Por: Marta Martínez Arranz
Correo electrónico: martinezarraz.marta@gmail.com
La serpiente en Grecia
Como hemos podido observar en el apartado
anterior, la serpiente ha sido un símbolo asociado a la Diosa Madre de la
Antigua Europa, la cual ejercía el predominio en el panteón mediterráneo antes
de la llegada indoeuropea. Tras esta llegada, la serpiente mantuvo un papel
constante en los mitos griegos, de los que podríamos interpretar una evolución
funcional de la misma. En los relatos cosmogónicos, como en la Teogonía de Hesíodo, observamos que una
serie de seres nacidos de la Tierra aparecen descritos con formas serpentinas o
con miembros de serpiente, cuya función primordial es la de provocar el caos y
ser doblegados por el poder de los dioses olímpicos. Posteriormente, los seres
con forma de serpiente pasan a tener función de guardianes de objetos o lugares
sagrados. Estos son los que generan controversia a los mitógrafos, en los relatos
aparecen con el sustantivo δράκων, δράκοντος que significa tanto serpiente como
dragón. Entonces ¿son dragones o serpientes?
Si nos remitimos a la morfología del término δράκων,
el grado 0 del término es δρκ-, si lo ponemos en grado E δερκ-
lo que nos indica que este término proviene del verbo δέρκομαι “mirar” y δράκων
sería un participio de sujeto traducido por “la mirona”. Entonces los dragones
serían un tipo de serpientes, “las mironas” o "los que observan" y
por tanto vigilan, puesto que hay otro término para las serpientes comunes y
culebras, ὄφις, ὄφεως.
Gea y sus hijos
Gea es la
Tierra, concebida como el elemento primordial del que surgieron las razas
divinas. El papel que desempeña en la Teogonía
hesiódica es grande, pero nulo en los poemas homéricos. Según Hesíodo, Gea nació
en segundo lugar, después de Caos e inmediatamente antes que Eros (la
Atracción). Sin intervención de ningún elemento masculino, engendró a Urano (el
Cielo), que la recubre, y a las Montañas, así como a Ponto y a Tártaro.
Descontenta por
la derrota de los Hecatónquiros, hijos suyos, a mano de los dioses olímpicos,
se unió con Tártaro, el dios que personificaba los abismos del Infierno heleno,
y engendró con él un monstruo de prodigiosa fuerza, Tifón. Era un híbrido de
hombre y monstruo, por la talla y la fuerza superaba a todos los restantes
hijos de Gea. Cuando extendía sus brazos, una de las manos llegaba a oriente y
la otra a occidente, y en lugar de dedos tenía cien cabezas de dragón. Sus
miembros inferiores estaban compuestos por víboras. Tenía el cuerpo alado y sus
ojos despedían llamas. Cuando los dioses vieron que este ser atacaba el monte
Olimpo huyeron hasta Egipto ocultándose en el desierto adoptando formas de
animales. Tras diez años de enfrentamiento entre los dioses y Tifón en una
guerra denominada por los mitógrafos Tifonomaquia,
el monstruo huye desanimado y, mientras atravesaba el mar de Sicilia, Zeus
lanzó contra él el monte Etna y lo aplastó. Se atribuye a Tifón la paternidad
de varios monstruos como la Hidra de Lerna, la Quimera de dos cabezas, una de
cabra y otra de león, y cola de serpiente; y el dragón que protegía el
vellocino de oro en la Cólquide.
Por otro lado,
Equidna la “víbora”, consorte de Tifón, era un monstruo con cuerpo de mujer
terminado por una cola de serpiente en lugar de piernas. Las tradiciones
discrepan acerca de su origen, según Hesíodo sería hija de Forcis y Ceto, hijos
del Ponto y Gea; según otros autores desciende de Tártaro y Gea.
Según algunos
historiadores clásicos, se atribuye la maternidad del dragón/serpiente Pitón a
la diosa Gea. Pitón habitaba en la falda del monte Parnaso en Grecia junto a la
fuente Castalia, allí custodiaba la entrada a un oráculo de Gea. Cuando Apolo
decidió fundar un santuario en ese mismo lugar se encontró con la presencia de
Pitón y lo mató a flechazos. Liberando el oráculo de su guardián fundó en su
honor unos juegos fúnebres celebrados cada cuatro años, los Juegos Píticos.
