Por: Jorge Mateos Enrich, Doctor por la Universidad Politécnica de Madrid.
En esta segunda
parte del artículo se desarrollará la cuestión que daremos en llamar las “ramas secundarias”, o las que dan
frondosidad al “árbol” del islam. Se hablará de lo referente a las distintas
escuelas y sectas que surgen de las dos grandes ramas del tronco común: el
sunismo y el chiismo.
Para resituar el
tema recodaremos los momentos clave en el desarrollo del árbol. El crecimiento
del tronco principal se da a partir de las predicaciones de Mahoma y se empieza
a retorcer con la muerte de este y los debates sobre su sucesión. El asesinato
de su yerno Alí y posteriormente el sacrificio del hijo menor de este, Hussein,
marcan la bifurcación del tronco en sus dos ramas principales. El resto del
árbol lo van a completar ramas que surgen de estas dos principales y a las que
está dedicado este artículo.
A partir del siglo
III D.H. cobró forma un código bien trabado, un conjunto de proscripciones y
prescripciones, obligaciones, advertencias, orientaciones, normas, castigos y
recompensas que abarcan todos los aspectos de la vida de un musulmán; esto es,
la Sharía. Los cinco elementos
básicos de la Sharía se anticiparon
en la primera parte de este artículo, pero no estará de más recordarlos
brevemente. Estos son: el Corán
(libro sagrado), los Hadices (dichos
del profeta), la Qiya (razonamiento
analógico), la Ijma (consenso de la
comunidad) y la Ijtihad (pensamiento
libre e independiente basado en la razón). La clave de la aparición de pequeños
brotes en cada rama del árbol radicaría en este código.
En la rama suní
cobraron forma cuatro versiones un tanto diferentes de este código, mientras
que los chiíes desarrollaron también otra propia, similar en espíritu a las
suníes e igualmente de vasta cobertura. Esta va a ser la cuestión en la que
profundizaremos, para tener una idea de la complejidad del organismo vivo que
forma el islam.
*****
Las cuatro
escuelas de la ley suní se conocen por el nombre de los eruditos que les dieron
su forma definitiva. Vamos a enunciarlas para luego desarrollarlas más
extensamente:
- La escuela hanafí la fundó Abu Hanifa, procedente
de la región del actual Afganistán, aunque enseñó en Kufa (actual Irak).
- La escuela malikí fue creada por el jurista
marroquí Ibn Malik, aunque trabajó y enseñó en Medina.
- La escuela shafí la desarrolló el imán al-Shaf´i
de La Meca, aunque al final se estableció en Egipto.
- La última en
cristalizar fue la escuela hanbalí,
que fundó el Ahmed Ibn Hanbal.
Las escuelas
defienden sistemas un tanto diferentes de derivar normas, lo que provoca
pequeñas variaciones en sus leyes. No obstante, desde los tiempos de los
abasíes (mitad del siglo VIII- mitad del siglo XIII, invasiones mongolas), las
cuatro se han considerado igualmente ortodoxas pues las diferencias son tan
pequeñas que, según los eruditos, sería difícil que uno entre mil musulmanes
supiera encontrar cinco de ellas.
Los eruditos que
aplicaron y desarrollaron esto se dieron en llamar “ulemas” (de alim, “sabio”). Nadie nombraba, ni
nombra, a los ulemas. Los ulemas son una clase que se autoselecciona y se
autorregula, delimitada por completo por el flujo de la doctrina establecida.
Es obvio que el proceso por el que se autogenera la clase social de los ulemas
la hace inherentemente conservadora.
De esta manera, de
una de las ramas del “árbol” del islam había empezado a crecer, a partir de
brotes, pequeñas ramas que iban dándole su verdadera identidad. Desarrollaremos
a continuación algunos aspectos de estas escuelas.
La escuela Hanafí,
fundada por Abû Hanîfa Annu‘mân. Como ya se ha dicho, esta escuela apareció en
Irak, en la ciudad de Kufa, y se difundió en Bagdad. Adoptó los métodos de su
fundador y los de sus maestros después de él, como Abû Yûsuf y Abû El Hassan.
Sus fundamentos comprenden, además del Corán y de la Sunna, el istihsân,
al ‘urf (la costumbre) y qawl as-sahâbî (las palabras de los
compañeros del Profeta). Esta escuela está caracterizada principalmente por la
utilización de la razón y de la opinión: Ar-ra’y. Está considerada la
escuela más literal, dado que el contexto de su aparición está relacionado con
una sociedad muy compleja y con muchas nuevas necesidades. Hoy la encontramos
implantada en Afganistán, India, Turquía, Irán, Siria, Rusia y China.
