jueves, 1 de septiembre de 2016

La evolución de la iconológica de la serpiente en el ámbito mediterráneo Parte II


Por: Marta Martínez Arranz

Correo electrónico: martinezarraz.marta@gmail.com

La serpiente en Grecia

Como hemos podido observar en el apartado anterior, la serpiente ha sido un símbolo asociado a la Diosa Madre de la Antigua Europa, la cual ejercía el predominio en el panteón mediterráneo antes de la llegada indoeuropea. Tras esta llegada, la serpiente mantuvo un papel constante en los mitos griegos, de los que podríamos interpretar una evolución funcional de la misma. En los relatos cosmogónicos, como en la Teogonía de Hesíodo, observamos que una serie de seres nacidos de la Tierra aparecen descritos con formas serpentinas o con miembros de serpiente, cuya función primordial es la de provocar el caos y ser doblegados por el poder de los dioses olímpicos. Posteriormente, los seres con forma de serpiente pasan a tener función de guardianes de objetos o lugares sagrados. Estos son los que generan controversia a los mitógrafos, en los relatos aparecen con el sustantivo δράκων, δράκοντος que significa tanto serpiente como dragón. Entonces ¿son dragones o serpientes?
Si nos remitimos a la morfología del término δράκων, el grado 0 del término es δρκ-, si lo ponemos en grado E δερκ-  lo que nos indica que este término proviene del verbo δέρκομαι “mirar” y δράκων sería un participio de sujeto traducido por “la mirona”. Entonces los dragones serían un tipo de serpientes, “las mironas” o "los que observan" y por tanto vigilan, puesto que hay otro término para las serpientes comunes y culebras, ὄφις, ὄφεως.

Gea y sus hijos

Gea es la Tierra, concebida como el elemento primordial del que surgieron las razas divinas. El papel que desempeña en la Teogonía hesiódica es grande, pero nulo en los poemas homéricos. Según Hesíodo, Gea nació en segundo lugar, después de Caos e inmediatamente antes que Eros (la Atracción). Sin intervención de ningún elemento masculino, engendró a Urano (el Cielo), que la recubre, y a las Montañas, así como a Ponto y a Tártaro.
Descontenta por la derrota de los Hecatónquiros, hijos suyos, a mano de los dioses olímpicos, se unió con Tártaro, el dios que personificaba los abismos del Infierno heleno, y engendró con él un monstruo de prodigiosa fuerza, Tifón. Era un híbrido de hombre y monstruo, por la talla y la fuerza superaba a todos los restantes hijos de Gea. Cuando extendía sus brazos, una de las manos llegaba a oriente y la otra a occidente, y en lugar de dedos tenía cien cabezas de dragón. Sus miembros inferiores estaban compuestos por víboras. Tenía el cuerpo alado y sus ojos despedían llamas. Cuando los dioses vieron que este ser atacaba el monte Olimpo huyeron hasta Egipto ocultándose en el desierto adoptando formas de animales. Tras diez años de enfrentamiento entre los dioses y Tifón en una guerra denominada por los mitógrafos Tifonomaquia, el monstruo huye desanimado y, mientras atravesaba el mar de Sicilia, Zeus lanzó contra él el monte Etna y lo aplastó. Se atribuye a Tifón la paternidad de varios monstruos como la Hidra de Lerna, la Quimera de dos cabezas, una de cabra y otra de león, y cola de serpiente; y el dragón que protegía el vellocino de oro en la Cólquide.  
Por otro lado, Equidna la “víbora”, consorte de Tifón, era un monstruo con cuerpo de mujer terminado por una cola de serpiente en lugar de piernas. Las tradiciones discrepan acerca de su origen, según Hesíodo sería hija de Forcis y Ceto, hijos del Ponto y Gea; según otros autores desciende de Tártaro y Gea.
Según algunos historiadores clásicos, se atribuye la maternidad del dragón/serpiente Pitón a la diosa Gea. Pitón habitaba en la falda del monte Parnaso en Grecia junto a la fuente Castalia, allí custodiaba la entrada a un oráculo de Gea. Cuando Apolo decidió fundar un santuario en ese mismo lugar se encontró con la presencia de Pitón y lo mató a flechazos. Liberando el oráculo de su guardián fundó en su honor unos juegos fúnebres celebrados cada cuatro años, los Juegos Píticos.
Hay otra serie de hijos de Gea o de sus descendientes que tienen forma de serpiente y tienen como función proteger lugares u objetos sagrados. Primeramente, tendríamos a la Hidra de Lerna, hija de Tifón y Equidna, a la que tuvo que dar muerte el héroe Heracles pues custodiaba el río de la región que le da nombre. Con su sangre Heracles envenenó sus flechas, que emplearía posteriormente en sus trabajos. A continuación, nos encontraríamos con otro hijo de Tifón y Equidna, el dragón inmortal de cien cabezas que custodiaba las manzanas de oro del Jardín de las Hespérides, que eran el regalo que Gea había hecho a Hera con motivo de su boda con Zeus. Los mitos varían en el desenlace, algunas versiones dicen que Heracles lo mató y otras que lo durmió para conseguir las manzanas. Por otro lado, otros héroes se enfrentan a este tipo de serpientes protectoras, como en el caso del tebano Cadmo, quien se enfrenta con un dragón descendiente de Ares, el cual había matado a la mayoría de los compañeros de Cadmo. El joven dio muerte al dragón y por consejo de la diosa Atenea sembró los dientes del monstruo, de ellos brotaron unos hombres armados a los que llamó Spartoi. Por último, tendríamos a Jasón y a los argonautas, que con la ayuda de los somníferos de la princesa Medea durmió al dragón, robaron el vellocino de oro de la Cólquide. A su regreso a Grecia, Jasón decidió casarse con la princesa de Corinto rechazando así a Medea, esta como venganza dio muerte a sus hijos y los de Jasón, y tras rogarle a su pariente el dios Helios recibió un carro con serpientes aladas que la llevaron hasta el Ática y así pudo huir de su esposo.

