miércoles, 2 de septiembre de 2015

SETIEMBRE 2015                                    

"De Dioses y Hombres" es un blog de investigación sobre Ciencias de las Religiones y Mitología, coordinado y dirigido por el filólogo clásico de la Universidad de Costa Rica José Marco Segura Jaubert y el doctorando de la Universidad Complutense de Madrid Carmelo Morales Marcos. 

Después del descanso veraniego os ofrecemos tres nuevos artículos que esperamos sean de vuestro gusto. Nuestro compañero el doctorando Carmelo Morales Marcos nos enseñará como para Confucio lo único verdaderamente perfecto sin mezcla alguna de imperfección, es el Mandato del Cielo. El hombre debe esforzarse en descubrir en su interior este Mandato, porque es la base y fundamento de todos sus deberes. Nuestra colaboradora la investigadora de la UCM Milagros Carracedo nos enseña en su artículo como el tipi, hogar y espacio sagrado de las tribus nativas de Norteamérica, demuestra al hombre moderno el valor del esfuerzo propio en la vida. Los nativos agradecen el tipi como hogar transportable que les ha permitido llevar consigo también lo divino, pues, a sus ojos, se ha convertido en el último espacio sagrado que resta a los hombres para la comprensión del Mundo.  Por último nuestro colaborador Manuel Brotons nos escribe sobre la vida del beato Carlos de Foucauld, el cual no tenía todavía seis años de edad cuando queda huérfano. Se convierte al cristianismo en julio de 1884. Su meta era imitar a Jesús de Nazaret e igual que este murió asesinado.
Confucio: El Mandato del Cielo

Por: Carmelo Morales Marcos

Correo electrónico: Karmelo7777@hotmail.com

Cuando se habla de la Ley o Mandato del Cielo se hace referencia a la Ley que el Cielo ha impreso a todos los seres para que se dirijan a su destino. En el punto 1 del capítulo I del libro del Justo Medio de Confucio, dice lo siguiente acerca del Cielo, la razón humana y la moral: <<Lo que el Cielo ha ordenado es llamado natural. Seguir lo que es natural es lo que se denomina el Camino. La regulación de este Camino es a lo que se nombra como doctrina>>.[1]
El Mandato del Cielo está en concordancia con la naturaleza. Cuando adecuamos nuestra conducta al Mandato del Cielo también entramos en concordancia con esa armonía natural. Esto es el Camino. Adecuar nuestra conducta al Camino es seguir la doctrina que predicaba  Confucio. En el  mismo capítulo se lee: <<El Camino no puede abandonarse ni siquiera un breve instante…>>”[2].
Todas las personas pueden descubrir esa norma de conducta moral en su interior. Hay aquí una enseñanza similar a la budista. En el budismo se busca encontrar en nuestro interior la liberación mediante la meditación; aquí, mediante el estudio. Esta norma de conducta moral de la que habla Confucio, es el Camino recto, Camino del Cielo o simplemente Camino. Los textos confucianos dicen que ni por un instante nos es lícito apartarnos de él, porque si esto fuese posible dejaría de ser el Camino. De ahí que sea tan importante la persistencia en el Camino.
Examinando estos primeros párrafos de El Justo Medio, se puede llegar a la conclusión de que la regla de conducta tiene raíz en la naturaleza ordenada por el Cielo y por ello es inmutable como el mismo Cielo. Recuérdese que para el Libro de las Mutaciones (uno de los Cinco Clásicos en los que Confucio apoyaba su enseñanza)  todo está sometido a cambio. Sin embargo tenemos aquí un gran hallazgo, lo único que no se somete a cambio, la “Ley del Cielo”, o lo que es lo mismo, la ley moral que el Cielo nos otorga. Todo lo demás, como es materia, muta incesantemente. Si esto es así para los confucianos, para Confucio y para reyes tan sabios como el rey Wen, no es de extrañar la importancia que le adjudicaban a esta Ley. Si es lo único inmutable debe de ser porque tiene una gran importancia, por no decir que es lo más importante, no lo único, pero sí lo máximo, y por eso no puede violarse o transgredirse.
¿Cómo se llega a la conclusión de que la Ley de Cielo es inmutable y no se puede transgredir? Es la conclusión a la que llegaron los sabios antiguos y entre ellos Confucio. Él aseguraba que la doctrina o Ley del Cielo de Yao y Chun la siguieron siglos después el rey Wen, Wu y el duque de Zhou sin que cambiase un ápice. Y sigue afirmando el Maestro que esa misma Ley del Cielo fue revelada a él sin mutación alguna, y es por eso que adquiere ese carácter de inmutabilidad. Hoy en día, dos milenios y medio después, cualquier confuciano podría afirmar que la doctrina de Confucio se podría aplicar a la vida cotidiana sin cambios de ningún tipo.
Los sabios al contemplar lo más alto, el Cielo, y ver su efecto en lo más bajo, los seres y las plantas, llegaron a la conclusión de que la causa y fin de todos los seres es la perfección; por eso el sabio tiene la perfección como meta. Si la perfección es el fin y meta de todos los seres, y la índole del ser humano con respecto a los demás seres es la razón y la moral recibida del Cielo, entonces, la meta y el fin del ser humano no puede ser otra que la perfección moral. Si esto fuese  así, se entendería mejor porque es lo más importante (es el objetivo de nuestra existencia) y porque esa Ley no se debe transgredir. A la vez nos recuerda el texto que todos tenemos la obligación de conservar, perfeccionar y tener siempre presente dicha norma moral o de conducta. Con lo cual, de esto se deduce, que el Noble, el que se halla más cerca de la inteligencia divina, alcanza con su recta conducta el máximo grado de perfección. El capítulo XXV del Zhong Yong o El Justo Medio dice al respecto lo siguiente:
<<El Hombre sincero llega a completarse a sí mismo y hace que el camino de la sinceridad sea su propio camino…El hombre sincero no solo se completa a sí mismo sino que se vale de la sinceridad para completar a los demás seres. El perfeccionamiento propio es la benevolencia, el perfeccionamiento de los demás seres es el conocimiento y ambos son virtudes naturales…>>[3]
La sinceridad es una de las virtudes más importantes para seguir el Camino que quiere el Cielo. Cuando aquí se habla de completarse a sí mismo, quiere decir perfeccionarse interiormente. Porque la perfección es la causa y fin de todos los seres. Este es el motivo por el que el sabio estima la sinceridad sobre todas las cosas, porque es el elemento esencial para alcanzar la perfección…El hombre sincero no se contenta con su propia perfección, sino que tiende al perfeccionamiento de todos los demás hombres. El perfeccionamiento de uno mismo o perfeccionamiento interior es una virtud; el perfeccionamiento exterior o perfeccionamiento de los demás es una ciencia sublime, ambos perfeccionamientos tienen su origen en la Ley o Mandato del Cielo. El cumplimiento de la Ley del deber que el Cielo nos impone, es la posesión de uno y otro perfeccionamiento y se consigue obrando siempre con sinceridad.
La perfección está totalmente vinculada a la Ley del deber, es decir a la Ley que el Cielo ha impreso en nosotros, la Ley Moral. El texto llega incluso a afirmar que no solo hay que buscar la propia perfección de uno; también, y esto la distingue de otras doctrinas, busca la perfección de los demás. Ahora se entiende mejor lo que dice Confucio en el  capítulo único del Daxué o Gran Enseñanza cuando dice: <<Conociendo a dónde se debe tender se determina el objeto que alcanzar>>. [4]
Ante todo es preciso conocer el fin al que debemos dirigir nuestras acciones. Ese fin al que tenemos que dirigir nuestras acciones, no es otro que la perfección, la perfección moral. El texto sigue diciendo: <<Habiéndolo determinado se puede conseguir la tranquilidad; tras la tranquilidad se puede obtener la paz y, obtenida esta, la deliberación es posible. La deliberación es seguida por la consecución del objeto que alcanzar>> [5].

