viernes, 31 de octubre de 2014

Śiva, el destructor

Por: Jenifer Montiel.

Correo electrónico: jmontiro7@hotmail.com



ŚivaBhikṣatana en Rishikesh
Śiva, el auspicioso, forma junto a Brahmā y Viṣṇu la Trimūrti, la trinidad de dioses principales del panteón hindú. En esta trinidad cada uno de ellos desarrolla un papel; Brahmā es el creador, Viṣṇu el preservador y Śiva el destructor. Hemos de tener bien presente que para la filosofía hindú el concepto de destrucción está estrechamente ligado al de regeneración y purificación, no se trata de destrucción como final, como ocurre en otras tradiciones religiosas.
Śiva, pues, es el dios de la destrucción, pero esto no es todo, pues estamos ante un dios lleno de contradicciones ya que dentro de su misma figura se dan la mano aspectos completamente opuestos, múltiples personalidades e imágenes de un mismo dios, pero, podemos decir que todas ellas relacionadas con ese complejo concepto hindú de regeneración, eliminación de todo lo malo con el gran objetivo de hallar la purificación.
Según algunos investigadores hay que rastrear el origen de la figura de Śiva en una divinidad precedente, prevédica, Rudra, dios del trueno. Las principales características de Rudra serán heredadas por los diversos aspectos de Śiva, como, por ejemplo el hecho de hallarse rodeado de fantasmas y otros seres como los Ganas (identificados con los Maruts, acompañantes de Rudra), habitar crematorios o el hecho de sentirse muy satisfecho con sus buenos devotos, enojándose con ellos y castigándolos si cometen errores.De hecho, en algunos grandes templos śivaítas de Tamil Nadu, sur de la India, incluso se celebran festivales, como el Pavitra, con el objetivo de remendar los posibles errores cometidos anteriormente por los sacerdotes durante las pūjas, ofrendas, para así apaciguar la ira del dios.
A continuación vamos a destacar algunas de las principales imágenes o personalidades del dios.

Bhikṣatana

Bhikṣatana es el gran asceta que reside en el monte Kailasa, en las cumbres del Himālaya.  Se le representa sentado en postura, āsana, de meditación, con largos y enmarañados cabellos, coronados por la imagen de la luna creciente (conocido también por ello como Candraśekhara, “el que tiene la luna sobre su cabeza”).
También recibe el nombre de Gaṅgādhara "soporte del Ganges", puesto que en estas representaciones como asceta vemos como de su cabello surge el río Ganges. Esto es debido a que, según la tradición, en su descenso de los cielos el río cayó en primer lugar en la cabeza del dios, donde permaneció estancado un tiempo perdiendo potencia antes de caer en la Tierra, pues, de no haber sido así y haber caído directamente en la Tierra, la habría destruido con su fuerza.
También, como asceta es representado con un tercer ojo (conocido por ello con el nombre de Trayāmbaka) que simboliza la sabiduría superior y la visión interna. Con sus tres ojos, además, controla el pasado, el presente y el futuro, pues es también un dios muy ligado al tiempo.
Tiene además tres líneas de ceniza en la frente, que simbolizan el ascetismo y la inmortalidad del alma.
En el ŚivaPurāṇaRudrasaṁhita II.41.36 se explica cómo Śiva bebe el veneno (kālakūṭa) que se ha desprendido del batido del océano tras el proceso de creación primigenio con el objetivo de eliminarlo del mundo y liberar de él a dioses y seres vivos. Es por ello por lo que también recibe el nombre de Niḷakantha (el del cuello azul).

Hablábamos antes de la ambigüedad del dios debido a sus múltiples facetas, pero, además, dentro de cada una de estas facetas podemos encontrarnos también con más contradicciones. Un ejemplo muy claro lo tenemos aquí, pues a pesar de que como gran yogui (mahayogi) lo vemos representado con rostro sereno, interiormente se está llevando a cabo una gran actividad, ya que es con su energía interna (tapas), controlada a través de la meditación (tapasya), con la que mantiene al universo en movimiento.


Natarāja

Śiva Natarāja
Otro de los principales aspectos del dios es el de Natarāja (Señor/Rey de la danza), donde también vemos como a pesar de la actividad frenética que realiza, en este caso tanto interna como externamente, se le representa con rostro sereno.
Ananda Coomaraswamy[1] explica en sus estudios que no podemos saber a ciencia cierta la cantidad de danzas realizadas por el dios, pero que con casi toda seguridad se puede hablar de que todas tienen un mismo origen, se trata de la manifestación de la energía rítmica primaria (aum), la cual es identificada con el damaru, tambor que porta el dios.
De todas ellas algunas de las más conocidas son las tres siguientes; por un lado, una danza nocturna ejecutada en el Himālaya con la ayuda de un coro divino (se le representa con dos brazos y con el acompañamiento del coro, aunque no tiene mucha repercusión en la literatura śivaíta posterior), en segundo lugar la danza Tāṇḍava, realizada porŚivaBhairava (el terrible) en cementerios y campos de cremación acompañado de su esposa Devi y en tercer lugar la danza Nadānta, realizada delante de la asamblea en el hall de Cidambaram o Tillai, centro del universo.
La danza Tāṇḍava será representada en las esculturas de grandes templos como Ellora, Elephanta o Bhuvaneswar, mientras que la danza Nadānta lo será en los bronces de la dinastía Coḷa (s.IX-XIII) con el objetivo de que pudiesen ser utilizadas en las procesiones que se comenzaron a realizar en los templos. Desde entonces estas imágenes se han ido manteniendo prácticamente inalterables.
En estos bronces vemos como con una de sus manos (izquierda atrás) Natarāja sostiene el fuego (agni), que simboliza la destrucción necesaria para la regeneración (lo mismo que ocurre con el círculo de fuego que le rodea, el AgniAnanta) mientras que con la mano derecha de arriba agita el damaru. La mano izquierda de abajo, en Dola Hasta, representa la benevolencia (Anugraha), con ella señala a su pie izquierdo mostrando el camino de salvación, y la derecha abajo, en ArdhaCandra Hasta, gesto de no temor, representa la Sthiti, la protección hacia sus devotos. Generalmente se le representa con la pierna izquierda levantada, kuncitapada, señalando la senda de la salvación, mokṣa, aunque a veces, sobre todo en los inicios, se le representa en pose catura, con las piernas formando un cuadrado. La derecha pisa al demonio (Apasmāra) representando la destrucción del mal, las enfermedades, la ignorancia, etc.
Sus enmarañados cabellos vuelan hacia los lados debido a la intensa energía que transmite esta danza, a través de la cual el dios marca el ritmo del universo y lo regenera. Entre los cabellos generalmente se puede ver una cobra, una calavera y una sirena, que representa a la diosa Gaṅgā, además de la luna creciente y una corona de hojas de acacia.
A diferencia de otras imágenes más sencillas, como la de Bhikṣatana, a Natarāja siempre se le representa con mucha joyería; corona, cordón sagrado, brazaletes, cinturón, tobilleras, etc.