La escuela Malikí,
fundada por Mâlik Ibn Anas, el Sabio de Medina, como lo había augurado el
Profeta. Aparecida en Medina, esta escuela hace hincapié en el aviso de los
compañeros del Profeta y en la práctica de los medinenses, comprendidos estos como
los descendientes de los compañeros del Profeta. También da mucha importancia a
las costumbres de la sociedad, mientras no contradigan la Ley divina, así como
al establecimiento de normas jurídicas a partir del interés general de la
sociedad, llamado al masâlih al mursala. El Imâm Mâlik era famoso por su
narración del Hadîth y está considerado uno de los mejores narradores de esta
disciplina.
Las obras de referencia de esta escuela son, entre otras, el Muwatta’ (la vía
hecha fácil) (primera compilación de Hadîth y de Fiqh en el Islam) del Imâm
Mâlik y la Mudawanna, una compilación de avisos jurídicos de Mâlik que compiló
su alumno Sahnûn Ibn Saïd At-tanûkhî. La mayoría de los discípulos del Imâm
Mâlik se fueron a África del norte y a España. Esta escuela se difundió en
Andalucía, en África del norte, en Mali, en Senegal, en los Emiratos Árabes, en
Sudán y en el Khurâsân
La escuela Shâfi‘í,
fundada por Muhammad Ibn Idriss Ash-shâfi‘î, que vivió en la Meca, después en
Irak, y que finalmente se mudó a Egipto. Aprendió el fiqh según la escuela
malikí y después según la escuela Hanaíi. Su escuela se posicionó entre la
escuela hanafí que prima la opinión personal (ar-ra’y), y la escuela
malikí que se basa esencialmente en la Sunna. Para el Imâm ash-Shâfi‘i, la
Sunna está valorizada como fuente de derecho, y da una gran importancia al
consenso de toda la comunidad (Ijmâ‘). Esta escuela se difundió en
Egipto, en Kuwait, en Yemen y en algunos países de Asia como Indonesia, Malasia
y Tailandia
La escuela Hanbalí,
fundada por Ahmad Ibn Hanbal. Nació prácticamente del conflicto que oponía Ibn
Hanbal a los Mu'tazili (racionalistas helenistas un tanto intolerantes) y a las
autoridades políticas que sostenían entonces los Mu'tazili. La reputación de
Ibn Hanbal se forjó durante estos acontecimientos, cuando fue perseguido y
encarcelado sin negar nunca. El Imâm Ibn Hanbal está considerado por muchos ‘ulema
(sabios de la Ley) un tradicionalista (hombre del hadîth) más que un
jurista. Ibn Hanbal no estaba de acuerdo con su maestro Ash-shâfi‘î con respecto
al uso de la opinión personal. Primó antes de todo el hadîth del Profeta, al
cual consagró una compilación llamada «al musnad» que comprende
aproximadamente 40.000 hadîth. Esta escuela adopta la interpretación aparente
(Zâhir) del Corán y de la Sunna y niega el razonamiento por analogía excepto en casos raros.
Ibn Hanbal desconfiaba del ra'y (opinión personal) y del qiyâs
(analogía), pues según él habían abierto la puerta a la herejía mu'tazili,
fuente de innovaciones pecadoras y de división de la comunidad. Esta escuela se
desarrolló y sus misioneros llevaron su madhhab hasta comarcas lejanas,
notamente en el norte de Irán, donde iba a nacer el Sheikh Abd al-Qâdir al
Jilânî (muerto en 1166 después de Cristo), gran organizador del sufismo en
cofradía.
Vemos en el
desarrollo de las distintas escuelas una amalgama de conceptos como: cuestiones
filosóficas, cuestiones inherentes a la razón, a la fe…, en suma, un
conglomerado difícil de simplificar. Es notable la influencia que tuvo el
descubrimiento de los escritos de Platón, de todo el pensamiento griego, desde
los presocráticos hasta Aristóteles y más allá de él. Se advierte, también, el
choque entre fe y razón, cuestión de suma importancia en todo lo que refiere a
las religiones y sus cuestiones dogmáticas.
Por otro lado la
rama chií fue dando brotes que desarrollaron sus propias ramas. Así como el sunismo constituye ulemas, el chiísmo constituye imanes, que son algo
así como doctores de la ley. Quizá la diferencia más palpable entre suníes y
chiíes es la aplicación de las normas de derecho: los suníes hablan de los Hadices, pero los chiíes dudan de la
verisimilitud de los mismos.
Otra rama
importante es la de los sufíes. Es
complejo ubicar territorialmente su nacimiento, así como la afinidad a
cualquiera de las dos ramas principales del islam. Incluso hay diversas teorías
sobre el porqué del nombre de esta secta mística, y pocos términos han conocido
tantas etimologías y atribuciones fantasiosas, que perduran incluso hasta nuestros
días. Algunos consideran que la palabra sufí deriva del árabe safá, puro, o de soffa, escaño donde se acomodaban los sufíes en el patio de las
mezquitas, pero el origen más probable de este término es suf, lana, en alusión al manto grueso de lana que utilizaban como
vestimenta, kherqueh.
