Escrito por: Ramón Soneira Martínez, Máster en Ciencias de las Religiones y doctorando por la Universidad Complutense de Madrid.
1.
Introducción:
Los movimientos new age y
paganismo son el paraguas de una gran tipología de creencias y prácticas rituales
en que la experiencia y la acción poseen mayor peso que la creencia o el dogma,
tal y como afirma Sabina Magliocco (2015). Esta nueva mentalidad religiosa no
solo se inspira en las religiones mayoritarias, sino también en la evolución
del esoterismo occidental y las llamadas “ciencias ocultas” europeas que tienen
un fuerte arraigo a finales del siglo XIX y en los inicios del siglo XX.
Generalmente, desde los estudios
académicos se ha tendido a unificar ambos conceptos, new age y neopaganismo, aunque
el segundo suele ser entendido como una subcategoría del primero.
Sin embargo, existen diferencias notables que nos permiten hablar de dos
movimientos diferentes, tal y como veremos a lo largo de este trabajo. No
obstante, aún a pesar de sus diferencias, es cierto que ambos nacen de un
tronco común, por lo que comparten una historia desde la cual han desarrollado
su aparato religioso, sus ritos y sus creencias.
Dentro de ese aparato religioso
destaca el concepto de magia, pero también la espiritualidad individual cargada
de emociones y experiencias desarrollando, ante todo, una espiritualidad y
religiosidad personal mediante una gran heterogeneidad de prácticas y de
creencias, como observa Magliocco (2015). La triada conceptual magia-religión-ciencia,
esgrimida por Wouter J. Hanegraaff (2016), y la construcción de los conceptos
en oposición entre sí, es la clave para entender la evolución del concepto de
magia y, por ende, de gran parte de la praxis religiosa de ambos movimientos. Además,
ambos se encuentran arraigados en la dinámica política y social de la
actualidad, adhiriéndose a movilizaciones reivindicativas como el feminismo o
el ecologismo entre otras que, según mi punto de vista, nacen de la propia
naturaleza reivindicativa de su culto para dotarlo de visibilidad y legitimidad
en la sociedad actual. Precisamente una de las diferencias entre el movimiento new
age y el neopaganismo se va a encontrar en cómo se legitiman: mientras que el neopaganismo
lo hace mediante el estudio de las creencias precristianas, el new age intenta
acercarse a la ciencia y el bienestar psicológico.
Analizando la historia de estos
movimientos, así como su origen, encontramos una evolución muy interesante.
Ambos desarrollan su aparato religioso a través de la influencia de corrientes
de pensamiento muy antiguas. S. Magliocco (2015) incluye entre ellas el neopitagorismo,
el estoicismo, el hermetismo, el gnosticismo, el neoplatonismo e incluso el
propio cristianismo. Igualmente se ven influenciados por el devenir del
esoterismo occidental, con saberes como la alquimia, la astrología o incluso la
cábala judía.
Esta unificación de diferentes
corrientes filosóficas, así como de saberes “ocultos”, proviene de la creación
del hermetismo en el Renacimiento europeo del s. XV, con figuras como Marsilio
Ficino y Pico della Mirandola. Ambos personajes inician una escuela que se
dedica a la hermenéutica de los textos, unificando influencias y saberes como
los que citábamos anteriormente. Es un momento en el que destaca además la
traducción de textos árabes, cuya sabiduría influirá en gran medida en el
pensamiento esotérico posterior, tal y como afirma Hanegraaff (2016, p.401).
Todo este nuevo conocimiento, y la propia visión del mundo que se genera de él,
tendrán una influencia directa en los grandes movimientos esotéricos de Europa:
como la Masonería del s. XVII y los rosacruces
en el s. XVIII.
Durante la Ilustración se genera
un movimiento secular que empieza a desestimar los principios religiosos
tradicionales. Es en este momento cuando se genera la triada conceptual definida
por Hanegraaff (2016): magia-religión-ciencia, que determinará la construcción
de los términos en las etapas posteriores. Se produce también un acercamiento
de los conceptos científicos con los espirituales, tal como describe Magliocco
(2015) con el caso de Franz Anton Mésmer: este intelectual busco unificar el
magnetismo y la electricidad con la espiritualidad, creando el mesmerismo, que
unifica conceptos científicos con espirituales. Esta unificación de términos y
conceptos se desarrollaría en el s. XIX y llegará incluso al s. XX, con experimento
como el del Dr. McDougall y el peso del alma en 1907. De hecho, es precisamente
el s. XIX el periodo de mayor influencia en el movimiento new age y el neopaganismo.
