Pedro y el resto de discípulos o apóstoles, y que estaban enfrentados al grupo de helenistas seguidores de Pablo de Tarso. Santiago moriría ajusticiado hacia el año 62 por las autoridades judías como indica Flavio Josefo en su obra Antigüedades judías (libro 20).                                         
Como se ha dicho anteriormente, Jesús siempre fue judío y nunca buscó fundar una nueva religión, su voluntad era reformar su propia religión. Por ello, no se puede considerar a Jesús como el fundador del cristianismo, sino como su primer impulsor o fundamento, ya que se necesita a Jesús para que haya cristianismo. El cristianismo actual tienen diferentes fundadores, entre los que destacan los evangelistas que escribieron el Nuevo Testamento, los diferentes concilios o los escritos de los Padres de la Iglesia. Pero si tenemos que hablar de un fundador ese sería sin duda Pablo de Tarso, ya que es quien aporta la base teológica para una nueva religión.
Inicialmente hubo diferentes cristianismos, destacando el cristianismo paulino o paulinismo (de los seguidores de Pablo, la mayoría de origen gentil), los judeocristianos (donde estaban los seguidores judíos más próximos a Jesús) y los gnósticos. Al final triunfó el cristianismo paulino que es el de la actual Iglesia católica, mientras que judeocristianos y gnósticos fueron minoritarios y acabarían desapareciendo.[3]
Pablo como Jesús fue siempre judío y no buscaba fundar una nueva religión, pero sus ideas revolucionarias dieron lugar al cristianismo como religión diferenciada del judaísmo. Pablo transformó al Jesús de la historia en el Cristo de la fe al afirmar que la fe en la muerte y resurrección del mesías Jesús estaba por encima de la Ley de Moisés y que era válida para todos, transformando a un mesías nacional judío que fracasó en su misión en un mesías o salvador universal, cuyo mensaje también iba dirigido a los gentiles, no sólo a los judíos.
No está claro si Pablo conoció personalmente a Jesús o no, pero gracias a su importante actividad misionera Jesús se convirtió en la figura que es hoy. Según afirma el historiador judío Flavio Josefo en su obra de las Antigüedades judías, Jesús fue otro más de esos falsos mesías que resultaron ser, según sus propias palabras tras hablar de Jesús, un terrible mal para el pueblo judío, ya que les llevaron a la locura de enfrentarse a Roma en la guerra de los años 66-70 que acabó con la destrucción del templo. Entre esos falsos mesías Josefo también menciona a Judas el Galileo y a Juan Bautista, a quien parece darle mayor importancia que a Jesús ya que habla más de él.
Josefo traicionó a su pueblo y se pasó a los romanos, siendo protegido por la familia imperial de los Flavios. Su obra es de finales del siglo I y buscaba ganar el favor de Roma hacia los judíos después de la guerra, ya que la visión de los judíos después de la guerra en el imperio era muy negativa. Por ello en los Evangelios se busca también culpabilizar a los judíos de la muerte de Jesús, cuando fueron sobre todo los romanos.
El texto de Josefo (Antigüedades judías, libro 18), llamado el testimonio flaviano, a primera vista parece ser un texto positivo sobre Jesús, pero esto se debe a que ha sido manipulado por copistas cristianos, ya que un judío como Josefo nunca hablaría así sobre Jesús ni hablaría de su resurrección o lo llamaría Cristo:[4]

“Por este tiempo vivió Jesús, un hombre sabio, si se le puede llamar hombre. Fue autor de obras increíbles y el maestro de todos los hombres que acogen la verdad con placer. Atrajo a muchos judíos y también a muchos paganos. Era el Cristo. Y aunque Pilato lo condenó a morir en cruz por instigación de las autoridades de nuestro pueblo, sus anteriores adeptos no le fueron desleales. Porque al tercer día se les apareció vivo, como habían vaticinado profetas enviados por Dios, que anunciaron muchas otras cosas maravillosas de él. Y hasta el día de hoy existe el linaje de los cristianos, que se denominan así en referencia a él.”

