Por: Antonio Justo Patallo, Licenciado en historia,
especializado en Historia Antigua. Máster en Ciencias de las Religiones por la
Universidad Complutense de Madrid.
Correo electrónico: antoniojusto@hotmail.com
Los sacrificios de niños
en las partes deuteronómicas y postdeuteronómicas
Completamente
diferente es la imagen que se saca de los fragmentos deuteronómicos y
postdeuteronómicos del Antiguo Testamento. No existen narraciones de las épocas
anteriores que se puedan igualar a las más antiguas de Gen. 22 y Jueces 11,
30-40. Solamente se pueden nombrar las informaciones del libro de Reyes sobre
Ahab y los sacrificios de niños de sefarvitas y Manasés (II Re. 16, 3; 17, 31;
21, 6) que han sido reescritas primero por parte deuteronómica, como ejemplo de
la idolatría más atroz, y el cronista (II Cro. 28, 3; 33, 6) realza aún más la
facilidad de pecar que tenían Ahab y Manasés diciendo que no sólo sacrificaban
a su hijo sino a varios.
También
están los sermones de reprimendas y amenazas que llevaron a Jeremías y Ezequiel
a lanzarse contra los sacrificios de niños, que consideraban como una costumbre
extraña a la religión de Yahveh y más bien originaria del culto cananeo, y
todas las disposiciones penales con las que la Ley de Santidad quería hacer
desaparecer la costumbre de los sacrificios de niños. Al contrario de las leyes
más antiguas no dice ni una sola palabra sobre los primogénitos, en relación
con la demanda de animales que nacen los primeros (Deu. 15, 19-23). En cambio
polemiza aún más contra los sacrificios de niños en general:
No obres tal respecto a Yahveh, tu Dios, porque
ellos cometieron en relación con sus dioses todo lo que Yahveh abomina, lo que
El aborrece, pues incluso queman en el fuego a sus hijos e hijas en honor de
sus dioses. (Deu. 12, 31)
Cuando hayas entrado en el país que Yahveh, tu
Dios, te otorga, no aprenderás a imitar las abominaciones de aquellas naciones.
No ha de hallarse en ti quien haga pasar a su hijo o su hija por el fuego. (Deut. 18, 9-10)
Las
primeras iniciativas se dieron en el Deuteronomio y en la reforma de Josías.
Esta, en seguimiento de las demandas del Deuteronomio, junto a elementos
verdaderamente “extraños”, es decir los que procedían de cultos asirios y
cananeos que habían fluido hacia la religión de Yahveh, apartaba también a
aquellos que como mínimo habían adquirido carácter nacional desde siglos, pero
que ahora se les tenía por atrasados e incompatibles con la “verdadera”
religión de Yahveh. Por esa razón se les marcaba luego como a los extranjeros,
para así poder desecharles sin razón ni decoro, una actitud que luego tiene su
paralelo en todas las reformas y revoluciones.
La
época que siguió también continuó esta clase de lucha contra las costumbres y
conceptos religiosos y morales. Una de las costumbres eliminadas por Josías fue
el sacrificio de niños, que había sido reconocido como legítimo en la religión
de Yahveh hasta entonces, y también aquí la ficción legalizó la renovación, ya
que se trataba de una práctica de la religión de Yahveh de origen extranjero.
El informe sobre esta reforma por lo menos lo reconoce así, en cuanto se hace
referencia a la profanación de los lugares de culto del valle de Hinnom que
estaban destinados para los sacrificios de niños (II Re. 23, 10), y a las
medidas que apuntaban claramente que se trataba de la eliminación de elementos
de culto extranjeros, como la desaparición de los caballos sagrados de Shamash
del recinto del Templo (23, 10).
En
la época de Jeremías todavía se señalaban como idólatras los sacrificios de
niños llevados a cabo en el valle de Ben Hinnom. En Jer. 32, 35 se denuncia a Jerusalén
de sus servicios idólatras:
Y construyeron las alturas del Ba´al, que están en
el valle de Ben-Hinnom para hacer pasar [por el fuego] a sus hijos e hijas en
honor de Molok, lo cual no les había ordenado, ni me había venido a la mente
que se cometiera tal abominación a fin de inducir a pecar a Judá.
