viernes, 31 de octubre de 2014

Martín Lutero

Benjamín García García
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Martín Lutero
Martín Lutero fue el segundo hijo del matrimonio entre Hans Luder y Margarita Ziegler. Nació el 10 de noviembre de 1483 en la localidad alemana de Eisleben[1]. El pequeño niño recibió el agua del bautismo a la mañana siguiente de haber nacido y el párroco le impuso el nombre del santo correspondiente con el día (San Martín de Tours)[2]. Su padre se preocupó de que su hijo hiciese carrera, y será en Magdeburgo y Eisenach donde estudie gramática o latinidad tras su paso por Mansdeld. En 1501 inició los estudios universitarios en la Facultad de Artes de la universidad de Erfurt donde se encontró con brotes humanistas y con la filosofía nominalista. Una vez logrado el título de maestro en Artes (1505), se matriculó en Leyes, como quería su padre. Sin embargo, apenas matriculado, ingresó en el convento de los agustinos de Erfurt (17 de julio de 1505)[3].
Fue ordenado sacerdote en 1507 después de una preparación cuidadosa. Al mes, 2 de mayo, celebró su primera misa solemne. Conforme a la costumbre de los frailes, siguió estudiando al mismo tiempo que enseñaba para obtener los grados. A sus 28 años, Fray Martín tuvo que acudir a Roma por asuntos administrativos relacionados con su orden religiosa. Se mostraba pletórico de fuerzas e ilusionado por ir a la Ciudad Eterna[4]. Estando allí tuvo tiempo de enterarse de muchas curiosidades históricas, legendarias y piadosas de la ciudad, de los monumentos y las indulgencias. Como fiel devoto celebró varias misas, veneró a los mártires y llegó a subir de rodillas las veintiocho gradas que forman la Scala sancta. Sobre la curia oyó hablar de escándalo y relajación eclesiásticas. Es por ello que de Roma recibió Lutero una impresión de ser una ciudad muerta.
Instalado definitivamente en Wittemberg a partir del verano de 1511, al año siguiente se doctoró en teología y empezó su enseñanza como profesor de Biblia. El estilo de prepararse y enseñar de Martín no era el frío y abstracto característicos de la escolástica, sino el cálido que tocaba cuestiones vitales y actuales. La carta a los Romanos le dieron la respuesta a sus inquietudes: “El justo vivirá por la fe” (Rm 1,17). A través de su reflexión sobre el escrito de Pablo descubrió el don de la gracia, de la gratuidad absoluta de la misericordia con que Dios redime al pecador en Cristo. Fue aquí donde fraguó el núcleo de su doctrina: la salvación por la “sola gracia” y el nulo valor salvífico de las obras. La mediación de la Iglesia, que administra los sacramentos y las indulgencias, resultaba entonces ineficaz[5].
Lutero no pretendía inicialmente ir más allá de la renovación de la teología, con una hostilidad declarada a las escuelas que no era más virulenta que la descargada por humanistas como Erasmo de Rotterdam (1466-1536). Sin embargo, las posiciones rígidas de Lutero y de Roma, así como la implicación de los poderes políticos y la fuerza expansiva de la recientemente inventada imprenta condujeron hacia una confrontación que desencadenaría la ruptura de la cristiandad occidental.