Los evangelios canónicos (Marcos, Mateo, Lucas y Juan) son los más antiguos y son la gran fuente sobre la vida de Jesús a diferencia de los apócrifos que se alejan más de los hechos históricos. Pablo habló poco en sus cartas del Jesús histórico y los evangelistas buscaron ofrecer más datos sobre su vida. Sin embargo fueron escritos después de la guerra judía (66-70) y sus autores no conocieron personalmente a Jesús. Aunque llevan el nombre de apóstoles como Mateo, Marcos o Juan, en realidad no fueron estos discípulos y los autores utilizaron su nombre para darle autoridad a estos escritos como también ocurre con los evangelios apócrifos posteriores.
Por lo tanto, los Evangelios están escritos desde la fe y buscan responder a las necesidades espirituales de unas comunidades concretas, pero también contienen datos históricos sobre Jesús. Sus autores los evangelistas serían discípulos de Pablo de Tarso y recogen sus enseñanzas, perteneciendo al grupo de los helenistas y siendo en su mayoría de origen gentil. Por otro lado los discípulos de Jesús pertenecerían al grupo de los judeocristianos, después dirigidos por su hermano Santiago el Justo.
Existen en general grandes diferencias entre las figuras de Jesús y Pablo. Mientras Jesús era un judío de Galilea (es decir de Palestina) de cultura judía (su primera lengua era el arameo) y carácter más nacionalista quizás implicado de alguna manera en la lucha contra los romanos, Pablo era un judío de la diáspora (de fuera de Palestina) de cultura helena o griega (su primera lengua era el griego) y ciudadano romano que buscaba en sus escritos que hubiera buenas relaciones con Roma. Además Pablo fue un fariseo que según cuenta en sus cartas persiguió a los primeros judeocristianos.
Las cartas de Pablo son el documento más antiguo del cristianismo porque son anteriores a los evangelios canónicos y son escritos de circunstancias en los que Pablo busca mostrar que sólo la fe en el mesías Jesús a través de su muerte y resurrección puede dar la salvación. Su predicación se dirigía primero a los judíos y después a los gentiles, sin embargo fueron sobre todo estos últimos los que le siguieron atraídos por su interés en el monoteísmo de la religión judía frente al politeísmo romano. Por otro lado en Pablo influyeron las religiones mistéricas de su entorno que ofrecían la salvación e inmortalidad del creyente a través de la muerte y resurrección de determinadas divinidades extranjeras del imperio cuyo culto se hizo muy popular frente a la religión romana oficial.
En conclusión podemos decir que Jesús fue siempre judío y nunca buscó fundar una nueva religión. Si Jesús viviera en el siglo XXI se declararía sin duda como judío antes que cristiano ya que la idea de ser considerado divino o Dios le horrorizaría, pero además también probablemente se declararía antes musulmán que cristiano, ya que la visión de Jesús en el Islam como un gran profeta humano y no divino encaja mejor con su pensamiento y esta visión se debe a la influencia de grupos judeocristianos con los que Mahoma pudo tener contacto y que le habrían introducido en la lectura de evangelios apócrifos judeocristianos.
Como afirmó el teólogo y sacerdote católico Alfred Loisy a principios del siglo XX (frase que le valió la excomunión): “Jesús predicó el reino de Dios, pero lo que vino fue la Iglesia.” El cristianismo actual (católico, ortodoxo y evangélico) no se corresponde con el pensamiento del Jesús histórico y es un cristianismo paulino, es decir heredero del pensamiento de Pablo de Tarso y sus discípulos, los evangelistas principalmente.

Bibliografía

García Pérez, J. M., Los orígenes históricos del cristianismo, Encuentro, Madrid, 2007.
Montserrat Torrents, J., Jesús el galileo armado. Historia laica de Jesús, Edaf, Madrid, 2007.
Piñero Sáenz, A., Guía para entender el Nuevo Testamento, Trotta, Madrid, 2006.
Piñero Sáenz, A., Los cristianismos derrotados, Edaf, Madrid, 2007.