Ardhanārīśvara

Śiva Ardhanārīśvara
En el ŚivaPurāṇa se nos relata un episodio donde Śiva es descrito como un andrógino, Ardhanārīśvara, mitad hombre (derecha) mitad mujer (izquierda):

1.Oh tú el mayor sabio, escucha la descripción de la forma Ardhanārīśvara (mitad macho mitad hembra) de Śiva. No hay nada más excelente que ella, que completa la obra del Creador...
5. Brahmā entonces empezó a realizar austeridades, pensando "sin el poder de Śiva, no nacerán los seres....
7. Tras cierto tiempo Śiva se sintió satisfecho con las severas austeridades del Señor Brahmā, nacido de sí mismo.
8. Entonces, tomando la forma benevolente de Īśāna, la perfecta consciencia, y bajo la forma Ardhanārīśvara, Śiva se acercó a Brahmā. [2]

El Ardhanārīśvara es una forma en la que en una única realidad aparecen unidos Śiva y Śakti, representando la indisolubilidad de los dos principios, pues la energía de Śiva sólo puede ser activada por el poder femenino de su Śakti. Para la filosofía hindú es básica la idea de que la existencia de la com-binación de la fuente de energía masculina, Puruśa, con la energía femenina, Prakitri, da origen al cosmos material.

Liṅga

Como dios de la fertilidad Śiva es adorado en la forma de una gran piedra vertical (sailaja), en forma de dios itifálico o en ocasiones insertado en el yoni, órgano sexual femenino. El liṅga, falo, aparece por primera vez en la iconografía hindú en el s. II a.C.
En el ŚivaPurāṇa se relata la primera aparición del liṅga y según esta historia Brahmā, tras haber surgido del ombligo de Viṣṇu comenzó a discutir con él al no creer que había sido él mismo quien lo había creado. En medio de esta discusión es cuando tiene lugar la aparición del liṅga:

27. Hace muchísimo tiempo, en el famoso primer Kalpa, los nobles espíritus de Brahmā y Viṣṇu lucharon uno contra otro.
28. Para erradicar su arrogancia Parameśvara mostró su forma Niṣkala no corporeizada en forma de una columna dentro de la niebla.
29. Él mostró su símbolo, el falo, por separado, desarrollado a partir de la columna, con el deseo de santificar los mundos.
30. Desde ese momento el divino falo y la imagen personificada, las dos, fueron asignadas sólo a Śiva.[3]

liṅga en las Cuevas de Elephanta
(Mumbai, India, fotografía propia)
Vemos, pues como estamos ante un dios con muchas imágenes pero que recoge la misma esencia en todas ellas, la esencia universal, la energía que hace que el universo sea universo. Para sus seguidores se trata la principal divinidad, para otros no, pero finalmente todos concluyen que todas las divinidades forman parte de un todo único, al igual que los simples mortales también formamos parte de ello.
Como conclusión me gustaría finalizar con una cita del yogui y escritor Ramiro Calle que refleja perfectamente la imagen enmarañada y compleja que nos transmite el dios que nos ha ocupado en este artículo:

Śiva es, en verdad, una deidad que me divierte, me fascina, me despierta un gran interés, en tanto que el misericordioso, lineal, amoroso y monótono Viṣṇu termina por realmente aburrirme. Brahma, por su parte (que configura con Śiva y Viṣṇu la trimurti hindú), es demasiado aséptico, neutro, como para despertar sentimientos vivos. Brahma es el creador, Viṣṇu el conservador y Śiva el destructor. Pero Śiva destruye para construir, arrasa para que algo nuevo pueda eclosionar; por tanto, es transformativo y liberador, más paradójico de cuanto pueda imaginarse, como todo lo manifestado, el mundo, la vida misma. Śiva es el sustrato del universo y el universo mismo, porque su energía, la Sakti, que emana de él, lo configura todo.[4]


[1] Coomaraswamy (1918), p. 57-58.
[2] ŚP IV Śatarudrasaṁhitā III. 1-8
[3] ŚP, II. Vidyeśvarasaṁhita 5. 27-30.
[4] Calle (2007), p. 62-63.

Bibliografía:

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