Hanegraaff (2016), analizando el
Romanticismo alemán principalmente, afirma que este movimiento cultural supone
una ruptura con el modelo cientificista y racionalista de la Ilustración, al
interesarse no solo por el pasado histórico sino también por las prácticas
religiosas antiguas como una herencia oculta. Como también afirma S. Magliocco (2015,
p.646) este es un movimiento que trata de “resacralizar el mundo”.
Esta resacralización esconde un
nuevo interés por la práctica mágica y la espiritualidad, como se puede
observar en autores como el francés Eliphas Levi, que se dedica a estudiar la cábala
mediante asociaciones con el antiguo Egipto y con el Tarot. Fue la Orden
Hermética de la Aurora Dorada, posteriormente, la que reunió el esoterismo
anterior con el objetivo de crear una magia ceremonial a fínales del s. XIX y
principios del s. XX que influyó a todo el movimiento esotérico posterior. La
organización se interesa por la transformación espiritual del individuo
mediante diversas prácticas que se obtenían de corrientes esotéricas anteriores,
como los trances o viajes astrales. A esta organización, ya en el siglo XX,
pertenecía Aleister Crowley, uno de los personajes más influyentes en el new
age y el neopaganismo, sobre todo en este último.
A todo ello se une la filosofía
asiática, que influyó en la creación de organizaciones como la Sociedad
Teosófica de 1875 y su profecía de la Era de Acuario. Finalmente, en el siglo
XX, cabe destacar una nueva unión entre el lenguaje científico y el lenguaje
espiritual en los estudios de psicología humanista de Sigmund Freud, pero sobre
todo en los estudios de su discípulo, Carl Jung. La influencia de esta
corriente psicológica queda reflejada tanto en la obra de Magliocco (2015, p.
646) como en la de Hanegraaff (2016, p.402), en que aparecen conceptos como “inconsciente”,
cargado de una simbología de carácter interpretable; se diviniza la mente y se
utiliza como un instrumento espiritual, sacralizando de paso la psicología. A esto
se unen, en los años 60, los movimientos contraculturales, que han terminado dotando
de identidad y contenidos al new age y al neopaganismo, con una simbología
propia, como afirma Susan Greenwood (2009).
En conclusión, los movimientos new
age y neopaganismo poseen una construcción religiosa que proviene del devenir
del pensamiento, sobre todo esotérico, europeo. Estos movimientos desarrollan
una religiosidad con fuerte presencia del elemento espiritual. Ha habido
debates en el mundo académico sobre si estos movimientos son religiosos o no, o
si son religiones legítimas; desde el ámbito teológico cristiano, incluso,
ambas han sido estudiadas como concepciones religiosas erróneas en un periodo
de secularización. En cualquier caso, estas cuestionan el concepto de
espiritualidad como desarrollo religioso individual que choca con la manera clásica
de entender la religión, pues no hay instituciones ni dogma, sino desarrollo
personal, psicológico y espiritual, conseguido mediante una gran heterogeneidad
de prácticas.
La construcción que realizan
estos movimientos, que es en lo que centraré mi trabajo, concretamente en el
culto de la wicca celtíbera, supone una temática de estudio realmente
interesante. La simbología que se muestra en la práctica ritual no es solamente
antigua, sino que se proyectan símbolos e ideas contemporáneas en la
construcción ritual del culto. Este fenómeno ha sido estudiado sobre todo por Hanegraaff
(1999), en su concepción de las espiritualidades; según él, una religión sin
espiritualidades es imposible, pero sí es posible una espiritualidad sin
religión. Define por tanto la new age como espiritualidad sin religión, fruto
de la evolución secular de la sociedad occidental. Esto supone una gran
importancia del individuo, como veremos, en el culto de la wicca celtíbera.