Es necesario descubrir a dónde debemos tender, es decir, nuestro destino, para así poder tomar la firme determinación de dirigirnos hacia él. Una vez tomada esta determinación, nuestro espíritu obtendrá la tranquilidad y se verá libre de vacilación e inquietud. En cuanto se hayan consolidado esta tranquilidad y serenidad de espíritu, gozaremos de una profunda paz interior que ningún acontecimiento podrá alterar. Cuando gocemos de esta paz inalterable, estaremos en condiciones para meditar y penetrar en la esencia de todas las cosas. En cuanto conozcamos la esencia de todas las cosas, habremos conseguido el estado de perfección que nos habíamos propuesto. Nuestro  destino estará cumplido.
Confucio.
El texto se refiere a que nuestro destino es nuestra propia perfección y más arriba  hemos  indicado que el Mandato o Ley del Cielo nos ordena esto. Y después de conseguir esto, vendría la perfección de los demás, por efecto de mímesis. Por eso los antiguos gobernantes sabios estimaban tan importante que el Emperador fuese el primero en practicar la virtud y de esa forma no apartarse del Mandato del Cielo. En el punto 1 del capítulo XII del Zhong Yong o Justo Medio se lee: <<El Camino del hombre superior es vasto y, sin embargo, sutil>>[6].
El Camino, o lo que es lo mismo, la norma de conducta moral del sabio, posee un contenido tan amplio que puede aplicarse a  todos los actos y palabras de los hombres. A su vez es tan sutil que algunas veces es imperceptible, pasa desapercibido para la gente común. En el punto 3 de este mismo capítulo dice lo siguiente: <<…el Camino se manifiesta en todas partes>>. [7] El Camino se manifiesta en todas partes porque  la norma de conducta moral se halla impresa en la mente de todos los hombres.
Hay que darse cuenta de la suma importancia en el confucianismo de esta Ley Moral, por eso se llega a decir que ilumina el universo entero y por eso habla de que el sabio cuando la alcanza en plenitud, llega a ser como una trinidad, junto con el Cielo y la Tierra. Para aclarar mejor esto veamos por último el punto 4, que dice así: <<El Camino del hombre superior…en su máxima expresión  brilla en el Cielo>>. [8]
Tenemos que el Camino, o a norma de conducta moral, se halla presente en el interior de todos los hombres, sin excepción, pero no en todos los hombres se desarrolla en el mismo grado. Porque el sabio le imprime tal resplandor que ilumina todo el Cielo. Lo desarrolla tan completamente que sigue los designios de la divinidad y cumple en su totalidad con la Ley del Cielo.
Como ha quedado aclarado más arriba, todas las acciones, hasta nuestros pensamientos más íntimos, pueden ser reguladas por esta norma. Por eso Confucio dice en el libro Lun Yu o Analectas (论语) que no hay que hacer nada de lo que puedas avergonzarte, ni siquiera en los lugares más íntimos donde estés solo. 
En el capítulo XIII, en el punto 1 de La Doctrina del Medio Confucio dice: <<El Camino no está lejos de los hombres cuando los hombres quieren practicarlo, pero si el Camino que emprenden está lejano, no es posible que este sea el verdadero Camino>>. [9]
El Camino o buena conducta moral debemos buscarla en nuestro interior, por eso dice que no está lejos de los hombres cuando estos quieren practicarlo. No es verdadera norma de conducta o Camino el que se descubre fuera del hombre, es decir, la que no deriva directamente de la naturaleza humana.  Recuérdese que para el Cielo lo natural es seguir el Camino.
Véase de nuevo la similitud con Kant. No hay que olvidar que para el prusiano la Ley Moral está impresa en nuestro interior y por lo tanto es la única verdadera. En las palabras de Kant se vislumbra cierto parecido: <<Toda doctrina religiosa que busca dar al ser humano una norma de conducta que no se limita a la ley moral del deber es fanatismo religioso>>[10].
Kant aquí alude a todas esa religiones que se guían por supersticiones y fanatismos, en vez de tener como guía la ley moral que tenemos impresa en nuestro interior. Por su parte Confucio dice que esa ley o norma de conducta moral no está lejos de nosotros, eso es porque debemos buscarla en nuestro interior. La alusión que aquí hace Kant a la superstición y el fanatismo en las religiones, se parece mucho a la hechicería, brujería y magia que imperaba en la religión en época del Maestro. Y este, posiblemente, sea otro motivo por el cual Confucio no hablaba casi nunca de estos temas. Más adelante explicaremos esto con más detalle.
En el mismo capítulo XIII del Zhong Yong (Justo Medio) de Confucio, se lee: <<El hombre superior se vale de lo que hay en el hombre para regir al hombre y cuando lo ha corregido, se detiene>>. [11] Una vez más queda claro que el Camino no hay que buscarlo fuera. El hombre superior acepta con humildad los designios del Cielo, que no son otros que alcanzar la perfección moral, o lo que es lo mismo, no apartarnos del Camino. Por el contrario el hombre que camina fuera del Camino se meterá en mil empresas que no le corresponde, que son ajenas a su índole.
¿Cómo se puede saber o conocer esos designios del Cielo? El Cielo tiende a manifestarse de diferentes formas, según los confucianos. Por un lado se manifiesta a través del pueblo que se rebela ante el gobernante que se aparta del Camino. Cuando un gobernante se desvía del camino recto y deja de cumplir la Ley del Cielo, o sea, desobedece a la Ley Moral que el Cielo ha impreso en nosotros, entonces es el mismo Cielo el que le retira su protección y le enviará calamidades. Esa desobediencia puede ser de distintas maneras, como no escuchar a tu pueblo o como no dar importancia a los ritos y costumbres;  Otras veces el Cielo se manifiesta mediante los métodos de adivinación, es decir, mediante los oráculos. La divinidad puede mediante los oráculos dar una reprimenda o dar su aprobación a quien lo consulta; otras veces se manifiesta el Cielo cuando uno descubre la ley moral en su interior y es nuestra conciencia la que nos dice cómo debemos obrar, cómo debemos pensar y cómo seguir el Camino del Cielo. En el capítulo XVII del mismo libro dice el Maestro:
<< ¡Qué gran piedad filial tenía Shun! Su virtud le hacía sabio, su dignidad emperador, poseía todas las riquezas que hay en el ámbito de los cuatro mares, realizaba sacrificios a los antepasados en su templo ancestral y sus descendientes lo conservaron dedicados a él…Por eso el Cielo, al producir a los seres, es generoso para con ellos de acuerdo a sus cualidades. De ahí que alimente a un árbol vigoroso y derribe a otro que está medio seco>>.[12]
Se alude aquí a la piedad filial, a los sacrificios y al ritual, virtudes indispensables para seguir el Camino. Shun era uno de esos pocos sabios de la antigüedad que sirve como ejemplo para Confucio por haber completado su desarrollo moral, por no apartarse ni un milímetro del Camino. El Cielo, en el constante cuidado que proporciona a todos los seres, proporciona a cada uno el desarrollo adecuado a su naturaleza o a sus inclinaciones naturales, por eso a Shun le proporcionó el desarrollo moral.
 El Cielo cuida de que todos los seres se desarrollen y crezcan, a cada uno según su naturaleza. Como la naturaleza del ser humano es racional, a este le proporciona lo necesario para que se perfeccione moralmente, este es el fin último al que todos los seres humanos se tienen que dirigir, como ya hemos dicho antes, pero, ¿cómo se conseguiría esto? En el punto 5 del capítulo único del Daxué o Gran Enseñanza se dice lo siguiente al respecto:
<<Los antiguos que querían ilustrar la luminosa virtud en el mundo ponían primero el orden su reino; para poner el orden en su reino regulaban antes su propia casa; para regular su propia casa se perfeccionaban antes ellos mismos; para perfeccionarse ellos mismos rectificaban primero su corazón, para rectificar su corazón hacían previamente sinceros sus pensamientos; para hacer sinceros sus pensamientos alcanzaban antes el máximo conocimiento. Y el máximo conocimiento reside en la investigación de las cosas>>. [13].
El máximo conocimiento de las cosas también se refiere al fenómeno causa-efecto, a lo que hace que las cosas sean lo que son, a  alcanzar un conocimiento claro y profundo de las cosas y sus causantes, de las acciones de los hombres y los móviles que hacen que los hombres actúen de esa forma, una vez alcanzado esto obtenemos con ello la máxima perfección de los conocimientos, que aquí se refiere a los conocimientos morales. O sea, investigando a los demás o el pasado, podemos saber cómo actuar de acuerdo al Camino. Cuando se alcanza la máxima perfección de los conocimientos morales,  las intenciones se vuelven rectas y sinceras. Si las intenciones son rectas y sinceras al alma la penetran todas las virtudes. Las virtudes del alma corregirán todo nuestra forma de ser. Si alcanzamos nuestra perfección personal, quedará establecido el orden en nuestra familia. Si esta está en orden, el reino será rectamente gobernado. Y cuando todos los reinos son gobernados de acuerdo a la rectitud del Camino, el mundo entero se renueva y goza de paz.
En algunos de los cinco libros clásicos anteriores a Confucio, como El Libro de las Odas, El Libro de los Ritos o El Canon de la Historia se puede leer abundante información sobre la influencia del Cielo en los humanos y no solo en cuanto a generador de virtudes. Todas estas lecturas dejan claro que el poder del gobernante procede del Cielo, y que si el gobernante cumple con su Ley este seguirá disfrutando de sus bendiciones. Se pone de manifiesto que la virtud del prudente es el fundamento de la autoridad que el Cielo le atribuye para gobernar a los demás hombres. Pero los confucianos creen que esto mismo le sucede a cualquiera, no solo a los que gobiernan. Y lo creen probablemente porque así viene indicado en este mismo capítulo único de La Gran Enseñanza, que es un texto original de Confucio: <<Desde el Emperador hasta el último vasallo, todos deben tener el cultivo de sí mismos como fundamento…>>[14]
Según Confucio el que no ha descubierto en su interior el Mandato del Cielo, no ha alcanzado la perfección. Porque para él, lo único verdaderamente perfecto sin mezcla alguna de imperfección, es el Mandato del Cielo. El hombre debe esforzarse en descubrir en su interior este Mandato, que es la base y fundamento de todos sus deberes.

