I Ching
Por: Carmelo Morales Marcos
Doctorando en Universidad Complutense de Madrid
Correo electrónico: Karmelo7777@hotmail.com
Libro I Ching. Versión de Richard Wilhelm |
El
Yi Jing[1]
(I Ching) se encuentra entre los Cinco Clásicos chinos que fueron recopilados
por Confucio. Estos Cinco Clásicos eran: El
Canon de la Historia, El Libro de los Ritos, el Libro de Las Odas, Los Anales
de Primavera y Otoño y el Libro de las Mutaciones. También existió el Libro de la Música que desapareció en la
gran quema que llevó a cabo la dinastía Qin.
Yi
significa Cambio o Mutaciones y Jing significa Libro o Libro Clásico. Hay
algunos que dan la tutoría de la invención de los hexagramas a Fu shi, aunque
su existencia no está bien documentada y algunos no descartan que fuese
leyenda, de vivir lo hizo en el 2700 a.C o fechas aún más lejanas en el tiempo.
La autoría del texto se atribuye al rey Wen y al Duque de Zhou (1100-771 a.C).
Antes de esta dinastía, los Zhou, gobernaba la dinastía Shang. Los tres
elementos básicos en la dinastía Shang eran 1) el culto a los antepasados
(pilar fundamental del futuro confucianismo. 2) wuismo[2]
3) el culto a los espíritus de la naturaleza. La comunicación con los espíritus
se hacía mediante brujos o mediante adivinos, que interpretaban el futuro por
medio de hueso o caparazones de tortuga que se resquebrajaban cuando se les
daba calor y se acercaban al fuego, para luego interpretar sus grietas. Se
puede decir que el Oráculo de la Mutaciones
de los Zhou vino a reemplazar estos métodos más arcaicos. Se ha utilizado
durante más de 2000 años en su forma, más o menos, actual, pero en otras formas
posiblemente antes. En Occidente hasta fechas muy recientes el oráculo no era
tomado en serio. Hoy día la mayoría de las personas siguen sin creer en él.
Siguen la máxima de “todo lo que no es demostrable empíricamente no puede ser
real”. Pero precisamente para tener una fiel interpretación de sus sentencias
es necesario creer.
Si
nos dejamos guiar por las enseñanzas del I Ching enriqueceremos nuestras vidas,
desaparecerá nuestra inquietud, seremos más altruistas, tendremos mucha más
armonía interior, incluso podremos llegar a ser un “Chuntzu” (Hombre Superior),
es decir una persona que, sin ser perfecta
moralmente, trabaja incesantemente en esa perfección, sereno tanto en el
triunfo como en la derrota, capaz de enfrentarse a todo tipo de calamidades sin
quejarse. El I Ching, aunque nos
puede evitar de una grave enfermedad, de una muerte prematura, o, de una vida
infeliz con alguien que no nos conviene, se preocupa sobre todo de que el que
pregunta se corrija los defectos interiores y que persista en el Camino de la
virtud.
Fu Shi y la tortuga, animal cuyo caparazón se utilizaba como oráculo. |
Una
diferencia notable que distingue al Yi
Jing de otros medios de adivinación es, que este no te hace una premonición
y te deja solo a que esperes el resultado, sino que te dice el camino mejor a
escoger. Este camino suele coincidir con el Camino confuciano, que es la
rectitud en nuestras acciones.
Por
tanto, la filosofía o enseñanza es la siguiente: todo está sometido a cambio,
tanto si actuamos de una forma u otra, o nos quedamos inmóviles. Nuestra acción
o no acción produce unos efectos, estos producen a su vez unas acciones que
provocan nuevos cambios. Si nuestras acciones son rectas y sinceras (por lo
tanto dentro del Camino) los efectos serán favorables y lo mismo los cambios
originados. Lo mismo ocurre al contrario, cuando nuestras acciones no son ni
rectas ni sinceras, los efectos y cambios producidos serán desfavorables. Por eso
dice Confucio que el hombre se degrada a sí mismo antes de que los demás le
desprecien.
Claro,
también se producen cambios por las acciones de los demás. Cambios que nos
pueden repercutir negativamente. Estos son los que menos nos tienen que
preocupar, porque no son culpa nuestra y por tanto, tarde o temprano, pasan de
largo. Cuando el culpable somos nosotros el mal permanece. Partiendo de esta
base, la tarea sagrada del Yi Jing es
proporcionarnos más sabiduría para que nuestras intenciones sean puras y
consigamos alcanzar todas las virtudes morales. Una vez que nuestras
intenciones son puras y adornemos nuestro interior con virtudes, atraeremos a
los demás y los efectos y los cambios serán positivos.