En el siguiente apartado nos
centraremos en el culto conocido como wicca celtíbera, el cual, a pesar de
estar integrado dentro de la wicca, posee ciertas diferencias que lo dotan de
naturaleza propia. Para desarrollar este apartado, y debido a la escasez de
fuentes científicas que traten esta confesión religiosa, he tomado como fuente
la información que el propio grupo religioso aporta en sus estatutos y en su
sitio web. Además, tuve la oportunidad de realizar una entrevista al Sumo
Sacerdote del Consejo wiccano de la wicca celtíbera, Fernando González, máximo
representante de esta confesión religiosa, a quien agradezco su disponibilidad
y su aportación. Hay que tener en cuenta que debido al carácter hermético y
secreto de estos cultos mucha información es imposible de conocer, ya que el
conocimiento absoluto de la fenomenología del culto y su ritualidad solo se
permite a los iniciados en la wicca celtíbera.
La wicca celtíbera se define a
sí misma como un culto pagano, de ascendencia wicca. Dentro de la wicca, se
encuentran en lo que se conoce como rama wicca tradicional, y dentro de esta,
en la tradición celtíbera. Posee, además, una naturaleza hermética, mistérica e
iniciática. Se definen como un culto que trasmite la religiosidad celtíbera de
la Península Ibérica que emana del chamanismo paleolítico y los cultos europeos
precristianos. Se definen, igualmente, como herederos de la brujería tradicional,
que según el artículo 1 de sus estatutos fue perseguida durante la llamada “Era
de las Persecuciones” (González,
2012a, art.1): una etapa histórica que se inicia con las persecuciones a los
paganos del s. IV d.C. y que se prolonga hasta el s. XX.
Entienden como culto pagano, tal
como se aprecia en los artículos siguientes, un culto que desarrolla una
religiosidad anterior al cristianismo en Europa, que proviene de la
religiosidad paleolítica y que en la historiografía posterior fue asociada a la
práctica de la brujería y por ende a la praxis mágica. Aun así, en el art. 4 de
sus estatutos reconocen que una persona pagana es aquella que adopta el credo
religioso, las prácticas y las tradiciones paganas, aun sin tener un nexo de
unión histórico verificable.
Dentro de la wicca, se separan
de la llamada wicca gardneriana o wicca anglosajona, defendiendo una praxis
religiosa y un culto pagano autóctono que es verificable mediante el
reconstruccionismo histórico basado en fuentes arqueológicas, etnológicas y
escritas.
Esta comunidad religiosa se
considera apolítica, aunque igualmente afirma que defenderá sus derechos y
libertades como minoría religiosa ante el Estado o ante personas físicas o
jurídicas que menoscaben a la wicca celtíbera. Incluso reivindican la
desaparición de la asignatura de Religión en la Educación Pública
sustituyéndola por una asignatura de Historia
y Filosofía de las Religiones. Sus objetivos se centran en reconstruir el
culto celtíbero, organizando el ritual y congregando a sus fieles en torno a
este. Su praxis religiosa se centra en liturgias y rituales que según la
tradición celtíbera provienen de una etapa precristiana. No tienen como
objetivo ni el proselitismo, ni el ánimo de lucro. Pregunté al informante Fernando
González, Sumo Sacerdote, si se cobraba un ingreso al iniciarse y me negó tal
hecho.
En cuanto a aspectos más
formales, la confesión religiosa wicca celtíbera fue reconocida legalmente como
minoría religiosa el 23 de diciembre del año 2011 y fue, por ende, inscrita en
el Registro de Entidades Religiosas del Estado Español. La confesión esta
igualmente reconocida en Portugal debido a que existen miembros de la wicca que
se encuentran en este país, concretamente de la Congregación o Coven Irmandade
Lusitana. Aun así, la wicca celtíbera es fundada por Fernando González en
España en el año 1983 a través de la Brujería Tradicional Hispánica/Ibérica
(BTH/BTI) que pasa a denominarse como Wicca Tradicional Hispánica/Ibérica
(WTH/WTI). Según esta confesión, el cambio terminológico se realiza por la
connotación que se tiene en la sociedad del concepto de brujería. Se toma el término wicca, no para dotarlo de una
ascendencia anglosajona, sino como dice el propio Fernando González para “actualizar
la brujería” defendiendo que la BTH o WTH es la evolución de los cultos paganos
de la Península Ibérica (González, 2012b).
Desde 1992 realizan una de sus
principales festividades, el solsticio de verano del 23 de junio o Litha, en la
localidad de Pinto (Madrid) y desde el 1 de noviembre del 2013, la fiesta de
Samhain en esa misma localidad. Dos festividades que analizaremos más adelante.