[1] Piñero Sáenz, A., Guía para entender el Nuevo Testamento, Trotta, Madrid, pp. 173-182.
[2] Montserrat Torrents, J., Jesús el galileo armado. Historia laica de Jesús, Edaf, Madrid, pp. 193-197.
[3] Piñero Sáenz, A., Los cristianismos derrotados, Edaf, Madrid, pp. 157-159.
[4] García Pérez, J. M., Los orígenes históricos del cristianismo, Encuentro, Madrid, pp. 38-40.
EL Dios de Israel
Parte 2: Denominaciones y caracterizaciones divinas a la luz del entorno cananeo
Por: E. Macarena García García, Investigadora Predoctoral FPU, Universidad Complutense de Madrid.
Retomando el hilo de nuestra anterior entrada sobre el dios de Israel, hemos decidido dedicar la segunda parte de esta breve investigación a la profundización acerca de los diferentes nombres y epítetos divinos, a la vez que ampliamos la exposición sobre el carácter de la divinidad israelita gracias a la comparativa con la religión cananea imperante en su entorno.
Como ya habíamos adelantado anteriormente,[1] el hecho de que la Biblia defienda la unicidad de Dios[2] no impide que su propio texto incluya diversas denominaciones de tal divinidad. El primer erudito en notar dicha distinción fue el médico francés Jean Astrid (1684-1766) – famoso por escribir el primer gran tratado sobre la sífilis – quien en 1735 constató cómo en algunos pasajes del Pentateuco, Dios era nombrado por el nombre común hebreo para dicho término, ’Elohim, mientras que en otros era denominado por el nombre propio Yhwh.
Distintas denominaciones divinas
en hebreo y su pronunciación.
El término ’Elohim aparece unas 2.600 veces en la Biblia hebrea. Como hemos dicho, se trata de un nombre común, gramaticalmente plural, que en ciertas ocasiones de utiliza para designar a otros dioses distintos del israelita cuyo culto es denunciado, como con la expresión ’elohim aḥerim, “otros dioses,” en Éx 20,3 y De 5,7; o ’elohim ḥadashim, “nuevos dioses,” en Ju 5,8. Sin embargo, y a pesar de ser un plural, generalmente ’Elohim se refiere específicamente al dios de Israel, nombre propio equivalente o intercambiable con Yhwh.[3]
Texto hebreo vocalizado
con el término ’Elohim resaltado.
Etimológicamente relacionado con ’Elohim, encontramos también en los libros más tardíos de la Biblia hebrea[4] el singular ’Eloah, que a excepción de dos breves referencias en Daniel,[5] se usa exclusivamente como nombre propio divino y no como designación común para otras divinidades extranjeras.
Otro apelativo similar lo encontramos en ’El, atestiguado 230 veces tanto en singular como en plural (’elim). Como ’Elohim, su uso más frecuente es la designación del nombre propio divino[6] - especialmente bajo las formas ’El Shadday (Dios Todopoderoso/Omnipotente)[7] y ’El ‘Elyon (Dios Altísimo)[8] –, pero también puede usarse como nombre común y hacer referencia a otros dioses.[9] Sin embargo, no es una forma derivada de éste, sino más bien al contrario: sus antecedentes pueden verse en otras lenguas y culturas semíticas – como el acadio ilu(m) –, siendo el término utilizado en Ugarit[10] para designar tanto la idea común de “dios” como la divinidad suprema del panteón cananeo.
En cuanto al término Yhwh – también conocido como Tetragrama –, aparece en la Biblia más de 6.600 veces. Si bien no hay acuerdo firme sobre la etimología exacta de este nombre, gran parte de los académicos apuntan a su relación con la raíz verbal hwh como antigua variante de hyh (“ser, existir”), lo cual estaría en consonancia con la explicación bíblica de Éx 3,14, cuando al preguntar Moisés sobre la identidad divina, Dios responde “Yo soy el que soy” (’ehyeh ’asher ’ehyeh), utilizando esta misma raíz verbal.[11]
Estrella de David con el Tetragrama, 
incluyendo las vocales propias de ’Adonai.
El texto bíblico hebreo es – en principio – exclusivamente consonántico, por lo que la reconstrucción de la vocalización del Tetragrama como “Yahweh” se hace a partir de antiguos textos griegos de la Iglesia cristiana. Dado que desde – al menos – el s. III a.e.c. el nombre propio de la divinidad se considera impronunciable, los fieles que leen el texto hebreo no pronuncian en voz alta Yhwh, sino que cambian dicho nombre por el epíteto ’Adonai (“mi Señor”) [12] o, más tardíamente, ha-Shem (“el Nombre”). La causa de esta prohibición de pronunciar el nombre de Dios parece una posible malinterpretación del tercer mandamiento (Éx 20,7; De 5,11), que más que decir que no se debe pronunciar el nombre de Dios en vano, significaría originariamente que no se debe jurar en vano en nombre de Dios, o quizás, que no se debe nombrar con el nombre de Dios aquello que es falso (en referencia a otros dioses distintos al dios israelita).[13]
Como curiosidad, la denominación Jehová proviene de la lectura de las consonantes de Yhwh combinadas con las vocales correspondientes a ’Adonai (sewá-ḥolem-qamets), las cuales fueron a veces incluidas en época medieval por los masoretas bajo el Tetragrama como pista para el lector, para que a la hora de leer en voz alta el texto pronunciara la palabra correspondiente a la vocalización (’Adonai) en lugar del nombre propio divino.[14]
El nombre Yhwh suele aparecer en la construcción Yhwh Tseba’ot, traducida generalmente como “Dios de los Ejércitos” (celestiales), así como en la forma Yhwh ’Elohim, que combinaría estas dos principales formas de denominar a la divinidad. Además, una forma corta de Yhwh, Yh (probablemente vocalizada como Yah), aparece 24 veces en la Biblia hebrea de forma aislada, aunque es bastante frecuente encontrarla como forma sufijada, junto con –’el– y –yahu, para la creación de nombres teóforos: Israel, Samuel, Eliyah/Eliyahu (Elías)…
Por otra parte, la caracterización del dios de Israel a la luz de su entorno cananeo es, sin duda alguna, más que enriquecedora. Ya hemos notado que el término Yhwh como nombre propio puede ser sustituido en algunas ocasiones por ’El para señalar al dios israelita. Pero además, Yhwh y el dios cananeo comparten algunas de sus características: ambos son los dioses de la creación, los sabios por antonomasia, bondadosos y benefactores.
Si bien ’El es el dios supremo del panteón cananeo, ante quienes todos han de responder, en los mitos de Ugarit vemos como este dios va perdiendo poco a poco protagonismo en beneficio de Ba‘al (“señor,” “dueño”), rey entre los dioses.