Confucio
ya lo consideraba una obra antigua. En las Analectas declaró Confucio que si
viviese 50 años más los dedicaría al Yi
Jing, para corregir todos sus defectos. Aunque todos los eruditos no están
de acuerdo con la autoría de estas declaraciones, de lo que no hay duda ninguna
es que Confucio lo leyó y lo recopiló, y cualquiera que esté familiarizado con
los dos textos se daría cuenta de la conexión entre la doctrina de Confucio y
el Yi Jing. En las mismas Analectas habla Confucio de lo
importante que es consultar a los oráculos para persistir en la virtud.
Precisamente esta traducción ha desaparecido en la mayoría de los textos
neo-confucianos, porque no querían que el aspecto mágico-sagrado apareciese en
la doctrina de Confucio[3].
No debería de haber duda de que Confucio
estudió este libro sagrado a fondo. Hay autores, aunque son pocos, que piensan
que Confucio hizo comentarios sobre el Yi
Jing en todos los hexagramas, entre ellos John Blofeld.[4]
En
la adivinación se puede consultar al Cielo, a los antepasados, a los dioses o a
los espíritus. En los años finales de la dinastía Zhou, hacia el 770 a. se fue
descentralizando el estado y los reyes se convirtieron en figuras encargadas de
los ritos y la adivinación. El Yi Jing
dejó de ser monopolio de la realeza y
pasó a manos de los nobles. Es decir, en tiempos de la dinastía Zhou los
métodos de adivinación se convirtieron en un asunto específico de reyes u otros
tipos de gobernantes. Fue a partir de la desaparición de los Zhou occidentales
cuando comenzó a utilizarlo otros ciudadanos de la nobleza.
El
Cielo es la fuerza que hay detrás de toda diversidad y de toda variedad que
resultan de los cambios constantes y regulares. Por lo tanto, la Ley Natural en
un contexto confuciano es el principio de los constantes cambios, a través de
los cuales se le da vida a las cosas y todos los acontecimientos siguen su
curso. Pero esto antes que en confucianistas y taoístas ya se hace referencia
en numerosos comentarios del Yi Jing.
El sucesivo movimiento del Yin y el Yang constituye el Cambio. La naturaleza de
los seres humanos no es sino Cambio. El Yin y el Yang surgen y declinan en las
cuatro estaciones y las cosas mismas alcanzan su madurez.
El
Cielo sería entonces el motor que origina esos cambios que se dan a lo largo de
la vida, es el generador, no solo de la moral y de las virtudes en los seres
humanos, sino de la vida y de las mutaciones que se dan sin cesar en ella. Hace
que el Yin y el Yang sigan su curso y de esa forma todo alcance su consumación.
La fuerza material tiene su género, el Yin y el Yang. Los poderes Yin y Yang
fluyen por sus caminos y así se producen las cuatro estaciones; estas se mueven
en diferentes direcciones y así se produce los Cinco Elementos. El Camino del
Cielo es el que siguen los modos naturales y por el cual son creadas todas las
cosas. En el Yi Jing se habla del
Cielo como el Principio Creativo, y lo identifican con el Mandato del Cielo.
Bien como Naturaleza, bien como Ley Natural, el Cielo y el Camino del Cielo
impregnan la vida humana. Como todas las cosas se originan en el Cielo y como
los humanos se originan en sus antepasados, los sacrificios importantes están
encaminados a expresar gratitud a los originadores (Cielo y antepasados), para
recordar los comienzos. Para los confucianos el elemento sagrado, en este caso
ritual y sacrificio, interfiere entre el Cielo y los humanos, entre estos y los
antepasados.
En
la versión de Richard Wilhelm sobre el YiJing,
Carl Gustav Jung, figura clave del Psicoanálisis y autor del prólogo del
texto de Wilhelm, se atrevió a afirmar públicamente su creencia en las
predicciones del Libro de las Mutaciones.
Intentó incluso demostrar su veracidad con una teoría que se podría resumir en
“cualquier cosa que sucede en un momento dado está ligada con toda la situación
universal”. Con estas afirmaciones puso en riesgo su prestigio.