Bibliografía
-          Cheng, Anne. Historia del pensamiento chino, Bellaterra, Navas de Tolosa, 2012.
-          Elorduy, C. Romancero Chino, Editora Nacional, Madrid 1984.
-          Kant, I. Crítica de la razón práctica, F.C.E, México, 2005.
-          Kaizuka, S. Vida y pensamiento de Confucio, J de Olañeta , Palma de Mallorca 2004.
-          Pérez Arroyo, Joaquín. Confucio: Los cuatro libros, Espasa libros, Barcelona 2014.
-          Wilhelm, R, I Ching, Libro de las Mutaciones, Edhasa, Barcelona, 1977.
-          Xinzhong, Y, El Confucianismo, Cambridge University Press, Madrid, 2001.





[1] Pérez Arroyo, J. Confucio, Los Cuatro Libros, El Justo Medio I. p. 401.
[2] Ibid.
[3]Ibid. Cap.XXV, p. 415.
[4] Ibid , Ta Hiao cap I,p. 385,
[5] Ibid.
[6] Ibid , Chung-Yung o Doctrina del Medio. Cap. XII, p. 404.
[7] Ibid, p. 405.
[8] Ibid.
[9] Ibid., cap. XIII, p. 405.
[10]  Kant,I,  2005, p. 154.
[11] Pérez Arroyo, J. Confucio, Los Cuatro Libros Zhong Dong o Doctrina del Medio. Cap. XIII, p. 405
[12] Ibid., Cap. XVII, p. 408.
[13] Ibid , Daxué o La Gran Enseñanza. Cap. I, p.385.
[14] Ibid, 386.
El tipi: la pervivencia del espacio sagrado.

Por: Pietro Víctor Carracedo Ahumada. Doctorando en Ciencias de las Religiones UCM.