Ba‘al en su representación clásica
como dios barbudo,
con un sobrero cónico con dos cuernos,
con una maza o hacha en su mano derecha
 y abundantes rayos en la izquierda.
Como dios de las tormentas, en Ba‘al se reúnen las figuras del dios guerrero y del proveedor de la fertilidad de la naturaleza en forma de rocío y lluvia. Su presencia en los cielos se manifiesta por nubes negras, fuertes vientos, truenos y relámpagos. En claro paralelo a esta caracterización, Yhwh es considerado en múltiples ocasiones Yhwh Tseba’ot (“Dios de los Ejércitos”). Es quien cabalga sobre las nubes (Is 19,1; Sal 68,5), cuya voz es el trueno y los rayos sus flechas (Sal 18,14-16). De hecho, cuando transmite sus leyes a Moisés tras la salida de Egipto, se anuncia por medio de truenos, relámpagos y una nube densa (Éx 19,16), de modo que “la montaña del Sinaí humeaba toda, porque Yhwh había descendido sobre ella en medio de fuego” (Éx 19,18).
Mircea Elíade ve en estas y otras hierofanías celestes y atmosféricas presentes en la Biblia la manifestación de todo el poder de Yhwh, cosa que no ocurre con otras divinidades de la tormenta como Varuna, Zeus o el propio Ba‘al.[15] El dios de Israel es “el único y verdadero dueño del cosmos,” soberano indiscutido, mientras que Ba‘al reina entre los dioses pero se haya siempre subordinado al creador, ’El.
El ciclo de Ba‘al que poseemos gracias a los hallazgos de Ugarit nos narra cómo este dios sale victorioso de sus batallas contra las fuerzas primordiales del mar (Yamm) y la muerte (Mot), así como contra otros monstruos marinos o dragones como Litan, Tunnan y la serpiente de siete cabezas. Es cierto que no encontramos ningún relato de bajada al inframundo acerca del dios de Israel, pero domina el mar (Yam) y dragones primordiales o monstruos marinos como Tannim y Leviatán (Sal 74,13-14; Is 27,1; 51,9-10; Job 26,12-13).[16]
La última de las divinidades cananeas a la que haremos referencia en esta breve exposición es ’Asherah, la diosa madre de la fertilidad. Según el texto bíblico, su culto – al igual que el de Ba‘al – fue introducido en Israel por Jezabel, hija del rey de Tiro, y denunciado por el profeta Elías.[17] Durante el período israelita, el culto de ’Asherah estuvo generalmente conectado con el culto de Ba‘al, de modo que la expresión Ba‘alim we-’Asherot era usada para designar a los dioses extranjeros en general (Ju 3,7) y el término ’Asherah era sinónimo de “diosa.”
Es curioso cómo en las inscripciones de Kuntillet Ajrud[18], se menciona a Yhwh y su ’Asherah, como si esta diosa femenina fuera consorte de Yhwh (y no de ’El, como establece el panteón cananeo). La cuestión del sincretismo religioso en esta época es un debate aún abierto entre los académicos, si bien descubrimientos como este tienden a pensar en un estadio de monolatría – culto a Yhwh por encima de otros dioses cananeos – más que de monoteísmo – creencia en la existencia de Yhwh y negación de la posible existencia de otros dioses – desde un primer momento en la religión de Israel.
En conclusión, podríamos decir que en estos primeros momentos de la religión de Israel no existe una figura de la divinidad única y perfectamente modelada, como atestigua la variedad de nombres propios que recibe, muestra de las diferentes tradiciones que acabaron uniéndose en la Biblia. Dichas tradiciones, a su vez, no nacen en un entorno aislado, sino que beben de su contexto cananeo, de modo que el análisis de las características principales de los dioses del entorno nos brinda una comprensión más profunda del carácter del dios de Israel.

Bibliografía

Fuentes
- Cantera Burgos, F. y M. Iglesias González, Sagrada Biblia, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 2003.3
Artículos enciclopédicos
- Avi-Jonah, M., “Baal Worship.” En Skolnik, F. (ed.), Encyclopaedia Judaica, vol. 3, Macmillan Reference USA, Detroit, 2007,2 pp. 9-13.
- Fox, M., “God, Names of.” En Skolnik, F. (ed.), Encyclopaedia Judaica, vol. 7, Macmillan Reference USA, Detroit, 2007,2 pp. 672-678.
- Frymer, T. S., “Asherah.” En Skolnik, F. (ed.),  Encyclopaedia Judaica, vol. 2, Macmillan Reference USA, Detroit, 2007,2 p. 562.
- Sperling, S. D., “God: God in the Hebrew Scriptures.” En Jones, L. (ed.), The Encyclopedia of Religion, vol. 5, Macmillan Reference USA, Detroit, 2005,2 pp. 3537-3543.
- Walls, N. H., “Baal.” En Jones, L. (ed.), The Encyclopedia of Religion, vol. 2, Macmillan Reference USA, Detroit, 2005,2 pp. 723-725.
………. “El.” En Jones, L. (ed.), The Encyclopedia of Religion, vol. 4, Macmillan Reference USA, Detroit, 2005,2 pp. 2742-2743.