En
los pasajes 7, 31; 19, 5 también se alza la voz contra la idolatría. Sin
embargo, también se deja bien claro en los pasajes de Jeremías que los
sacrificios de niños se tuvieron como componente legítimo de la religión de
Yahveh, por lo menos en amplios círculos. Aquí se trata evidentemente de la
lucha contra una costumbre que una vez tuvo el derecho a la legitimidad en la
religión de Yahveh pero que ahora se concibe como desfasada, y la forma en que
esta lucha se lleva a cabo es la misma que se relata en el pasaje 7, 21-23
sobre el carácter que tiene el rechazo de Jeremías a los sacrificios de
animales. Yahveh no dio ninguna clase de indicaciones sobre los sacrificios de
sangre u holocaustos en la salida de Israel de Egipto, sino solamente pedido
que obedezcan sus mandamientos. Como esto es un postulado voluntario, nacido de
la contemplación de la historia y no una constatación objetiva histórica, lo
mismo sucede con las declaraciones sobre los sacrificios de niños: ambas veces
la disputa sobre la procedencia de estas costumbres de Yahveh demuestra lo
contrario de lo que quiere demostrar, o sea que sí tuvieron valor una vez de
acuerdo con la voluntad de Yahveh y aún lo siguen teniendo.
Ezequiel
por una parte cree que los sacrificios de niños fueron dedicados a ídolos, es
decir fetiches, como relata el pasaje 39 y los pasajes 16, 21; 23, 37 y 23, 39
sobre todo. Por otra parte él puede dejar a Yahveh hablar de esta manera en 20,
25-26:
Por otra parte, Yo les propuse también preceptos no
buenos y prescripciones por las cuales no podrían vivir, y suscité la
contaminación de ellos mediante sus ofrendas, al hacer pasar [por el fuego] a
todo primogénito, a fin de aterrorizarlos, para que supiesen que Yo soy Yahveh.
Ezequiel tiene la certeza de que los sacrificios de
niños eran indispensables y cree como Jeremías que fueron un bien común en
grandes círculos. Sin embargo, al contrario que Jeremías, los rechaza sin
indignación y los modela al donaire del concepto que tiene de dios, después
dice que Yahveh le ha dado estas órdenes de sacrificar, que para él son
repulsivas, para castigar a Israel por sus pecados. Lo que posiblemente piensa
el profeta es que ese mandamiento ha constituido el verdadero punto de partida
para el sincretismo reinante.[1]
Bibliografía
Albertz,
R., Historia de la religión de Israel en
tiempos del Antiguo Testamento, vol.
1: De los comienzos hasta el final de la monarquía, trad. esp. de D.
Mínguez, Ed. Trotta, Madrid, 1999.
Eissfeldt,
O., “Molk como concepto del sacrificio púnico y hebreo y el final del dios
Moloch”, en Otto Eissfeldt, El Molk como
concepto del sacrificio púnico y hebreo y el final del dios Moloch, trad.
esp. de A. Wagner y K. Mansel, Centro de Estudios Fenicios y Púnicos, Madrid,
2002, pp. 45-86.
Ruiz
Cabrero, L. A., “El sacrificio semita de las primicias y el molk en Fenicia e Israel: problemática
de su difusión”, en J. Alvar; C. Blánquez; y C. G. Wagner (eds.), Formas de difusión de las religiones
antiguas, Ediciones Clásicas, Madrid, 1993, pp. 75-97.
Vaux,
R. de, Instituciones del Antiguo
Testamento, trad. esp. de A. Ros, Herder, Barcelona, 1985.
[1]
Albertz, R., Historia de la religión de
Israel en tiempos del Antiguo Testamento, vol. 1: De los comienzos hasta el final de la monarquía, trad.
esp. de D. Mínguez, Madrid, 1999, p. 364.
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