Erictonio

Erictonio o Erecteo es un héroe ateniense cuyo mito está ligado a los orígenes de la ciudad. Primitivamente no parece haber distinción entre Erictonio y Erecteo pero, a medida que las leyendas se fueron precisando, entró en la cronología como uno de los primeros reyes de Atenas; es hijo de Pandión I y Zeuxipe. Aunque la versión del mito que nos interesa para este trabajo es en la que sus progenitores son el dios herrero Hefesto y la diosa Gea, la cual todavía mencionaba Eurípides en alguna de sus obras.
El relato mítico nos narra que el dios había recibido en su taller la visita de Atenea, que iba a encargarle unas armas, y Hefesto, al verla, se enamoró de ella. La diosa huyó, pero su perseguidor le dio alcance a pesar de ser cojo. Habiéndose defendido Atenea, durante el forcejeo, parte del semen del dios se le derramó por la pierna. Asqueada, Atenea se secó este fluido con lana y después la arrojó al suelo. Cayó en la tierra y con el esperma quedó fecundada, así dio nacimiento a un niño, el cual la diosa Atenea recogió y nombró Erictonio, cuyo primer elemento del nombre recuerda al de “lana” y el segundo al de “suelo” del que había nacido.
Atenea, sin que lo supiesen los otros dioses, introdujo a Erictonio en una cesta, que confió a Aglauro, una de las hijas de Cécrope. Las muchachas, acuciadas por la curiosidad, abrieron la canasta y vieron en ella al niño guardado por dos serpientes. Según ciertas versiones, el propio cuerpo de la criatura acababa en una cola de serpiente, como la mayor parte de los seres nacido de Gea; o bien, al encontrarse con la canasta abierta, escapó en forma de serpiente yendo a refugiarse tras el escudo de la diosa. Las doncellas aterrorizadas ante el espectáculo enloquecieron y se suicidaron precipitándose desde lo alto de la Acrópolis. Atenea educó a Erictonio en la Acrópolis, en el recinto sagrado de su templo.

Más tarde, Cécrope le traspasó el poder al joven. Se le atribuye generalmente a Erictonio la invención de la cuadriga, la introducción en el Ática del uso de dinero y la organización de las Panateneas, la festividad de Atenea en la Acrópolis. Posteriormente, un mes antes de las Panateneas, las doncellas atenienses realizaban un ritual en el que cruzaban un pasadizo secreto a través de los varios jardines hasta llegar al templo de Afrodita en Atenas, las cuales portaban cestas con posibles figuras de serpientes y falos, recordando a su vez la entrega del niño Erictonio en una cesta a una de las hijas de Cécrope (Paus. Descripción de Grecia I 27.3.).

Entenderíamos así este ritual como uno de los primeros acercamientos de las muchachas al ámbito de Atenea, y de Afrodita, pues es el instante en el que, como doncellas, comenzaban a tener inquietudes sobre el aspecto oculto de la sociedad, la sexualidad.

Gorgona

Medusa, Bernini. Museos Capitolinos.
Míticamente existían tres hermanas Gorgonas quienes se llamaban Esteno, Euríale y Medusa, las tres eran hijas de dos divinidades marinas, Forcis y Ceto. Las dos primeras eran inmortales y sólo la última, Medusa, era mortal. Generalmente esta última es la que recibe el epíteto de Gorgona.

La leyenda de Medusa sufre una evolución desde sus orígenes hasta la época helenística. En un primer momento, la Gorgona era un monstruo, una de las divinidades primordiales que pertenece a la generación preolímpica. Después se acabó considerándola como víctima de una metamorfosis, se contaba que Medusa había sido al principio una hermosa doncella que se había atrevido a rivalizar en hermosura con Atenea, sintiéndose especialmente orgullosa del esplendor de su cabellera. Por ese acto de hybris o soberbia fue castigada por Atenea transformando sus cabellos en serpientes. También se cuenta que la cólera de la diosa se abatió sobre la joven por el hecho de haber realizado el acto sexual con Posidón en un templo consagrado a ella. Finalmente, el joven Perseo dio muerte a la Gorgona decapitándola, recogió su cabeza para entregársela a la diosa Atenea y la sangre fluida de la herida, pues poseía propiedades mágicas, la que había brotado de la vena izquierda era un veneno mortal mientras que la procedente de la derecha era un remedio capaz de resucitar a los muertos, posteriormente sería dado a Asclepio.
La figura de la Gorgona no queda relegada exclusivamente al relato mítico, su imagen tiene un trasfondo ideológico mucho mayor. La Gorgona es la representación del Espanto, del terror como manifestación de lo sobrenatural. Se trata del rostro mismo de la muerte. Su cabeza contrariamente a las tradiciones figurativas del arte arcaico, según las cuales son representadas de perfil, se presenta de frente, lanzando sobre los espectadores su rayo petrificante con unos ojos abiertos de par en par. Como podemos apreciar en el frontón del templo a Ártemis en Corfú del s. VII a.C., la Gorgona es representada en una actitud dinámica, con alas y mirada al frente, con dos leopardos flanqueando su figura. También en las representaciones de Atenea la podemos ver con el gorgoneion o cabeza de Gorgona en su pectoral, como elemento protector frente a los enemigos. 

Bibliografía:

Fuentes Clásicas:
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Estudios Modernos:
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