Bibliografía especializada

- Cross, F. M., Canaanite Myth and Hebrew Epic. Essays in the History of the Religion of Israel, Harvard University Press, Cambridge, Massachusetts, 1997.
- Eliade, M., Tratado de historia de las religiones. Morfología y dialéctica de lo sagrado, Ediciones Cristiandad, Madrid, 2000.3
- Smith, M. S., The Early History of God. Yahweh and the Other Deities in Ancient Israel, William B. Eerdmans, Grand Rapids, Michigan, 2002.2



[1] García García, E. M., “El Dios de Israel. Parte 1: El pueblo elegido y la alianza.” Publicación en línea: http://confurfeo.blogspot.com.es/2014/10/el-dios-de-israel-parte-1-elpueblo.html [Acceso: 08.01.2015]
[2] De 6,4: “Escucha Israel: Yhwh, nuestro Dios, Yhwh es uno.”
[3] De hecho, la fuente E y algunos salmos prefieren ’Elohim como nombre propio de la divinidad en detrimento de Yhwh.
[4] Sobre todo en poesía, aunque también encontramos esta forma en un poema arcaico en  De 32,15-17.
[5] Dan 11,38-39.
[6] Núm 12,13; 23,8; 23,19; Is 8,8; 8,10.
[7] En referencia al dios de Abraham, Isaac y Jacob: Gén 17,1; 28,3; 35,11; 43,14; 48,3. Si bien las traducciones de la Septuaginta y la Vulgata a Shadday son Pantokrator y Omnipotens respectivamente, la etimología de este nombre parece tener más que ver con el acadio šadū (“montaña”), siendo entonces su significado “Dios de la Montaña,” quizás en el sentido de montaña cósmica, de divinidad celestial.
[8] Como en Gén 14,18 o Sal 78,35. Otros apelativos con ’El menos frecuentes son ’El Ro’i (“Dios de la Visión” o “Dios que me ve” – significado oscuro del pasaje – en Gén 16,13), ’El ‘Olam (“Dios Eterno,” en Gén 21,33) y ’El Berit (“Dios de la Alianza,” en Ju 9,46).
[9] Éx 34,14; Mal 2,11; Sal 44,21; 81,10.
[10] Antigua ciudad Siria (actual Ras Shamra) donde, desde sus primeras investigaciones en 1929, los arqueólogos encontraron un amplio archivo de la Edad de Bronce Final con cientos de textos mitológicos, épicos y rituales en escritura cuneiforme.
[11] Si bien esto no quita que Éx 3,14 ofrezca una explicación de la etimología basada en el folclore más que en un riguroso estudio científico.
[12] Tal y como refleja el hecho de que la Septuaginta use la palabra Kyrios (“Señor,” equivalente a Adonai en hebreo) cada vez que en el texto hebreo aparece Yhwh.
[13] Fox, M., “God, Names of.” En Skolnik, F. (ed.), Encyclopaedia Judaica, vol. 7, Macmillan Reference USA, Detroit, 2007,2 p. 675.
[14] Si bien esta es la versión más aceptada entre los investigadores actuales, la reforma protestante y sus traducciones bíblicas propiciaron un intenso debate sobre la antigüedad de los signos vocálicos hebreos y del término Jehová como tal. Véase al respecto un breve sumario en la obra de William Robertson Smith, A Dictionary of the Bible de 1863.
[15] Eliade, M., Tratado de historia de las religiones. Morfología y dialéctica de lo sagrado, Ediciones Cristiandad, Madrid, 2000,3 p. 181.
[16] La victoria de Yhwh sobre el mar (el agua) está conectada bien con el rescate de su pueblo en Éxodo (Sal 114), bien con una victoria escatológica (Is 27,1).
[17] 1 Re 16,30-33; 18,18-19.
[18] Pequeña fortificación de Judá en el nordeste del Sinaí, fue excavada entre 1975 y 1976 por el arqueólogo Ze’ev Meshed. Entre sus descubrimientos se incluyen dos edificios de la Edad de Hierro (finales del s. IX o principios del s. VIII a.e.c.) con inscripciones en las paredes de yeso, en dos pithoi y en vasijas de piedra. Las inscripciones tienen un carácter volitivo y destacan por nombrar a varias deidades como ´El, Yhwh, Ba‘al o ´Asherah.

miércoles, 7 de enero de 2015

EDITORIAL 


Enero 2015

De dioses y hombre es un blog de investigación sobre Ciencias de las Religiones y Mitología, coordinado y dirigido por José Marco Segura Jaubert, filólogo clásico de la Universidad de Costa Rica, y Carmelo Morales Marcos, doctorando por la Universidad Complutense de Madrid.
Regresamos de las vacaciones de Navidad con muchas ganas de agradar a nuestros lectores. Para ello, este mes ofrecemos tres artículos que nos hablaran cada uno de ellos del mundo de los oráculos. Hoy en día son pocos los que creen en ellos, pero los pueblos antiguos tenían en sus oráculos el sistema de predicción del futuro. Antes de cualquier gran evento, como guerras o cambios de dinastía, los reyes y líderes consultaban las previsiones de los oráculos y las tenían muy en cuenta.
En la antigua cultura griega los oráculos eran elementos fundamentales y uno de los más famosos estaba ubicado en la ciudad de Delfos. Julián Natucci nos muestra en su artículo cómo, tanto en los presocráticos como en Platón es destacable la mántica, que se entiende como una forma de sabiduría, siempre que esta se realice correctamente y haya contagio divino. Esto nos lleva a reinterpretar una larga tradición filosófica que ha identificado a la filosofía griega con el racionalismo y la ha desvinculado de las fuentes mágico-religiosas.
Kenneth Zapata  intentará demostrar cómo se podrían interpretar ciertos recursos de las tragedias de Sófocles como expresión de  su pensamiento religioso particular opuesto a las crecientes ideas racionalistas  y antropocéntricas de la primera sofística que tanto caracterizó a la democracia ateniense del siglo de Pericles. Expresará este choque de ideas acerca de la relación entre religiosidad y estado en el recurso del oráculo de Edipo Rey, enmarcándolo en el panorama ideológico de Sófocles.
Con Carmelo Morales viajamos a la China milenaria. Este autor nos introducirá en el mundo del I Ching, posiblemente el libro más antiguo del mundo, con una datación de unos 3000 años de antigüedad. No solo nos hablará de sus orígenes y propósitos,  también nos enseñará a utilizarlo para que comprobemos por nosotros mismos por qué está considerado un oráculo infalible.
La Mántica y su recepción por los presocráticos y Platón