En abril de 1517 llegó la noticia de que el dominico Juan Tetzel (1465-1519) predicaba una nueva indulgencia plenaria concedida por el papa León X (1475-1521) a favor de la Basílica de San Pedro en Roma[6]. Más que censurar los abusos e imprudencias que se cometían en la predicción de las indulgencias, Lutero levantará su voz contra el poder papal de conceder indulgencias. Su parecer lo expresará primero a través de la predicación y luego lo hará formulando varias tesis, 95 en total, pero sin ánimo de divulgarlas en un principio. Así pues, las tesis sobre las indulgencias las anunció Lutero a unos pocos amigos doctos y escribió al arzobispo Alberto de Maguncia y Magdeburgo (1490-1545) una carta de protesta por las falsas ideas que llegan al pueblo a través de la predicación de Tetzel, adjuntándole una copia manuscrita de las famosas 95 tesis. La tradición popular atribuye al 31 de octubre de 1517 el día que Lutero fijaría en la puerta de la iglesia del castillo de Wittemberg las 95 tesis sobre las indulgencias. Tras analizarlas detenidamente Alberto de Maguncia escribió a la Curia de Roma el 13 de noviembre del mismo año, denunciando al teólogo de sospechoso de herejía[7].
Una vez conocidas en Roma las Resoluciones de Lutero, se persuadió León X de que lo procedente era seguir lo establecido para estos casos, es decir, abrir un proceso al sospechoso de herejía. Sin embargo, la voluntad de Lutero era no abandonar la Iglesia, sino servirla como doctor en Teología y docente universitario[8]. Más que los contenidos, fue el haber tocado los intereses económicos y jurisdiccionales de Roma lo que, no tardando, convertiría estas invectivas en herejía y al autor en hereje. Poco después el fraile agustino era citado para comparecer en Roma, pero el príncipe elector de Sajonia, que tomaría el de Lutero como caso de inmunidad personal en su territorio, consiguió que la comparecencia tuviera lugar en Augsburgo, aprovechando la Dieta en la que el cardenal Cayetano (1469-1534) estaba como nuncio para negociar ayudar a la campaña contra el turco, que era lo que entonces de veras importaba[9]. La entrevista de octubre de 1518, a la que Lutero daría tanta importancia, fue un fracaso rotundo. El cardenal dedujo que lo que Lutero preconizaba era una iglesia nueva y no logró que el fraile agustino se retractara en ninguna de sus posiciones dogmáticas.
Todo esto coincidía con la muerte del emperador Maximiliano I (1519) y la elección imperial de Carlos V (1500-1558). Mientras tanto, se habían multiplicado las simpatías hacia Lutero, que era aclamado por el sentimiento germánico. Roma reaccionaría con la bula Exsurge Domine (15 junio de 1520) condenando las doctrinas y los libros de Lutero sin condenar su persona pero urgiéndole la conducción a Roma para retractarse. Era ya demasiado tarde y la causa, originalmente teológica y disciplinar, se había convertido en predominantemente política. Lutero fue interrogado en la Dieta de Worms el día 17 de abril de 1521. Se le había invitado no para defenderse sino únicamente para reconocer los errores de sus escritos y para retractarse de sus contenidos heterodoxos. Ante la pregunta sobre su retractación el fraile agustino responderá:

A menos que se me convenza  por testimonio de la Escritura o por razones evidentes, no quiero ni puedo retractarme en nada, porque no es seguro ni honesto actuar contra la propia conciencia. Que Dios me ayude. Amén[10].

Carlos V no llevó a las últimas consecuencias la aplicación del edicto de proscripción de Worms. Los miramientos con los que tuvo que andar siempre con los poderes territoriales, más concretamente con el de Sajonia electoral, permitieron que su príncipe actuara como si tal edicto no existiese. Lutero desde entonces era un proscrito en el Imperio y, por lo mismo, estaba expuesto a la ejecución de las penas impuestas a los excomulgados. La protección de su señor territorial le libraría de estos peligros y permanecería en el castillo de Warburg desde mayo de 1521 hasta marzo del año siguiente disfrazado como el caballero Jorge. Entre los objetivos intelectuales de Martín Lutero figuraba la traducción de la Sagrada Escritura al alemán, y será durante su estancia en el castillo cuando consiga la traducción alemana del Nuevo Testamento[11].
La doctrina luterana influyó fuertemente en la clase baja trabajadora dando lugar a la denominada Guerra de los campesinos (1525). Pequeñas revueltas iniciales que desembocaron en guerra por el impulso del líder anabaptista Thomas Müntzer (1488-1525). Lutero se mostrará claramente contrario al movimiento a través de su obra Exhortación a la paz. Creía firmemente que los cristianos debían obedecer siempre a sus gobernantes, incluso aunque sean injustos[12]. Percibiendo el alejamiento del pueblo, éste le pagará con el suyo mediante su escrito Contra las rapaces y homicidas hordas de los campesinos en el que insta a la nobleza a aplacar de forma contundente la ira de los rebeldes. Dos años antes había ayudado a un grupo de nueve monjas a abandonar su convento. Entre ellas se encontraba Katherine von Bora (1499-1552), con la que Lutero se casaría en junio de 1525[13].
La Dieta de Spira de 1526 había decidido dar por nula la imposición del Edicto de Worms de 1521 y la reforma de la iglesia mediante la celebración de un concilio era cada vez más demandada. Los ánimos de los católicos alemanes comenzaron a irritarse a raíz de las ventajas y avances que habían obtenido por los reformadores en la Dieta de Spira de 1526. Carlos V convocó la próxima Dieta en Spira (1529) para tratar tres cuestiones esenciales: las disensiones religiosas, la guerra contra el turco y la paz interna del Imperio[14].
Buena parte de príncipes y ciudades firmaron su oposición al retorno de Worms con la siguiente fórmula: “Protestamos[15] ante Dios que no podemos aceptar lo decretado porque hacerlo sería contario a Dios”. Ya había príncipes (como los de Hessen y Sajonia) entusiasmados por la Reforma y dispuestos a organizar alianzas armadas, si ello fuere preciso, para defender la causa evangélica[16]. Un proyecto, en principio teológico y espiritual de Lutero, que fue tomando una dimensión política cada vez mayor. En la Dieta de Augsburgo de 1530 presentó Melanchton (1497-1560)[17] una propuesta de acuerdo religioso a través del documento conocido como la Confesión de Augsburgo, con la que el propio Lutero no estaba muy conforme. El fracaso de los coloquios conducirá inevitablemente a una sucesión de confrontaciones bélicas entre los bandos protestante y católico.
La salud de Lutero había comenzado a mermarse, particularmente entre los años 1527-1537[18]. Sin embargo, no cejó en su actividad docente y escritora, saliendo de su pluma los últimos escritos que no hacían sino afianzar sus posiciones y sus rechazos. En 1543 daba a luz su aireado libro Contra los judíos y sus mentiras, y en 1545 se despedía con el furibundo panfleto Contra el Papado de Roma fundado por el demonio[19].
Su muerte se produjo en la madrugada del 18 de febrero de 1546 cuando había vuelto a Eisleben, su lugar natal, para mediar en un conflicto familiar. Instantes antes de morir dirigió una oración a Dios con la confianza cierta de que le otorgaba la salvación. Según los médicos que le asistieron, la causa de la muerte fue una angina de pecho aguda complicada con arteriosclerosis[20]. Su cadáver fue aclamado y venerado en su trasladado a Wittemberg donde fue enterrado en la iglesia del castillo.

Bibliografía
Egido, T. (2006). Lutero y el luteranismo. En Cortés Peña, A. L. (Coord.), Historia del cristianismo. III, el mundo moderno. Granada: Trotta.
Floristán, A. (2008). La ruptura de la cristiandad occidental: las reformas religiosas. En Floristán, A. (Coord.), Historia moderna universal. Barcelona: Ariel.
Lazcano, R. (2009). Biografía de  Martín Lutero: 1483-1546, Madrid: Editorial Agustiniana.
O’Neill, J. (1991). Martín Lutero, Madrid: Akal.




[1] A unos ciento diez kilómetros al suroeste de Wittemberg, y a noventa y cinco al nordeste de Erfurt.
[2] Lazcano, R. (2009). Biografía de Martín Lutero: 1483-1546, Madrid: Editorial Agustiniana. p. 35.
[3] O’Neill, J. (1991). Martín Lutero, Madrid: Akal. p. 9.
[4] Lazcano, R. p. 68.
[5] Floristán, A. (2008). La ruptura de la cristiandad occidental: las reformas religiosas. En Floristán, A. (Coord.), Historia moderna universal. Barcelona: Ariel. p. 86.
[6] Lazcano, R. p. 112.
[7] Ibídem, p. 114-115.
[8] Ibídem, p. 121.
[9] Egido, T. (2006). Lutero y el luteranismo. En Cortés Peña, A. L. (Coord.), Historia del cristianismo. III, el mundo moderno. Granada: Trotta. p. 102.
[10] Ibídem, p. 112.
[11] Lazcano, R. p. 219.
[12] O’Neill, J. p 43.
[13] Matrimonio del que nacerían cinco hijos.
[14] Lazcano, R. p. 315.
[15] Mediante esta fórmula a los evangélicos se los llamará protestantes en adelante.
[16] Egido, T. (2006). p. 132.
[17] El alumno más aventajado de Lutero.
[18] Lazcano, R. p. 386
[19] Egido, T. (2006). p. 134.
[20] Endurecimiento de arterias de mediano y gran calibre.

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