El
Yi Jing te ayuda a conseguir el “Dé” (德),
que significa virtud, propiedad moral que es capaz de dar a una persona un
poder o influencia psíquica sobre los demás y a veces sobre el entorno no
humano. Un rey que no cumpliese con sus obligaciones, bien no haciendo caso de
las leyes del ritual o infringiéndolas, o abusando de su poder, perdería su
virtud y el Cielo le quitaría su gobierno. De esta forma virtud y ritual están
estrechamente relacionados y se apoyan mutuamente. Es así como lo moral y lo
ético, en la tradición confuciana, ha ido obteniendo un carácter religioso y trascendental. Esa influencia se adquiere
sobre los demás gracias a la virtud y queda reflejada en muchos pasajes del Yi Jing, como por ejemplo en La Imagen
del Hexagrama 53 Chien La Evolución, donde
dice: <<Así permanece el noble en digna virtud a fin de mejorar las
costumbres>>[5].
Dice que se mejoran las costumbres al permanecer en la virtud. Esto es debido a
lo que se comenta más arriba sobre el
influjo que la persona que practica la virtud ejerce sobre los demás. Richard
Wilhem lo explica en el comentario a La Imagen de este Hexagrama: <<Para
lograr este efecto en la opinión pública, en las costumbres públicas, es
preciso que la personalidad adquiera gravitación e influencia. Esto se logra
mediante un cuidadoso y constante trabajo dedicado al propio desarrollo moral>>[6].
Tanto
en el Yi Jing como el Shu Jing domina especialmente el aspecto moral. Hay una
enseñanza que recorre todo el espíritu del Yi
Jing o Libro de la Mutaciones: es
imposible los logros duraderos sin la práctica de la virtud. Pero no solo por
la ley de causa y efecto, si no, porque el Cielo solo te protege si sigues el
Camino de la virtud. Como muestra pondremos un ejemplo pero hay multitud de
ellos.
El
hexagrama 14, en la versión de Richard Wilhelm se titula La Posesión de lo Grande, Tu Yu. En el Comentario para la Decisión
que se le atribuye a Confucio (aunque
hay numerosos estudiosos que no están de acuerdo en esta autoría), dice lo
siguiente: <<Su carácter es firme y fuerte y ordenadamente claro,
encuentra correspondencia con el Cielo y marcha con el tiempo>>”[7]. Pero independientemente de sí Confucio fue el
autor de los comentarios de las decisiones de los hexagramas, en la Imagen de
dicho hexagrama (que esta sí está casi todo el mundo de acuerdo en
atribuírselas a los Zhou), dice lo siguiente: <<Así reprime el Noble el
mal y fomenta el bien y de ese modo obedece a la buena voluntad del Cielo>>[8].
Para comprobar otras traducciones, la de John Blofeld dice algo parecido:
<<El Hombre Superior suprime a los que son malos y mantiene a los
virtuosos. Con la máxima alegría, se pone de acuerdo con el Cielo y ejecuta sus
órdenes>>”[9].
Valgan estos ejemplos para ver como hay un principio fundamental en el Yi Jing:
La voluntad del Cielo es que fomentemos el bien y evitemos el mal y si
practicamos la virtud seremos protegidos por él.
Vemos
ya en el I Ching al Cielo con sus múltiples funciones. Es a lo largo de los
seis ciclos (las seis líneas movibles) como el noble, como montado en seis
dragones, lleva su objetivo a su término.
Método de las monedas
Mujer realizando el ritual antes de preguntar al I Ching. |
Voy
a explicar este método por ser el más utilizado hoy en día, dejaré para otro
momento la explicación del método de los tallos de milenrama.
En
primer lugar hay que tener una actitud de reverencia y respeto. El respeto
comienza lavándose las manos antes de coger el libro, pues hay que tratarlo
como un elemento sagrado. Tenemos que tener un lugar íntimo en casa. El salón
puede ser un buen lugar siempre y cuando uno se asegure que no lo van a
interrumpir los próximos 90 minutos. Hay que estar libre de ruidos. Lo ideal
sería una mesa baja. En ella colocaremos dos velas en los extremos, el libro en
el lateral al que previamente habremos hecho tres inclinaciones de cabeza, o
por lo menos un cierto recogimiento interior cuando lo cogemos. También
tendremos en la mesa la cajita con las tres monedas, una hoja de papel y un
bolígrafo. Escribiremos la pregunta en el papel y de abajo a arriba pondremos
los 6 números que corresponden a las seis veces que tenemos que tirar las
monedas. Dicho de otro modo, arriba pondremos el número 6, debajo el 5 y así
hasta llegar al 1.