El sufismo
representa, la corriente mística dentro
del islam. Es una corriente anti-formalista que se nutrió de muchas influencias
procedentes de religiones y culturas muy diversas, como las doctrinas ascéticas
de eremitas cristianos, la visión dualista del maniqueísmo y el perpetuo
combate entre las fuerzas del bien y del mal, unidas a una total
desvalorización del cuerpo físico. De hecho uno de los primeros sufíes, Dhu
al-Num al-Mesri (796-821), nacido en Egipto, es descrito por sus biógrafos como
un filósofo conocedor de las doctrinas helenísticas y las ciencias alquímicas.
La rápida
extensión del islam a territorios muy alejados del marco cultural de Medina y
la Meca fue una de las principales causas del enriquecimiento del sufismo con
elementos doctrinales y rituales procedentes de otras culturas o tradiciones
más desarrolladas. En este proceso de sincretismo Irán desempeñó un papel
fundamental, debido a que mil años antes de la aparición del islam ya contaba
con una tradición espiritual muy desarrollada cuyos orígenes se remontan a la
época sumeria.
Ya se comentó, en
su momento, la distribución geográfica del sunismo y el chiismo, y cómo este es
mayoritario en el actual Irán. En efecto, una de las principales características
de la cultura irania es su enorme capacidad de sincretismo, lo que significó
también que prácticamente ningún movimiento, religión o filosofía foráneos
sobrevivieron en Irán sin ser tamizados o transformados por la particular
visión del pueblo iranio. Los chiitas, junto con las reivindicaciones
estrictamente políticas (mencionadas en la primera parte de este artículo),
introdujeron una corriente mesiánica con un fuerte contenido doctrinal de corte
místico en su modo de entender y vivir el islam. No es de extrañar, por tanto,
que muchos místicos musulmanes nacieran en Irán.
Los sufíes
suspiraban por una experiencia de Dios como una presencia viva, real y actual,
una experiencia que se viviera en el momento. Se oponían a la ambición mundana,
a la corrupción y a la codicia, pero, en teoría lo mismo hacía todo musulmán.
Los sufíes solo se diferenciaban de los demás porque decían: ¿”Como purificas
tu corazón”? Por esto empezaron a ensayar técnicas para eliminar las
distracciones y las ansias no solo en el momento de la oración, sino en la
propia vida.
Volviendo, ahora, a
la historia, hablaremos de otra corriente que brotó en el islam. Con la caída
del califato abasí arrollado por los mongoles (siglo XIII), el clérigo sirio
Ibn Taimiya se rebeló contra el razonamiento consensuado, se autoproclamó mujtahid y arremetió contra la
jurisprudencia clásica. Refutó la innovación, demonizó a los chiíes y
vilipendió a los sufíes.
Las tesis de Ibn
Taimiya fueron recuperadas cinco siglos más tarde (siglo XVIII) por el
tenebroso clérigo árabe Abdel Wahab, fundador del Wahabismo, actual corriente implantada en Arabia Saudí. Una
corriente intransigente y retrógada.
Volviendo a la
rama chií, y para terminar el presente artículo, debemos hacer notar que
actualmente hay dos corrientes implantadas mayoritariamente en Irán: los ismailitas o seguidores del octavo imán
y los duodecimanos o seguidores del
imán número doce. Tanto unos como otros esperan la vuelta de los respectivos
imanes el día del juicio final.
A lo largo de
estos dos artículos se ha intentado llevar a cabo un acercamiento a las
distintas facciones, corriente y sectas presentes en el islam, haciendo una
analogía con un gran árbol. Un árbol con raíces, tronco principal bifurcado en
dos ramas y un tupido follaje que configuran una realidad compleja y
fuertemente relacionada en lo que al mundo del islam se refiere
Bibliografía.
·
ANSARY, TAMIN. Un destino
desbaratado. La historia universal vista por el Islám. Ed. RBA. 2011.
·
BÜYÜKÇELEBI, ISMAIL. El
Islám como un modo de vida. Ed. The Light Inc. 2006.
·
MARTÍN, JAVIER. Suníes y
chiíes. Los dos brazos de Alá. ED. Catarata. 2008
·
KAVANAGH, ALFRED G. Irán
por dentro. Terra incognita. 2010
·
VERNET, JUAN. Los
orígenes del Islám. ED. El acantilado. 2001.
·
WAINES, DAVID. El Islám.
Ed. Akal. 2008.