Correo electrónico: pietrocarracedo@gmail.com

Fotografía de Edward Curtis (1910)
Mucho, muchísimo tiempo ha, cuando el Mundo era tan nuevo que hasta las Estrellas eran oscuras, todavía era plano, muy plano. Chareya, el Anciano de lo Alto no podía ver la nueva y plana Tierra desde la oscuridad. Ni tampoco podía descender a ella, pues estaba muy lejos por debajo de él. Con una gran piedra practicó un agujero en el Cielo. Luego hizo bajar por el agujero grandes cantidades de Hielo y Nieve, hasta que se elevó una gran pirámide en la llanura. El Anciano de lo Alto bajó por el agujero (…) El Sol brilló a través del agujero del Cielo y empezó a derretir el Hielo y la Nieve. Hizo agujeros en ellos (…) y plantó los primeros Árboles. Ríos procedentes de la Nieve fundida regaron los Árboles y los hicieron crecer. A continuación, recogió hojas caídas de los Árboles y sopló sobre ellas. Se convirtieron en pájaros. Cogió un palo y lo rompió en pedazos. Del extremo más pequeño hizo Peces y los Animales, excepto el Oso pardo. Del extremo grande salió el Oso pardo, que fue señor de todos. Oso pardo era grande, fuerte y hábil. Cuando la Tierra era nueva, andaba sobre dos pies y empuñaba una gran maza. Tan fuerte era, que el Anciano de lo Alto tuvo miedo de la Criatura que había hecho. Así pues, para poder estar a salvo, Chareya ahuecó la pirámide de Hielo y Nieve, como un tipi. Allí vivió centenares de nieves. El Viejo Pueblo sabía que vivía allí, porque podían ver el humo que subía en espiral desde el agujero para el humo de su tipi. Cuando los extranjeros vinieron a nuestro país, el Anciano de lo Alto se marchó. Ya no sale humo del agujero para el humo”. [1]