Cogeremos
las 3 monedas con las dos manos y nos concentraremos en la pregunta y en toda
la inquietud y curiosidad que nos causa. Tendremos que sentir en lo más hondo
de nosotros la cuestión que queremos plantear mientras movemos las monedas con
nuestras dos manos. Una vez que se llega a ese estado, uno suelta las monedas.
Solo hay 4 resultados posibles: 3 caras; 3 cruces; 2 caras y 1 cruz; 2 cruces y
1 cara. Si no tenemos claro cuál es la cara y la cruz se suele asignar dónde
está inscrito el valor de la moneda a la cruz. La cara vale 3 puntos y la cruz
vale 2. Por lo tanto la suma de las cuatro combinaciones posibles es 6, 7, 8 y
9. La primera tirada se apunta en el número 1 que hemos escrito en la hoja y
está abajo del todo. La segunda tirada se apunta en el dos, así sucesivamente
hasta llegar a la sexta tirada. Cuando el resultado es par, o sea, 8 o 6,
se dibuja una línea partida yin. Cuando
el resultado es impar 9 o 7 se dibuja una línea entera yan. Siempre dibujaremos
dos hexagramas porque si el resultado de alguna tirada da 9 o 6, es decir, que
salgan 3 caras o 3 cruces, esa línea muta en su contraria, y esto trae consigo
otro hexagrama nuevo. Al acabar miramos el índice o cuadro de hexagramas (en la
versión de Wilhelm está al final del libro) y descubrimos cual nos ha tocado.
Leeremos el primer hexagrama, luego las líneas móviles, solo las que hayan
salido 6 o 9, y por último leeremos el segundo hexagrama. Para interpretarlo se
requiere práctica. Poco a poco el Yi Jing
nos atrapará por lo certero de sus sentencias y porque la filosofía que
encierra tiene mucho que ver con nuestra naturaleza humana. Seguiremos…
Bibliografía seleccionada
Blofeld,
J. I Ching, Libro del Cambio. EDAF,
Madrid 1982.
Graham, Angus Charles (2012) El
Dao en disputa. Trad. Daniel Stern. México D. F. F de Cultura Ec.
Kaikuza, Shigeki (2004) Vida
y pensamiento de Confucio. Palma de Mallorca. Olañeta.
Pérez Arroyo, Joaquín (2002) Confucio.
Los Cuatro Libros. Barcelona. Espasa Libros.
Yao, Xinzhong (2001) El
Confucianismo. Trad. María Condor. Madrid.
Cambridge U. P.
Wilhelm,
R, I Ching, Libro de las Mutaciones,
Edhasa, Barcelona, 1977.
[1] Con este nombre
se lo traduce en pinyin, que es el vulgarmente llamado chino mandarín.
[2] Se llama así al
movimiento o costumbre de utilizar chamanes o brujos para indagar el futuro.
[3] P. Arroyo, J.
Los Cuatro Libros, Analectas XIII, 22. P.157.
[4] John Blofeld
vive en Thailandia y ha dedicado la mayor parte de su vida al estudio del
budismo y el taoísmo. Entre sus libros
destacan: I Ching El Libro del Cambio,
The Way of Power, Beyond the Gods, y Mantras.
[5] Wilhelm,R, I
Ching. Hexagrama 53. Pag 290.
[6] Ibd., p. 290.
¿Por qué en Occidente se le conoce como I Ching cuando en chino (mandarín) se lee Zhou Yi 周易?
ResponderEliminarHola V J Ochoa, Soy Carmelo Morales. Lamento contestarte tan tarde, pero hasta hoy no he sabido que habías preguntado.
EliminarVerás, en occidente se le conoce por I Ching, por una mala costumbre, pues en realidad se escribe Yi Jing. Yi significa Cambio o Mutación y Jing significa Libro o Libro Clásico. Pero como la "J" en chino se pronuncia como una "Ch" suave y "I" se pronuncia "Yi" que quiere decir libro o Clásico, tendríamos que en Pinyin (mandarín) se escribiría Yi jing, pero sonaría algo así como Yi Ching, de ahí que haya pasado a occidente como I Ching, que quiere decir libro(Jing o Ching) de los Cambios(YI o I).
Ahora bien, Zhou Yi no significa el Libro de los Cambios, sino el libro de los Zhou, que fue la dinastía a la que se atribuye la autoría del libro. Título por el que también se lo conoce pero es menos común.
Espero haberte ayudado. Si quieres más información escríbeme a mi correo con título I Ching y te intentaré aclarar otras dudas que tengas. karmelo7777@hotmail.com