En el año 2012, la wicca celtíbera constituye la Plataforma en favor de la
Libertad Religiosa del Paganismo junto a la Confesión Religiosa Comunidad
Odinista de España-Ásatrú con el objetivo de ser una plataforma unificadora de
los distintos cultos paganos que hay en España (druidismo, odinismo y wicca).
Han conseguido ser una plataforma unida que ha permitido una relación directa
entre el Estado y las confesiones paganas para poder canalizar sus necesidades,
como por ejemplo trasportar puñales y espadas que se utilizan en los rituales
sin que los agentes de seguridad les multen.
La wicca celtíbera
posee una estructura interna jerarquizada de los fieles y las personas que
componen la comunidad religiosa: por un lado se encuentra la naturaleza de los
fieles y por otro los órganos de representación.
Los
fieles
se dividen en tres tipos: creyente, wiccano/a, sacerdote/isa y sumo/a sacerdote/isa.
La terminología “creyente” se utiliza en aquellas personas que sienten afinidad
hacia la wicca celtíbera aunque practiquen otro culto diferente, así como los
menores de 13 años. Estas personas no pueden participar en los rituales
privados ni en los órganos de representación.
En
segundo lugar, la terminología “wiccano/a” se aplica a las personas que, habiendo
apostatado de cualquier otro culto, se inician en la wicca celtíbera mediante
un ritual conocido como Ceremonia de Bautizo u hospitium y con la inscripción en el Libro de Nombres de la
congregación correspondiente. El proceso de iniciación se prolonga hasta un año
y un día. Mientras tanto, la persona se adscribe bajo el nombre de adepto/a, y
carece aún de pleno derecho. La persona considerada wiccana es un miembro de
pleno derecho dentro de la confesión, se le enseña el saber completo de los
rituales privados y las enseñanzas privadas del culto y se le permite
participar en los órganos de representación que veremos más adelante. Cabe
destacar que uno de los elementos que se les exige a los nuevos miembros,
aquellas personas que quieran convertirse en wiccanas, es que su deseo de
introducirse en el culto sea: “procurar su desarrollo espiritual y
servir a los/as Dioses/as” (González, 2012a, art. 52).
La
categoría de “sacerdote/isa” se alcanza cuando se ha estado vinculado a la
confesión durante al menos seis años. Para alcanzar esta categoría hay varias
pruebas que deben ser superadas, así como un ritual de tránsito que, debido al
carácter hermético del culto, desconozco. La categoría de “sumo/a sacerdote/isa”
se obtiene al acreditar doce años de pertenencia a la wicca celtíbera y superar
el ritual de tránsito a dicha categoría. Por último, ninguna persona iniciada
en el culto, ostente el cargo que ostente, se da de baja de la wicca celtíbera
tras su muerte ya que existe una escatología, como veremos, para los aspectos
de la muerte y el Más Allá.
En
cuanto a los órganos de representación
existen seis tipos: el Sumo Sacerdote del Consejo wiccano, el Consejo wiccano,
la Cámara del Arte, la Hermandad de Congregaciones, la Congregación y el
Colegio Sacerdotal.
El
“Sumo Sacerdote del Consejo wiccano” es la máxima autoridad y representación de
la wicca celtíbera. Actualmente el cargo lo ostenta Fernando González, el informante
con el que pude tener la entrevista. A parte de sus funciones administrativas
como máximo representante de la confesión, sus labores religiosas incluyen: “Autorizar,
mantener y cohesionar los Principios Doctrinales, Tradiciones, y Prácticas de la
wicca celtíbera, (…) con el asesoramiento y recomendaciones del consejo wiccano”.
(González, 2012a, art.19b)
El
“consejo wiccano” está formado por el Sumo Sacerdote y por un máximo de doce
miembros. Los miembros del Consejo son Sumos Sacerdotes de las distintas congregaciones
que pertenezcan a la Cámara del Arte o a la Hermandad de Congregaciones y que
lleven veinte años inscritos como miembros de la wicca celtíbera.
La
“Cámara del Arte” es el órgano de representación de las distintas tradiciones
que existen en las Congregaciones y que han sido reconocidas por la wicca celtíbera.
Está formada por un Sumo/a Sacerdote/isa de cada tradición.