Este mito Shasta[2] de la Creación era compartido por muchas de las tribus nativas de Norteamérica. Tal vez fuera porque no hacían grandes distinciones entre mito, leyenda, cuento e historia: todo es tradición, que ha de prolongarse, transmitirse y repetirse, pues la religión está conformada por todos y cada uno de los elementos. La relación del hogar con el Mundo y/o lo Sagrado no es exclusivo de estas culturas, sino que, más bien, cuesta encontrar en todo el globo una que no la establezca. No obstante, se analizará el tipi por ser el ejemplo en que la sencillez de su construcción guarda una de las de mayor complejidad religiosa.
Al igual que la gran variedad de tribus y clanes de nativos norteamericanos, también los hogares diferían según la zona. Los iroqueses del noreste construían casas alargadas; en la zona suroeste, los “pueblos de la tierra” –que creían que el hombre nació del barro- utilizaban adobe, y en la zona noroeste construían cabañas de cedro. El wigwam algonquino, cabaña piramidal a base de troncos, o el hogar de los ute, chozas de sauce y broza, recuerdan más al tipi, casa nómada por excelencia. Se considera inventada por tribus de los bosques, que utilizarían los propios troncos y el ramaje para sus primeras “paredes”, pese a ser posteriormente mucho más usada por las tribus de las praderas; el tipi es el prototipo de casa más antiguo, revivido por las necesidades migratorias de las comunidades ante épocas de sequía y la posterior llegada de los europeos. 
La palabra tipi procede del Lakota ti-pi, “lugar-vivir”, es decir, casa, hogar. El propio origen del tipi es sagrado, como invención divina. Sagrada debe ser asimismo su construcción a manos humanas: sus elementos siempre han de ser naturales, madera y pieles[3]. La mujer era la encargada de reconocer en el territorio el lugar más apropiado para la elevación del hogar. Se conforma de siete u ocho[4] largos palos, - la longitud y el número dependen del tamaño de tipi deseado, aquí se habla de un tipi familiar medio-, y su construcción se inicia con tres o cuatro – siempre números simbólicos, como los puntos cardinales, o los cuatro mundos navajos[5]- , que se disponen en triángulo o círculo y se atan en la parte superior. Uno de los huecos siempre será más amplio, ya que dará lugar a la puerta del tipi, que estará siempre orientada hacia el Este. Tiene gran valor simbólico, ya que, durante la construcción del mismo, se habrá de partir de este punto para ir colocando con orden preciso los demás soportes de la estructura, recreando el entrar y salir del hogar, el nacer y renacer en él cada día, cuando se viva y se duerma en él, al igual que el Sol, que los despertará en esa dirección, en una visión práctica de la estructura. Uno o dos palos más, se reservan para, cuando se haya extendido la piel sobre el tipi –previamente atada al último palo de la construcción- sostener las solapas para el humo. Estos palos se hunden en la tierra y se atan con clavijas para sujetar toda la casa; suelen colocarse de tal manera que formen un triángulo con el palo de la entrada, al igual que se procuraba al comenzar la construcción. La forma final que se obtiene es cónica o piramidal. Un agujero en lo alto permitirá la entrada de luz y la salida del humo. Exactamente igual que la primera casa, el tipi del Anciano de lo Alto.
Las pieles que se usan para recubrir el tipi estarán decoradas con imágenes y símbolos de la familia a la que pertenezca, de las historias míticas relacionadas con la misma, o la visión que se tuvo en sueños de cómo debía ser esta casa. Hay símbolos recurrentes casi de obligada representación, pues una cubierta pintada resulta inútil si no está unida a una transferencia religiosa. Un símbolo común es el de la espiral, repetido en la mayoría de las tribus: suele situarse cerca o en la misma entrada del tipi. Es un símbolo del sol y de la renovación del mundo. Es común la representación geométrica: los dibujos en zigzag evocan el agua- a veces líneas rectas-, las montañas o el propio tipi; un triángulo invertido hace supuesta mención a la femineidad. El círculo se relaciona con el mundo, con su bóveda celeste y el refugio, más allá de la tierra, también abovedado, con el sol, o con el propio suelo redondo del tipi, que, como se verá más adelante, guarda mucho valor religioso. Varios círculos de colores podían representar el granizo o las estrellas. Una cruz, generalmente en la parte alta, simboliza el lucero del alba, o la mariposa nocturna, relacionada con las visiones oníricas. La representación de animales tradicionales no está sujeta a patrones artísticos ni culturales, sino que busca casi exclusivamente simbolismo, de modo que lo que para nosotros podría resultar una deformación de las formas naturales para ellos guarda el secreto de la incomprensión humana frente a esos seres míticos sagrados. Si se da una recreación naturalista, se busca el valor religioso de la Creación. Una franja oscura en la parte inferior y otra en la superior reflejan la tierra, el agua, y el cielo. Así, representan el Mundo en sí mismo: se pintan los astros y seres como el Pájaro Trueno o la Serpiente del Cielo[6] en la parte alta, y abajo el paisaje, los animales y los hombres. Los colores, mezcla de pigmentos naturales y sebo, guardaban también un significado especial: el rojo se relaciona con la tierra y a la vez con las mujeres y la vida. El amarillo con el sol, las cosechas, y los bisontes - pues se extraía de la hiel de los mismos. El azul con el cielo y el agua. El blanco con las nieves y los rayos y truenos. El negro era un color de luto que también se podía relacionar con la tierra. El verde, extraído de hierbas y raíces, era evidentemente relacionado con el mundo natural. En el interior del tipi también podían incluirse dibujos, más relacionados con la historia de la familia o acontecimientos importantes, siendo frecuente además la representación de sueños y visiones: para los indios de las praderas, el interior del tipi condicionaba la vida de su dueño, si éste era agradable por dentro, el dueño estaría feliz; si representaba sus visiones, tendría más claridad en sus decisiones y mejor conexión con lo sagrado. Por ello mismo el tipi del hechicero o chamán de la tribu siempre se hallaba decorado exclusivamente de elementos sagrados como mitos, historias del pueblo y referencias naturales. 
Fotografía de Rebecca Dorbis (2013),
Reserva de Pies Negros, al norte de Montana. 
El suelo circular del tipi, como antes se dijo, recuerda a la Madre Tierra, al Mundo; es una demostración del conocimiento del sagrado ciclo de la naturaleza. La apertura superior del tipi abre un camino al Mundo Celeste, que se une a la Tierra en una manifestación sagrada. El humo se convierte en el pilar central y divino de la casa. Los postes son caminos dispuestos para que el hombre alcance la comunicación sagrada, con el Gran Espíritu, en comunión con la Tierra y el Cielo a un tiempo. La imagen del poste-camino al Cielo, que es común en muchas culturas, aquí se entiende por su valor natural: los árboles de los que se extrajeron guardan el valor sagrado de su crecimiento hacia lo alto, de su renovación cíclica estacional, de su extracción de la tierra por la Divinidad. Las pieles representan el valor de la vida y el mantenimiento de la misma por su protección y calor, manifestación del respeto y ayuda entre hombres y animales, que pervive aun estando estos últimos muertos. El orden de las pertenencias en el interior del tipi era muy importante: las pertenencias de hombres y mujeres se colocaban en uno y otro lado del tipi, al igual que los lechos y los cubrecamas. Mantas y esteras se alinean rodeando los bordes, como asientos comunes, que aíslan de las corrientes inferiores y delimitan aún más el espacio. Los objetos sagrados o de los antepasados se colocaban siempre al fondo del tipi, tras el fuego central, a veces protegidos por un palo que los separaba del resto de la estructura del hogar. Delante de este rincón, pero también detrás del fuego, era habitual la quema de incienso y hierbas en una suerte de pequeños altares. El fuego se situaba en el centro del tipi. Se escarbaba un poco en la tierra, se creaba un círculo con piedras y se preparaba la fogata, para la cual existía la costumbre práctica y religiosa de añadir los leños formando radios en la circunferencia, como si se tratase de una rueda, principalmente cuatro, por los puntos cardinales, añadiéndose más si el clima lo requería. Estos leños se hundían en la tierra por la noche para evitar la extensión del fuego y recuperar ascuas al día siguiente; este intento de preservación y recuperación del fuego guarda su valor religioso dentro de la circunferencia como un recuerdo de que el Sol renacerá. De la parte superior de los palos de la estructura se colgaban pellejos con líquidos o alimento, u otras pertenencias. El hecho de situarlas arriba no sólo tenía una visión funcional, sino religiosa: lo que la divinidad ha proporcionado se sitúa en la “zona” de la divinidad, hasta hacer uso de ello. Cuando un indio buscaba respuestas a través de visiones divinas y se retiraba a un lugar apartado un tiempo, llevaba consigo un hato sagrado con ciertas pertenencias y al echarse a dormir lo colgaba en la parte superior, pues entendía que la respuesta venía precisamente de “lo alto”.
Los elementos naturales de los que se construía hacían del tipi una “continuación” de la naturaleza. Por tanto, la vida en el tipi tenía el mismo valor religioso que cualquier otro acto en el Mundo natural, inundado de lo sagrado. El dueño se sentaba siempre al fondo derecho del tipi[7], y los miembros varones de la familia o los invitados de este sexo se situaban también a la derecha del espacio. Para las mujeres se reservaba el lado izquierdo del tipi. En las reuniones, la disposición siempre era circular, y el fuego tenía un importante carácter religioso en la misma, por lo que cruzar entre éste y el dueño o el chamán se convertía en un hecho reprobable. Generalmente uno se unía a las reuniones avanzando por detrás de los presentes. El movimiento en el interior del tipi procuraba hacerse siempre en el sentido de las agujas del reloj, por el valor que supone el movimiento de izquierda a derecha en el ciclo solar[8] y de renacer de la naturaleza. En esta misma dirección se iban sentando los miembros familiares por orden según la estructura familiar[9]. Los invitados debían permanecer de pie hasta que se les indicara un lugar donde sentarse, entendido como su aceptación en el hogar. Asimismo, la puerta del tipi abierta era un indicativo de que cualquiera podía entrar en él. Cerrada, era necesario pedir permiso y no actuar hasta recibirlo. En ciertas ocasiones donde los propietarios no debían ser molestados –lutos, rituales de enfermedad, etc.- se cruzaban palos en la entrada; esto guardaba el significado religioso de que el “círculo” o “espiral” de la vida cotidiana era interrumpida por algún acontecimiento importante. Había tipis o cabañas especiales para ciertos momentos, como la menstruación femenina o la “cabaña de sudar”.
Desmontar un tipi tenía por supuesto su ritual, sin embargo, lo sagrado no es sino la tierra misma sobre la que se camina y se va a asentar de nuevo. El valor de la construcción del tipi sólo es importante en cuanto a posicionarlo sobre terreno sagrado. Las migraciones por motivos mayores como una duradera sequía o la persecución de los bisontes se podían llegar a entender como de decisión divina, como una prueba para el pueblo, una experiencia religiosa en busca de un nuevo “hogar”, si bien la tierra toda lo era. El problema mayor se produjo con la llegada de los europeos, porque no era la Divinidad quien les indicaba dónde situarse, sino otros hombres. Tras comprender la concepción blanca de la propiedad del terreno, los primeros pactos no se hicieron esperar, aunque, como es bien sabido, éstos fueron quebrantados rápidamente. La casa portátil, por tanto, obtenía un nuevo valor como símbolo del exiliado. Se reunió a los nativos en apenas el 10% del territorio original. La creciente oposición al abandono de sus tierras por los nativos conllevó fuertes represiones militares y migraciones forzadas a pie de hasta 500 km a través de montaña y desierto. La casa portátil se convierte en una necesidad y en un símbolo de la pertenencia “real” a la tierra por la que se mueven, y posteriormente, la pertenencia a la “raza india nativa” de una manera pseudo-unitaria que hubiera costado un poco más entender cuando cada pueblo disponía de un territorio vasto y delimitado por los intercambios culturales y la propia naturaleza.
En 1825 el gobierno estadounidense halló una solución a la llamada “cuestión india”: la creación de una Nación India al oeste del Mississippi[10], lugar donde habían sido malamente reunidos los pueblos supervivientes. La propuesta se llevó a cabo en 1834, pero apenas duró hasta 1907. Se consolidó entonces la promesa que hicieron a los nativos de “permitirles permanecer en sus tierras”, creando las reservas[11], extendidas por todo el país, en los diferentes territorios de los pueblos indios. Durante todo este período se llevaron a cabo prácticas tales como escuelas para indios, para introducirlos en la cultura blanca, prohibiéndoles lengua y religión propias, cambiando sus ropas y tradiciones… La mayoría acabaron con una profunda crisis de identidad cultural. Los nativos establecen el fin de su cultura con el fin de la Danza de los Espíritus – un movimiento para reavivar el espíritu indígena, utilizado como excusa por los blancos para el desarme preventivo y la represión violenta- el 29 de Diciembre de 1890, en el enfrentamiento fatal de Wounded Knee. Desde entonces, continuar con el tipi como hogar podría parecer pura parafernalia.
La conservación del vestuario, de las artes tradicionales y la casa no son tan importantes como el mantenimiento de la conciencia de la relación con el Mundo. La espiritualidad india crece con la crisis de la ruptura de sus formas de vida. No consideran que lo sagrado y sus ciclos se alteren por su situación, sino que lo enmarcan en ello. ¿Por qué continuar entonces con su forma de vida tradicional –vista casi como primitiva- si es la espiritualidad lo más importante? ¿Acaso no basta con el sentimiento de grupo, o con rituales enmarcados en su cultura y su historia? De seguro atraerían a muchos hacia los movimientos nativistas. Pero no es eso lo que interesa, aunque grupos como El Camino Rojo busquen este tipo de integración sociocultural. En general, no quieren que sus tradiciones pasen a ser historia en un museo, ni convertirlas para gusto del hombre blanco. Hay que mantener la tradición viva con el pueblo vivo. En palabras de un anciano lakota de nombre Matthew King – apodo que ya demuestra su inmersión en el mundo moderno - : “Llevamos aquí millones de años. Dios nos dio leyes para organizar nuestro pueblo. No podemos cambiarlas. Nosotros (los seres humanos) no podemos hacer leyes.”[12] Sin embargo, sí que se transmite la cultura nativa a través de la literatura, la música, el cine y el teatro, por todo el mundo, con marcado valor reivindicativo.
¿Qué papel juega el tipi en las sociedades nativas modernas? El valor del hogar en la sociedad actual ha cambiado notablemente. El hogar ha perdido su importancia religiosa como lugar donde uno crece, aprende y vive, y el abandono es una señal de madurez e independencia de la familia, que también carece ya de su valor religioso. La formación de una familia no guarda significación en la mayor parte de la sociedad, al igual que el cambio de casa es puramente práctico. Pues bien, entre los nativos, el tipi es el recuerdo de la vida anterior, donde la familia se une. El asentamiento en el suelo recuerda que la tierra es el verdadero hogar del hombre. Su forma redonda recuerda los ciclos naturales y la eternidad de esta verdad. Su forma piramidal elevada rememora la contemplación del cielo, que sigue maravillando al hombre y da cuenta de su falta de humildad. Encontrarse dentro del tipi ofrece la posibilidad de entender el mundo de manera diferente, es una atmósfera nueva y antigua, aislante del pobre mundo moderno. La luz que entra por el agujero para el humo demuestra que para el hombre hay un camino marcado que, como el Sol, debe seguir cursos naturales. El humo de la fogata redonda recuerda que hay algo más allá de la posesión de cosas materiales, cosas que los antiguos sabían y que se han olvidado. La propia construcción de un tipi demuestra al hombre moderno el valor del esfuerzo propio en la vida. Los nativos agradecen el tipi como hogar transportable que les ha permitido llevar consigo también lo divino, pues, a sus ojos, se ha convertido en el último espacio sagrado que resta a los hombres para la comprensión del Mundo.  