Por: Julián Natucci, Profesor de Filosofía y Doctorando en la Universidad Complutense de Madrid.

Correo electrónico: juliannatucci@hotmail.com

Ya desde la Antigüedad se ha asociado la adivinación a un tipo de delirio. El mismo Cicerón nos cuenta que la etimología de la palabra griega mantiké proviene de delirio (manía), oponiéndola a la etimología romana de divinatio, cuyo origen se encuentra en relación con los dioses. Parece que la mántica solo era accesible a aquellas personas invadidas por la divinidad (éntheos), y acontecía tanto en el ámbito público como en el ámbito privado. Además de la adivinación a través de sueños (oniromancia) y oráculos, existen innumerables formas de ejercer la mántica en la Antigüedad, como por ejemplo la ornitomancia, la osteomancia, la hidromancia, la hieroscopia, etc. A diferencia de estas formas de adivinación, en la adivinación a través de oráculos no era tanto la persona, sino el lugar sagrado lo que atraía a la divinidad. Existen, además, una adivinación artificial, adquirida mediante el aprendizaje de unas técnicas, y una adivinación natural, acontecida de forma espontánea a través de una turbación del alma.
Representación del Oráculo de Delfos.
Según Cicerón, la mayoría de las escuelas filosóficas eran defensoras de las prácticas adivinatorias. Uno de los principales filósofos presocráticos que se han relacionado con poderes mánticos y sobrenaturales es, por ejemplo, Pitágoras de Samos. Parece ser que Pitágoras, además de ser el gran matemático que todos conocemos, tuvo una estrecha vinculación con el dios Apolo. “Se dice que […] despertó la admiración  en Delos, cuando se acercó al altar llamado incruento, consagrado a Apolo Engendrador, y le tributó honores. Desde allí se dirigió a todos los oráculos.” También se cuenta que pudo hacer vaticinios a partir de catástrofes y mediante vuelos de pájaro gracias a las enseñanzas que adquirió de la profetisa de Delfos Temistoclea. Incluso nos cuenta Arístipo de Cirene que su nombre provenía del Pítico Apolo, porque se acercaba a él en su capacidad de hacer revelaciones. Por otro lado, se cuenta que Pitágoras hizo viajes al Hades, donde se encontró al poeta Hesíodo. Esta suposición ha llevado a E. R. Dodds a compararlo con un chamán, debido a esa capacidad para viajar al mundo de los muertos. Que Pitágoras haya sido un chamán a la manera de los chamanes siberianos puede ser bastante discutible. En cualquier caso, como dice Erwin Rohde, existen dos caras de Pitágoras que hemos heredado de la tradición: una místico-religiosa y otra más científica. De hecho, el propio movimiento pitagórico se dividió en dos grandes grupos: unos que apoyaban doctrinas demostrables (los matemáticos) y otros que seguían doctrinas indemostrables sin argumentos racionales y que habían sido escuchadas (acusmáticos).
Otro filósofo presocrático que ha sido asociado varias veces a la mántica, además de a los poderes de curación, es Empédocles de Acragas. Dodds también hace referencia a él como un chamán, afirmando que encontramos indicios para suponer esto de primera mano a partir de sus escritos. A Empédocles también se lo ha relacionado con Pitágoras, siendo un posible discípulo suyo. En su obra las Purificaciones (Katharmoi) se identifica el estado de purificación con un estado de locura del alma. Para Empédocles, la purificación a través de la mántica (introducción de la divinidad en el alma) era necesaria para salir del ciclo de las reencarnaciones que tenían atada al alma al mundo material.  Poco más se sabe de este procedimiento de vuelta a unión con la divinidad, pues la obra Purificaciones está casi por completo perdida. Sin embargo, se cree que las almas perdidas en el ciclo de las reencarnaciones fueron identificadas por Empédocles con los dáimones y se piensa que desarrolló una teoría sobre ellos.
Heráclito de Éfeso también desarrolló una filosofía estrechamente vinculada a la adivinación. Se puede decir que en cada fragmento que nos ha sido conservado se percibe un mensaje propio de un sacerdote oracular. “Heráclito no concibe al filósofo ni como el hombre que proclama la naturaleza del mundo físico, ni como el descubridor de una nueva realidad por detrás de la apariencia sensible, sino como el descifrador de enigmas, como el hombre que interpreta el sentido oculto de todo cuanto sucede en nuestras vidas y en el mundo como un todo [...]”. Heráclito, por otro lado, fue bastante crítico con la religión de su tiempo, aunque fue seguidor de las máximas de Delfos conócete a ti mismo y nada en exceso y mostró una gran admiración hacia la sabiduría oracular. Quizás esas críticas de la religión fueron vertidas sobre todo hacia los sacrificios y otras prácticas religiosas, pero no en relación a los designios de la Pitonisa.
También Demócrito de Abdera parece que escribió sobre los sueños y la influencia de los dáimones en los sueños. “Dice Demócrito que algunas imágenes se acercan a los hombres y que algunas de ellas son benéficas, mientras que otras son perjudiciales; de ahí que deseen hallar imágenes de buenos presagios. Éstas son grandes, altas y difícilmente corruptibles, aunque no imperecederas, y anuncian a los hombres el futuro, dejándose ver y emitiendo voces.” Parece extraño que un filósofo que la tradición nos ha mostrado como el más científico de los presocráticos, defensor del mecanicismo y el atomismo, haya creído en los presagios a través de los sueños. Incluso Aristóteles se opuso a la doctrina de Demócrito por extender el carácter divino de los sueños a los animales. Esta extraña teoría atribuida al famoso atomista también había sido transmitida por Clemente de Alejandría: “Jenócrates de Calcedonia no duda de que hay, en general, una cierta noción de lo divino, aun en los seres irracionales. Demócrito, por su parte, aunque no lo quiera, tendrá que aceptarlo para mantener la coherencia de sus propias doctrinas, puesto que, conforme a ellas, las imágenes que provienen de la sustancia divina salen al encuentro de los hombres y de los animales irracionales.” Desgraciadamente la obra de Demócrito sobre los sueños se ha perdido y todas las atribuciones al filósofo no son más que suposiciones.