La
“Hermandad de Congregaciones” es el órgano que unifica a todas las
Congregaciones inscritas en la wicca celtíbera. Se compone de un Sumo/a
Sacerdote/isa de cada Congregación así como un Sacerdote/isa que sirve de
representante de los miembros que no están adscritos a ninguna Congregación.
La
“Congregación, Coven o Corro” se trata de un grupo de seis o más
Sacerdotes/isas, hasta un número máximo de doce, que construyen un circulo
autónomo. Cuenta con su propio Libro de Sombras y su propio Libro de Nombres
así como su propio Sumo/a Sacerdote/isa.
Fernando
González, en la entrevista que puede realizarle, me afirmaba que:
Normalmente
suele haber un Libro de Sombras por cada Congregación. De hecho ahora me estoy
ocupando de homogeneizarlo todo dentro de la tradición, porque claro, cada
coven tiene el suyo propio. En el caso de mi coven (Orden Sagrada de Beltane)
es muy cerrada y no sale ni siquiera del coven. Otros coven se basan en lo que
yo les trasmito desde mi coven que lo hago más genérico, más extensible para
guardar la tradición, pero sin revelar la parte que como coven debo reservarme.
Esto
le permite realizar de manera autónoma sus propios ritos y construir su propia
creencia o culto a la divinidad que estimen oportuna siempre que respeten los
principios de la wicca celtíbera (González, 2012a, art.24.6). El propio
informante, Fernando González, me aseguro que “tú puedes tener una devoción o
haberte consagrado tanto como coven como particularmente a una divinidad
concreta”.
Según
mis investigaciones, existen las siguientes congregaciones o covens dentro de
la wicca celtíbera: Coven de la Orden Sagrada de Beltane, Coven de Cova Nubles
o Cuniebles, Coven Crannd Bethadh y la Coven Irmandade Lusitana. El informante
Fernando González, Sumo Sacerdote, me indicó que existía alguna más aunque no
me facilitó sus nombres.
Finalmente,
el ultimo órgano de representación de la wicca celtíbera es el “Colegio
Sacerdotal”, compuesto por los/as sumos/as sacerdote/isas y el resto de sacerdotes/isas,
siempre supeditado a todos los órganos anteriores y sobre todo al sumo sacerdote
del Consejo wiccano.
En cuanto al
sistema de creencias hay una conjunción entre dos naturalezas distintas: por un
lado, las creencias de naturaleza pagana, que evocan a un pasado prerromano de
la Península, y por otro las creencias referidas a la wicca.
Esta
conjunción puede observarse en primer lugar en el Panteón, que en la wicca celtíbera,
es politeísta. Se compone de una gran cantidad de divinidades extraídas del
Panteón Celtíbero como por ejemplo el dios Endovéllico, la diosa Atecina,
Epona, Lugh, Cerunnos, Beltane, etc. y cada congregación se consagra a uno.
Esta sería la naturaleza extraída del pasado religioso prerromano; sin embargo,
esta naturaleza se une al Panteón de la wicca Tradicional. Todas las
divinidades se organizan bajo el prisma de dos arquetipos: por un lado, un Dios
Padre que posee una naturaleza doble, y por otro lado una Diosa Madre de
naturaleza triple. Estos dos arquetipos serían las dos divinidades principales
y jerárquicamente superiores y el resto de divinidades se supeditan a estos dos
arquetipos. La conjunción de ambos arquetipos permite la renovación cíclica del
mundo, así como la fecundidad, pero también la existencia de un tercer
elemento, la persona inicada que se genera a raíz de la conjunción de ambos
arquetipos. Esto genera, según Fernando González, un “vínculo trino” (González,
2012b).
El Dios Padre
es el Dios de la Vida y de la Muerte, Luz y Oscuridad, y es representado como
el Dios Cornudo (Cerunnos). Mientras tanto, la Diosa Madre es una Diosa Triple:
amorosa, ardiente e implacable; virgen, madre y anciana. Es la Diosa de la
Fertilidad, Vieja Bruja (Cailleach) y está asociada al mundo de las aguas, como
“útero divino” (González, 2012b).
Sin embargo, donde se aprecia sobre todo la influencia de la wicca es en los
llamados Principios Religiosos.
El primero de
ellos es el “Principio del Retorno o Regla del Tres”: “Toda acción provoca una
reacción, que devuelve triplicada la energía liberada”, muy similar a lo que se
conoce como karma pero añadiéndole la multiplicación del tres. El segundo
principio es el “Principio del Libre Albedrío”: “El camino de la wicca es
elegido, merecido y secreto”, este principio resume la naturaleza de la wicca.