Bibliografía

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Brown, Dee. Enterrad mi corazón en Wounded Knee. Círculo de Lectores. Barcelona, 1990.
Hungry Wolf, Adolf. Costumbres y leyendas de los indios pieles rojas. Archivo de tradiciones populares. José J. de Olañeta, Editor. Barcelona. 1982.
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Vestido indio tradicional. Archivo de tradiciones populares. José J. de Olañeta, Editor. Barcelona. 1982.
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Vinezor, Gerald, Literatura india nativo-americana (texto bilingüe. Trad. Clara Isabel Polo) Taller de estudios norteamericanos de la Universidad de León, 1996.
Zimmerman, Larry, Indios norteamericanos: creencias, rituales y espíritus de la tierra y el cielo. Círculo de Lectores, Debate. Culturas de la Sabiduría. Barcelona. 1996.





[1] Versión castellana extraída de Hungry Wolf, A. Leyendas contadas por los ancianos. Archivo de tradiciones populares.
[2] Tribu situada en la actual región de California.
[3] La introducción de tejidos modernos alteró esta idea, que entre algunos grupos fue muy criticada.
[4] El siete es un número mágico-religiosos compartidos por la mayoría de las tribus.
[5] Siguiendo la tradición navaja, los Seis Seres primigenios emprendieron una ascensión por tres mundos donde hallaron situaciones conflictivas, la última de las cuales finalizó con una terrible inundación, donde quedó solamente un pedazo de tierra rodeado por las aguas que, al secarse, permitieron la existencia del mundo actual.
[6] Seres míticos responsables de las tormentas del Cielo.
[7] No sólo el más cálido, sino también el lugar de honor junto al elemento sagrado.
[8] La tierra gira de oeste a este, no son las estrellas las que se mueven entorno a nosotros.
[9] El concepto de “familia” occidental queda muy corto. No era necesario compartir tipi ni sangre para ser familia, la propia tribu al completo tenía este valor. Se sabe de casos de cautivos a los que se les dio el honor de ser considerados “primos” de sus captores.
[10] Su extensión habría de cubrir los actuales estados de Kansas, Oklahoma y partes de Wyoming, Nebraska y Colorado.
[11] Se calcula que actualmente un 50% de los nativos habita en reservas. El gobierno estadounidense ofrece incentivos para la “integración”, mientras el gobierno canadiense tiende a establecer acuerdos, considerando lícito el reclamo basado en la ocupación tradicional.
[12] La supervivencia de los sagrado, Zimmerman, L. Indios Norteamericanos.

Carlos de Foucauld


Por: Manuel Porra Brotons, doctorando en Ciencias de las Religiones en la Universidad Complutense de Madrid.