Las visiones provocadas por la divinidad, que acontecían a sujetos en un estado de locura, también tuvieron una especial influencia en Platón. Platón es de los antiguos filósofos griegos clásicos el que más referencias hace a los oráculos y al poder de la locura en determinados ámbitos de la vida humana. En el Fedro, Platón habla de cuatro tipos de locura contagiada por la divinidad. Estos tipos son la locura profética, la locura teléstica, la locura poética y la locura erótica. A cada una le corresponde una divinidad diferente. Aquí nos interesa sobretodo la locura profética, que tiene lugar a través del sueño y a través de la vivencia del sacerdote o sacerdotisa del oráculo. Platón muestra un claro posicionamiento: “Pero resulta que, a través de esa demencia, que por cierto es un don que los dioses otorgan, nos llegan grandes bienes. Porque la profetisa de Delfos, efectivamente, y las sacerdotisas de Dodona, es en pleno delirio cuando han sido causa de muchas  y hermosas cosas que han ocurrido en la Hélade, tanto privadas como públicas, y pocas o ninguna, cuando estaban en su sano juicio.”
Conocida es la vinculación de Platón con el orfismo y sus prácticas de purificación. Según Dodds, interesante es también observar la actitud de Platón respecto a una serie de tradiciones no originarias de Grecia que formaron un conglomerado religioso. Estas tradiciones influyeron en el filósofo ateniense haciendo que los propios soldados del Estado ideal platónico fuesen una especie de elegidos cuyas almas tenían unas capacidades especiales de recibir mensajes y visiones divinas a través del contacto con los dáimones. En el Banquete, Platón desarrolla una explicación de los dáimones como seres intermedios entre los dioses y los seres humanos, fundamentales en el ejercicio de la mántica en la Antigüedad. En el discurso de Diotima a Sócrates se dice: “A través de él funciona toda la adivinación y el arte de los sacerdotes relativa tanto a los sacrificios como a los ritos, ensalmos, toda clase de mántica y la magia. Para Platón, la divinidad no puede tener contacto directo con el hombre, sino que es a través de este dáimon como se produce todo contacto y diálogo entre dioses y hombres, tanto como si están despiertos como si están durmiendo.”Platón afirma que el sabio es el hombre demónico, diferenciándolo del mero artesano.
Platón, como es sabido, en la República decide expulsar a los poetas por mostrarnos una falsa imagen de la divinidad. ¿Significa esto que Platón rechaza aquí la vertiente irracionalista que muestra cuando habla de los dáimones y la adivinación? En el libro II de la República se dice que adivinos y sacerdotes mendicantes acompañan a los ricos y poderosos en sus injusticias, acrecentándolas con sus adivinaciones y ayudas. En cierto sentido, se muestra  la mántica en oposición a la justicia. Esto, sin embargo, debe entenderse no como un desprecio de Platón a la mántica en sí, sino a los servicios privados que ésta pueda prestar. De ahí que Platón rechace a aquellos adivinos que actúan como pedigüeños, solo con el afán de ganar dinero con el primer postor. Este desprecio del uso de la mántica se puede comparar con el rechazo de Platón hacia un tipo de poesía y a la sofística en general, donde se practica la técnica del engaño a través de una deformación de la divinidad. 
En general, Platón tiende abiertamente a declararse seguidor de Apolo, y en el libro VIII de  Las Leyes se dice que hay que seguir las directrices del oráculo délfico para la construcción de una ciudad justa. “Habrá una reunión de Exegetas, Sacerdotes, Sacerdotisas y Adivinos, quienes junto con los Guardianes de la ley darán aquellas normas que necesariamente se le habrán pasado por alto al legislador.” Se observa aquí claramente la enorme importancia que muestra Platón a la mántica para la constitución del estado justo. Otro ejemplo de cómo Platón quiere seguir fiel a la tradición de los oráculos se muestra en el libro V de esta obra, en donde el filósofo ateniense sostiene que todo intento de fundación de una nueva ciudad o su restauración debe realizarse siguiendo las directrices marcadas por los tradicionales oráculos de Delfos, Dodona y Ammón. Los ritos de purificación tras casos de homicidio, incluso involuntario, deben realizarse también siguiendo las directrices del Oráculo de Delfos. De esta manera se protege a la comunidad de posibles contagios.
Todo el objetivo de Platón en su política religiosa es hacer de la religión un asunto público, controlado y guiado hacia un objetivo común. En cierta forma, esto refleja su rechazo a formas extrañas de religión, basadas en prácticas privadas, no controladas por el Estado. Existen, por  ejemplo, castigos para aquellos que tienen santuarios privados. En lugar de adivinos independientes, Platón aboga por adivinos al servicio del Estado. Esto refleja su intento de volver a la tradición y rescatar una unidad religiosa de la comunidad que en su tiempo se estaba perdiendo. Platón también es un claro enemigo de la necromancia. Destaca dos tipos de causas en los daños que se pueden inculcar a otras personas: el que se establece a través de las drogas y el que se lleva a cabo mediante la brujería. Si el que lleva a cabo tales acciones es un adivino, debe ser ejecutado. La razón de esta estricta ley contra los hechizos de brujería refleja nuevamente el afán de Platón de eliminar cualquier poder mágico de su ámbito privado, haciendo que este poder se ponga exclusivamente al servicio del Estado. Él mismo considera este uso inadecuado de la mántica una práctica propia de niños y no de seres racionales.
A raíz de lo expuesto, podemos decir que existen diversas consideraciones de la mántica por parte de los filósofos antiguos. Los presocráticos que hemos tratado tienden a defender su uso privado o por lo menos no hay indicios que nos lleven a suponer un rechazo de determinadas prácticas de adivinación. Platón, por el contrario, denigra su uso privado y aboga por un control estatal de la mántica, aunque ello no implique su extirpación. Tanto en los presocráticos como en Platón hay que destacar que la mántica se entiende como una forma de sabiduría, siempre que esta se realice correctamente y haya contagio divino. Eso nos llevaría a reinterpretar una larga tradición filosófica que ha identificado la filosofía griega con el racionalismo y la ha desvinculado de las fuentes mágico-religiosas.
            