No es proselitista y tiene un componente mistérico, una sabiduría solo legitima
para los iniciados. Por último, el “Principio de Voluntad o Regla de Oro”: “Haz
lo que debas”, donde
se dota de gran importancia a las acciones. La libertad en la creencia, respetando
las nociones básicas antes citadas, define a la wicca celtíbera como un grupo
religioso ortopráctico y no tanto ortodoxo. No hay un libro de dogma como tal,
aunque sí hay un libro de praxis religiosa o prácticas religiosas, el Libro de
Sombras de cada congregación.
Sin embargo,
esta última reflexión debe tener ciertos matices, ya que unido a estos tres
principios, existen tres compromisos: el compromiso de fe, el compromiso de
fidelidad, y el compromiso de secreto.
El “compromiso de fe” se refiere a un acto que debe hacer toda persona que
quiera ser iniciada pero que afecta a la creencia. Debe apostatar de su culto
anterior negando cualquier otro culto que no sea el de la tradición wicca. El “compromiso
de fidelidad”, se refiere a una fraternidad del iniciado dentro de la comunidad
y el respeto hacia esta y sus miembros. El “compromiso de secreto”, se refiere
al hermetismo y al carácter mistérico del culto. Ningún iniciado puede dar
información secreta del culto bajo pena de traición, aunque ya no se pertenezca
a la tradición. Entre estos tres compromisos, el compromiso de fe afecta no
solo a las acciones y a la praxis sino también al sistema de creencias.
Hay libertad
de culto dentro del culto pero no se puede ser wiccano/a celtíbero/a si se
procesa otra religión o incluso si se procesa otro tipo de rama de la wicca que
no sea la Tradicional como la Ecléctica, la Gardneriana, etc. tal y como se
afirma en el art.7 de sus Estatutos (González, 2012a).
Toda esta
conjunción de creencias desemboca en el art. 5 de los Estatutos de la confesión
religiosa wicca celtíbera (González, 2012a). En este artículo se definen las
creencias del grupo. Se habla de la creencia en un “mundo espiritual vivo”,
junto a una “naturaleza viva y consciente”, así como “politeísmo” y “espíritus
de la naturaleza”, que suponen una conjunción entre una posición animista,
deísta y politeísta a la vez. Además, se define una vida después de la muerte,
basada en la trasmigración de las almas, una ley de causa y efecto y la
interacción entre vivos y muertos, que tiene que ver con ejercicios de
necromancia y por tanto la defensa de prácticas mágicas mediante el control de
los elementos. Precisamente, en esa visión escatológica, Fernando González me
comentaba lo siguiente: “no existe un infierno, existe el paso hacia el otro
lado. El otro lado es una vida idílica, espiritual propiamente dicha. Esto no
significa que no puedas volver (…) no tiene por qué ser inmediato (…) pueden
volver a reencarnarse. (…) Es una fase más”.
En cuanto a
la cosmogonía, igualmente se superpone una cosmogonía construida desde la
mitología prerromana, celta sobre todo, pero igualmente hay una cosmogonía que
pertenece a la wicca propiamente dicha. Al consultársele sobre esta dicotomía, y
cuál era la cosmogonía de la wicca celtíbera, Fernando González que es: “básicamente
la (cosmogonía) céltica pero luego hay una parte B que va más allá de esa
cosmogonía”.
Defienden que
todo ello proviene de una tradición milenaria que se obtiene mediante el
conocimiento histórico y que la ciencia y el conocimiento no son obstáculos,
sino que ayudan a descubrir el “origen y el significado de las cosas”. Además,
se apoyan en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la Carta de los
Derechos Fundamentales de la Unión Europea y la Constitución Española de 1978,
tal y como se recoge en los Estatutos (González, 2012a, art.6).
Finalmente, y
para entroncar con el siguiente apartado, se aclara que en su sistema de
creencias defienden la sacralidad de los lugares en que se realizó culto en la época
prerromana para realizar su culto actual.