Correo electrónico: porrabrotons@esmas.com

Carlos de Foucauld.
El beato Carlos de Foucauld nació en Estrasburgo el 15 de septiembre de 1858. Tenía una sola hermana llamada María que nació el 13 de agosto de 1861. La familia disfrutaba de una buena situación económica porque pertenecía a la aristocracia. Su padre muere en Paris lejos de sus hijos el 9 de agosto de 1864 y la madre fallece de un  aborto el 13 de marzo del mismo año. Carlos no tenía todavía seis años de edad cuando queda huérfano.    
Carlos de Foucauld es una persona sensible que pierde pronto el afecto debido al fallecimiento de sus familiares más cercanos.
Conserva en su memoria el afecto de su madre que le inicia en una fe sencilla y familiar en su infancia.
Al ser educado por su abuelo materno le falta el equilibrio emocional de unos padres, especialmente de su madre, esto hace que Carlos refleje su inseguridad queriendo imponerse mediante sus muchos caprichos.
Carlos se encierra en sí mismo, susceptible a las bromas y muy vulnerable, huye del ruido y le gusta la soledad.
Necesita expresar su sensibilidad mediante el afecto y este lo encuentra en una prima suya, mayor que él, llamada Maria Moitessier. Cuando su prima se casa, Carlos siente que pierde a una segunda madre.
Desde pequeño quería ser militar y por eso ingresa en la Academia Militar donde lleva una disciplina estricta que no soporta y por eso no rinde, siente que lleva una vida monótona y aburrida, descuida su aspecto físico.
Allí el ambiente es de relativismo, Carlos ni afirma ni niega a Dios, quiere encontrar sentido a su vida y esto le ocasiona angustia porque no lo encuentra.
Es una persona que busca y para ello lee todo tipo de libros, especialmente a los filósofos griegos y latinos durante su estancia en la Academia Militar.
Cuando muere su abuelo se rompe el último lazo de afecto y Carlos es cada vez más “distraído” y “descuidado” como si no quisiera vivir.
Con veinte años es mayor de edad y toma posesión de su herencia, entonces le da por “vivir la vida”. A pesar de ello tiene detalles extraños como desaparecer de la Academia Militar sin que nadie sepa nada de él y aparecer en un pueblo perdido viviendo como un mendigo con harapos, mendigando su pan.
Cuando estaba destinado como militar en África siente una gran atracción por el pueblo árabe y quiere estudiarlo a fondo. No le gustaba el ejército pero mediante este pudo entrar en contacto con el pueblo árabe. Se instala en Argel para perfeccionar el árabe.
Sus familiares no lo entienden porque en muy poco tiempo ha derrochado casi todo el patrimonio familiar. La familia le pone un administrador de los bienes, este permite a Carlos que vaya a África porque se paga sus estudios de árabe con lo que gana trabajando. Es la primera vez en su vida que Carlos se somete a disciplina.
Después de un año vuelve a Marruecos y continua con su impaciencia y furor de vivir sin aceptar la vida cotidiana.
En un viaje a París cae enfermo cuando estaba alojado con un familiar, en este tiempo y rodeado de naturaleza, recapacita sobre su vida.
Ya no es el joven oficial que “vive la vida”, ahora busca silencio y estabilidad. Vuelve a África para preparar su exploración. En algún momento piensa en casarse, pero la relación dura muy poco.
Se instala en Paris siguiendo las costumbres árabes y prepara nuevas exploraciones. Es el encuentro con el Islam lo que hace cambiar a Carlos, ve sencillez y hombres para los que Dios era lo más importante.

Su conversión al cristianismo comienza en julio de 1884

Carlos se convierte al cristianismo y es ayudado por un director espiritual en este largo proceso. Busca en que Orden entrar, primero se inclina por las órdenes monásticas.
Los dos criterios de su elección son el desierto como renuncia incondicionada y el segundo criterio es el Evangelio. Medita constantemente los Evangelios.
La Orden en la que piensa entrar tiene que ser la que más perfectamente imite a Jesús de Nazaret.
Todo el camino espiritual de Carlos tiene por base imitar a Jesús y amarlo sin límites.
Siente horror a los compromisos mundanos y a vivir en ciudades.
Carlos imita a Jesús en la pobreza, humildad y en una vida sencilla como la de Nazaret.
El camino espiritual de Carlos de Foucauld tiene lugar por personas y acontecimientos, no por libros.
Entra en la Trapa porque le parece la vida que más se acerca a la vida de Jesús, al ingresar reparte toda sus pertenencias.
La lectura de las obras de Santa Teresa de Jesús es muy importante en su evolución espiritual y la Eucaristía forma el centro de su vida espiritual. No desea ser sacerdote porque no es el último lugar. Carlos quiere ocultarse, callar, ser el último, ser cada vez más pobre como Jesús de Nazaret.
No se integra en la vida cisterciense porque dice que la Trapa no le da el medio de vivir a imitación de Jesús pobre.
Quiere fundar una Orden que vaya a los países infieles, especialmente musulmanes.
El hermano Carlos.
Sus fines son la imitación de la vida de Jesús de Nazaret trabajando con las manos como lo hacen los más pobres.
Su apostolado consiste en la presencia entre los hombres como Jesús, también la oración y la presencia ante el Santísimo Sacramento.
Carlos quiere en un primer momento vivir su vocación pobremente en Nazaret. Ocupa su tiempo en meditaciones, adoración del Santísimo Sacramento y un trabajo humilde. Se levanta muy temprano, come y duerme poco.
Las lecturas de Santa Teresa de Jesús le llevan a San Juan de la Cruz. Medita el Evangelio versículo por versículo poniéndolo por escrito.
Carlos siente que debe dejar Nazaret pero es convencido por su director espiritual de que continúe allí durante algún tiempo más.
Es ordenado sacerdote y se va al desierto donde vive entre los tuaregs como uno de ellos. Continúa solo pero con el deseo de tener algún Hermano que le haga compañía.
Su vida de soledad cambia porque recibe muchas visitas y mantiene largas charlas con las personas que le visitan, quiere así imitar a Jesús.
Su método de evangelización es la amistad y su pobreza es extrema, se tiene que adaptar a nuevas situaciones que lo van desgastando.
Hace sus retiros durante las largas marchas sobre el desierto. Vida enclaustrada y vida activa va muy bien con su temperamento.
Su deseo de fundar se ve frustrado porque no le llega nadie, se va desgastando por las privaciones y siente que está próximo su fin, tiene que dejar el trabajo y estar quieto, finalmente se repone de su enfermedad.
Quiere fundar una asociación que realicen un apostolado silencioso como él, con el fin de un retorno al Evangelio en la vida de cualquier persona, el amor a la Eucaristía y evangelización de los infieles.
Promueve que haya misioneros laicos y toda la asociación está inspirada en la vida de Nazaret.
Para Carlos, los laicos ocupan un primer puesto en la evangelización e insiste sobre la caridad para que las gentes se conviertan.
Muere asesinado sin nada extraordinario, como cualquier otra persona, sin nadie que continúe su obra.
Su muerte tiene lugar el primero de diciembre de 1916, primer viernes de mes, a la caída de la noche en la ciudad de Tamanrasset, al sur de Argelia.