Bibliografía

·Aristóteles, Tratados breves de historia natural, Madrid 1987.
·Brun, J., Heráclito, Editorial Edaf, Madrid 1976.
·Cicerón, Sobre la adivinación, Editorial Gredos, Madrid 1999.
·Diogenes Laertios, Leben und Lehre der Philosophen, Reclam, Stuttgart 1998.
·Dodds, E.R., Los griegos y lo irracional, Alianza Editorial, Madrid 2010.
·Jaeger, W. La teología de los primeros filósofos griegos, F.C.E., Madrid 1978.
·Jámblico, Vida pitagórica,  en: Obras, Biblioteca Gredos, RBA, Barcelona 2009.
·Kirk, G.S., Raven, J.E., Schofield, M., Los Filósofos Presocráticos, Editorial Gredos, Madrid 1994.
·Ogden, D., Magic, Witchcraft, and Ghosts in the Greek and Roman Worlds: A Source Book, Oxford University Press, Oxford 2002.
·Platón, Banquete, en: Diálogos III, Editorial Gredos, Madrid 1992.
·Platón, Fedro, en: Diálogos III, Editorial Gredos, Madrid 1992.
·Platón, República, en: Diálogos IV, Editorial Gredos, Madrid 1992.
·Platón, Las leyes, Akal/Clásica, Madrid 1988.
·Rohde, E., Psique (El culto de las almas y la creencia en la inmortalidad entre los griegos), Editorial Librería Ágora, Málaga 1995.
·Das Orakel von Delphi, Geschichte und Texte. Griechisch / Deutsch, von Marion Giebel, Reclam, Stuttgart 2001.
·Los filósofos presocráticos, III, (Empédocles de Agrigento. Anaxágoras de Clazómenas), Planeta De-Agostini, Madrid 1996.

·Los filósofos presocráticos, IV, (Leucipo y Demócrito), Planeta De-Agostini, Madrid 1996.