En cuanto a
los lugares de culto existen dos tipos: los llamados centros de culto, que son
actuales y suponen las sedes de culto de la wicca celtíbera, y por otro lado
los lugares o santuarios sacros, que suelen ser santuarios o lugares de culto
de yacimientos prerromanos en la Península, como el santuario vetón de Ulaca en
Ávila, aunque existen otros muchos donde la wicca celtíbera ha llevado a cabo
sus rituales, como me afirmaba el informante y Sumo Sacerdote, Fernando
González.
La
importancia que tienen estos lugares de culto prerromanos en la ritualidad de
la wicca celtíbera les llevó a firmar, junto con otros cultos neopaganos de
carácter druidista, el Manifiesto por la Protección y el Reconocimiento de los
Lugares Sagrados de la Tradición Celta (Asociación Religiosa Druída
Fintan, 2013). En ese manifiesto se apuesta por
la creación de los custodios como
personas encargadas de proteger el lugar sagrado y dotar de importancia
espiritual al recinto.
Dentro del
reconstruccionismo histórico existe, por tanto, una gran preocupación por los
lugares sacros de la antigüedad. Se apuesta no solo por su protección, sino por
su utilidad como escenarios de los diferentes ritos que procesan, no solo la wicca
celtíbera, sino otros cultos neopaganos como el druidismo. Es cierto que, en el
caso de la wicca, la festividad de Litha o solsticio de verano, y el Samhain se
realizan en la localidad de Pinto y son de carácter público, como veremos a
continuación. En estos casos no se ha tomado un punto de referencia histórico
para llevar a cabo el ritual.
La ritualidad
de la wicca celtíbera queda recogida en lo que han denominado un “calendario pagano”,
que divide el año en periodos y ciclos en los cuales se realizan diferentes
rituales (González, 2012a, art.38). Este calendario divide el año en 13 “aquelarres”
y 8 “festivales” que completan la “rueda del año” mediante la conjunción de un
ciclo solar y un ciclo lunar. A diferencia de la wicca tradicional, la wicca celtíbera
rechaza denominar a estas festividades “esbats” (cuando se celebra la luna
llena, sustituyendo el término por “Aquelarre”) y “Sabbats” (las ocho
festividades solares o “Festivales”). El rechazo se debe a que, en el caso de
los “esbats”, se trata de un galicismo que significa jugar en círculo o
alrededor de algo, prefieren el término “Aquelarre”. En el caso de los “sabbats”,
afirman que la palabra proviene del hebreo y que fue utilizada por los
cristianos con sentido peyorativo, recogiendo unas palabras de Gardner, tal y
como defiende F. González (2012b).
El ciclo
lunar se compone de los 13 plenilunios del año solar celebrando igualmente los
13 novilunios correspondientes. Estas festividades son de ámbito privado y a
ellas solo pueden asistir los iniciados en el culto. En cuanto al ciclo solar,
se compone de ocho festividades que corresponden a los dos solsticios, los dos
equinoccios y las cuatro festividades intermedias. Estas cuatro festividades
intermedias son: en primer lugar, “Samhain”, celebrada el 1 de noviembre; se
celebra el año nuevo religioso y es una festividad relacionada con el culto a
los antepasados y a la diosa Ataecina. En segundo lugar, destaca “Imbolc” u “Oilmec”,
celebrada el 1 de febrero, consagrada a la diosa “Brigantia/Brighid”, una
festividad relacionada con el hogar. En tercer lugar, la fiesta de “Beltaine” o
“Beltane”, celebrada el 1 de mayo, consagrada al dios “Belenos”, en que se
celebra la resurrección y purificación del mundo. Es la festividad antagónica a
“Samhain”. Finalmente destaca la fiesta de “Lugnasad” o “Lughnasadh”, consagrada al dios “Lug” y su madre “Tailltiu”
y está relacionada con las nupcias.
Los rituales
se dividen según su naturaleza. De los de ámbito privado y hermético no
conocemos nada, pero no son iguales en todas las Congregaciones, como me decía
el informante y sumo sacerdote Fernando Gonzalez, ya que como veíamos cada una
posee su propio Libro de Sombras. Sin embargo, las festividades que citábamos
anteriormente sí son comunes a toda la tradición wicca celtíbera. Es decir,
poseen unas fiestas comunes a toda la confesión (los 13 Aquelarres y los 8 Festivales)
pero luego los ritos privados difieren en cada congregación.