Rasgos fundamentales de la espiritualidad de Carlos de Foucauld a la luz de René Voillaume
           
Carlos, ante todo, quiere imitar a Jesús de Nazaret desde su conversión, lo quiere imitar pobre y humilde como Él era.
Se pregunta constantemente cual es la voluntad de Dios para con él. Está dispuesto a todo, al principio no sabía como y donde imitar a Jesús pero si sabía que tenía que hacer la voluntad de Dios.
Los detalles de su vocación no los tenía claros, si tiene claro que quería imitar la vida oculta del obrero de Nazaret.
Entre los Trapenses no ve realizado su deseo de pobreza, las reformas de esta Orden elevan el nivel de estudios de los sacerdotes y esto le aparta de la pobreza que el buscaba.
Carlos da mucha importancia al trabajo manual, no quería vivir de limosnas ni de ofrendas. Quiere comunidades pequeñas, vive entre los obreros y en esto influye la pobreza de los orientales.
Consultaba a su director espiritual porque dudaba si sus pensamientos eran un sueño suyo o eran de Dios. Carlos no era partidario de los estudios pero obedeció a sus superiores y estudió tres años.
Insiste en imitar a Jesús de Nazaret y se va a vivir allí. Sus elementos esenciales de imitación son la oración y el trabajo.
Carlos predica el Evangelio en silencio, con su vida y no con palabras. Insiste en estar junto a la presencia de Jesús en la Eucaristía, también en manifestar a Jesús a los hombres mediante la amistad y la hospitalidad.
En Nazaret acepta el sacerdocio al que se había opuesto estando en la Trapa porque lo consideraba incompatible con la pobreza y la humildad.
Se da cuenta de que su imitación de Jesús no está en Nazaret y se va a Argel, al Sahara. Vive con las puertas abiertas para todo el que quiera entrar, los pobres y enfermos venían buscando su ayuda.
Carlos se va a vivir con los Tuaregs, deja el trabajo manual para estudiar la lengua de allí. Hace apostolado con su presencia, era apóstol y para ello no necesitaba decir una sola palabra.
Quería la extrema pobreza para asemejarse a Jesús, su vida era muy dura. Sus vestidos, comida y casa son pobres como los de Jesús de Nazaret y su imitación llegó a ser total al ser asesinado.
La vida de Carlos de Foucauld es oculta para el mundo y su actividad espiritual es también invisible, calla como calla Jesús de Nazaret. Jesús, cuando nos trae el mensaje del Padre, no realiza actos externos que le revelen, pasa muchas veces de hacer milagros que le den a conocer como Hijo de Dios.
Jesús se mezcla con los hombres en su vida escondida y así lo hace Carlos de Foucauld.
Carlos busca la soledad y la misión en la vida de Nazaret, esto surge durante su estancia en la Trapa y continúa en la soledad del desierto.
Las Fraternidades surgen en el silencio y en el desierto. Las Fraternidades del desierto serán las que conserven el espíritu de Nazaret. Las Fraternidades de misión están en los lugares pobres, con una evangelización silenciosa, con el testimonio.
En Carlos encontramos una vida escondida, humilde, pobre, dedicada a la oración y mortificación, con deseo de cooperar en la obra redentora del Salvador. Tiene afecto y amor a los hombres, mantiene contactos amistosos, relaciones sencillas y humanas con todos.
Carlos no tenía un método para orar, se trata de ponerse en la presencia del Señor y tener un diálogo con Él. Aconseja abrir el Evangelio y leer los versículos sin analizarlos, dejando que sus palabras penetren en nosotros.
Pone como ejemplo la repetición rítmica de la oración como lo hacen los cristianos de Oriente. No apegarse a unos métodos de oración, de ninguna clase. Pone toda su mirada en Dios y se olvida de sí mismo.
Para Carlos, meditar no es orar, dice que como mucho es una preparación para la oración, que no es esencial e incluso puede ser un obstáculo para la oración.
El camino de Carlos es distinto al del monje, su método de purificación es el cansancio del trabajo. Insiste en perseverar en la oración, no hay que buscar otros métodos, el Evangelio es el código de la oración.
No hay que esperar a tener ganas de orar, es suficiente saber que Dios espera. Cuanto menos se rece, menos deseo tendremos de orar, decía. Rezar sin esperar nada a cambio, estar presente a los pies del Sagrario.
Carlos propone alternar el reposo y la actividad como una necesidad para el cuerpo y el alma.
Dice que cuando se pierde el sentido de lo divino, se pierde el sentido de la oración que es un acto de entrega a Dios sin esperar nada. Las oraciones vocales pueden ser paganas si no van unidas a todo lo que se ha dicho antes.
También dice que hay que orar permanentemente viviendo nuestros actos con amor mediante la inteligencia y la fe.
La adoración ante el Santísimo tiene que salir de un corazón abierto al prójimo para que sea adoración. Se trata de tener un contacto personal con Jesús.
Carlos permanecerá unido a Jesús en todas las situaciones, adora al Santísimo no con la cabeza sino con su vida, siente la presencia real de Jesús en la Eucarístia.
En su imitación de Jesús de Nazaret, Carlos se concentra en esta presencia real de Jesús en la Eucaristía.
Vive pobre por amor de Jesús para mejor imitarle y distingue entre la pobreza espiritual y la material.
Se puede ser pobre material y no ser pobre de espíritu. La pobreza material puede ser miseria, no ser pobreza deseada y puede ocasionar violencia porque se desean cosas materiales que nunca se ha tenido.
Carlos nos dice que tenemos que aprender del Evangelio a ser pobres como Jesús, utilizar sólo las cosas necesarias según las ocasiones.
Se puede ser trabajador y religioso. Jesús fue un obrero manual. San Francisco de Asís y sus compañeros intentaron esta vida según el Evangelio, uniendo trabajo manual y vida cristiana.
El apostolado del silencio, sin decir nada, sólo con el ejemplo de nuestra vida, viviendo el Evangelio en los barrios populares, fábricas, etc.
Dice que tiene que haber equilibrio entre el trabajo y la oración, el hombre se cultiva cuando vive la vida siendo persona y no cosa, todo a la luz del Evangelio.
Jesús se sometió al trabajo no estando obligado, nació en un ambiente humilde.
Carlos vive pobre e invisible, este apostolado no es nuevo en la Iglesia pero introduce una novedad, quiere vivir mezclado entre los hombres. Su apostolado nace del amor a Jesús, amor que quiere compartir.
El apostolado de Carlos consiste más en ser que en actuar, no se trata de buscar resultados. Es un apostolado de presencia entre los hombres. Toda la vida de Carlos era apostolado y por eso no se planteó los medios de apostolado que muchas veces se quedan en estructuras sin vida. El era apóstol.
Los medios de apostolado que utiliza Carlos son la presencia, la amistad fraterna, el don de sí mismo, las conversaciones íntimas, el testimonio expresado por toda su vida.
El apostolado se reduce al ejercicio de la amistad por encima de cualquier otro procedimiento, estar entregado a la acción del Espíritu Santo en nosotros.
El modo de vida de la Fraternidad consiste en estar integrados en el lugar donde viven, no llevan hábito religioso y su trabajo es asalariado. Aún así no son un Instituto Secular, sino religiosos viviendo en comunidad.
Para las Fraternidades es fundamental la adoración al Santísimo Sacramento.


Bibliografía

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