La wicca celtíbera
considera festividades de carácter público aquellas en las que se permite la
entrada a personas no iniciadas, mientras que las privadas son aquellas en las
que solo pueden participar los/las wiccanos/as. Se consideran de carácter
público los festivales de renovación, pero también los bautizos, los esponsales
y los entierros. Dentro de los festivales de renovación querría destacar el solsticio
de verano, realizado el 23 de junio y el Samhain, ya que son dos festividades
que se realizan en Pinto y cualquier persona puede observarlas.
Para concluir
este apartado me gustaría enumerar una serie de elementos dentro de la
ritualidad de la wicca celtíbera que he podido observar en mi investigación y
que nos ayudan a comprender el reconstruccionismo histórico que analizaremos en
el siguiente apartado. Dentro de las festividades públicas, el Solsticio de
Verano lleva más de dos décadas representándose de manera pública y su praxis
es perfectamente describible.
Hay una
congregación de fieles en torno a una hoguera ofreciendo una serie de ofrendas
florares. Suele invocarse los vientos de los cuatro puntos cardinales, los
cuales están presentes en la praxis ritual de la wicca tradicional, no solo en
la wicca celtíbera. En el caso del Samhain hay una procesión donde los fieles
se congregan para dar culto a la diosa Ataecina. En la entrevista que tuve con
el Sumo Sacerdote, Fernando González, le pregunté sobre el bautismo, festividad
pública: al respecto, informó que en dicho ritual el elemento más importante es
el agua: “lo que el cristianismo ha adaptado de los cultos mistéricos y del
culto judaico, a través de su tradición, pero sí, se utiliza el agua”.
Sin embargo,
hay objetos y elementos que se utilizan en el ámbito privado y que permiten dar
una mayor visión de la praxis ritual con el objetivo de analizar el
reconstruccionismo histórico que realizan de dicha praxis. Un primer elemento
que se utiliza en los rituales es la sangre. No hay sacrificios cruentos, pero
en el ritual de iniciación el/la sacerdote/isa o sumo/a sacerdote/isa derrama
un poco de su sangre para ungir a la persona iniciada.
Un segundo
elemento que puede apreciarse en los rituales no solo públicos, sino también
privados es la manzana. Le pregunté al informante y sumo sacerdote, Fernando
González, sobre este objeto: “la manzana como fruto de la tierra es
fundamental, es asequible, cercana y evidentemente tiene una simbología
relacionada con el renacimiento”. También hay una importancia en las libaciones
de vino y, sobre todo, de cerveza, como me pudo afirmar el informante, incluso
utilizando la “Kaelia” o cerveza celtíbera, así como el hidromiel. En la
ritualidad también destaca el uso del llamado “sago de lana o sagum de lana y la túnica de lino”,
según me explicaba Fernando González, “junto al cinto celtibérico”.
Destacan
además tres colores de manera predominante: el blanco, el negro y el rojo, cada
uno son su significación ritual. Según Fernando González: “La mezcla de rojo,
blanco y negro no es algo que sea nuevo, es una mezcla de colores que ha
existido desde siempre, y tiene un significado, que bueno se han ido dando
diferentes significados, diferentes versiones del significado, pero
efectivamente existían”.
La ritualidad
se basa en el pensamiento cíclico que soporta el sistema de creencias de la wicca
celtíbera. Un movimiento cíclico de la Naturaleza que se regenera mediante el
rito. Y es curioso como lo apuntaba Fernando González con las siguientes
palabras:
“(…) el eterno renacimiento, la regeneración, etc.
todo ese pensamiento gira en torno a eso (movimiento cíclico). Los ritos son de
alguna manera mantener ese ciclo. Ya no es que digamos que si no lo hacemos no
es que no vaya a salir el sol, evidentemente, pero si nosotros, que se produzca
esa transformación cíclica, esos pasos de renovación que son necesarios en los pasos
de renovación a nivel espiritual nuestro”.
Se aporta un
elemento clave para entender esta religiosidad, el carácter espiritual del
individuo como fin último del rito. La ritualidad incluso puede realizarse de
manera individual aunque estén iniciados dentro de la misma Tradición. No es
obligatorio permanecer a un coven, aunque hay tendencia hacia ello, como me
comentaba Fernando González. Esta característica apunta precisamente hacia el
desarrollo de la espiritualidad individual.
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Fuentes:
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2014. [Edición de José Manuel
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TAM V 1539 = Tituli
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