Hay otra serie
de hijos de Gea o de sus descendientes que tienen forma de serpiente y tienen
como función proteger lugares u objetos sagrados. Primeramente, tendríamos a la
Hidra de Lerna, hija de Tifón y Equidna, a la que tuvo que dar muerte el héroe
Heracles pues custodiaba el río de la región que le da nombre. Con su sangre
Heracles envenenó sus flechas, que emplearía posteriormente en sus trabajos. A
continuación, nos encontraríamos con otro hijo de Tifón y Equidna, el dragón
inmortal de cien cabezas que custodiaba las manzanas de oro del Jardín de las
Hespérides, que eran el regalo que Gea había hecho a Hera con motivo de su boda
con Zeus. Los mitos varían en el desenlace, algunas versiones dicen que
Heracles lo mató y otras que lo durmió para conseguir las manzanas. Por otro
lado, otros héroes se enfrentan a este tipo de serpientes protectoras, como en
el caso del tebano Cadmo, quien se enfrenta con un dragón descendiente de Ares,
el cual había matado a la mayoría de los compañeros de Cadmo. El joven dio
muerte al dragón y por consejo de la diosa Atenea sembró los dientes del
monstruo, de ellos brotaron unos hombres armados a los que llamó Spartoi. Por último, tendríamos a Jasón
y a los argonautas, que con la ayuda de los somníferos de la princesa Medea
durmió al dragón, robaron el vellocino de oro de la Cólquide. A su regreso a
Grecia, Jasón decidió casarse con la princesa de Corinto rechazando así a
Medea, esta como venganza dio muerte a sus hijos y los de Jasón, y tras rogarle
a su pariente el dios Helios recibió un carro con serpientes aladas que la
llevaron hasta el Ática y así pudo huir de su esposo.
Erictonio
Erictonio o
Erecteo es un héroe ateniense cuyo mito está ligado a los orígenes de la ciudad.
Primitivamente no parece haber distinción entre Erictonio y Erecteo pero, a
medida que las leyendas se fueron precisando, entró en la cronología como uno
de los primeros reyes de Atenas; es hijo de Pandión I y Zeuxipe. Aunque la
versión del mito que nos interesa para este trabajo es en la que sus
progenitores son el dios herrero Hefesto y la diosa Gea, la cual todavía
mencionaba Eurípides en alguna de sus obras.
El relato mítico
nos narra que el dios había recibido en su taller la visita de Atenea, que iba
a encargarle unas armas, y Hefesto, al verla, se enamoró de ella. La diosa
huyó, pero su perseguidor le dio alcance a pesar de ser cojo. Habiéndose
defendido Atenea, durante el forcejeo, parte del semen del dios se le derramó
por la pierna. Asqueada, Atenea se secó este fluido con lana y después la
arrojó al suelo. Cayó en la tierra y con el esperma quedó fecundada, así dio
nacimiento a un niño, el cual la diosa Atenea recogió y nombró Erictonio, cuyo
primer elemento del nombre recuerda al de “lana” y el segundo al de “suelo” del
que había nacido.
Atenea, sin que
lo supiesen los otros dioses, introdujo a Erictonio en una cesta, que confió a
Aglauro, una de las hijas de Cécrope. Las muchachas, acuciadas por la
curiosidad, abrieron la canasta y vieron en ella al niño guardado por dos
serpientes. Según ciertas versiones, el propio cuerpo de la criatura acababa en
una cola de serpiente, como la mayor parte de los seres nacido de Gea; o bien,
al encontrarse con la canasta abierta, escapó en forma de serpiente yendo a
refugiarse tras el escudo de la diosa. Las doncellas aterrorizadas ante el
espectáculo enloquecieron y se suicidaron precipitándose desde lo alto de la
Acrópolis. Atenea educó a Erictonio en la Acrópolis, en el recinto sagrado de
su templo.
Más tarde,
Cécrope le traspasó el poder al joven. Se le atribuye generalmente a Erictonio
la invención de la cuadriga, la introducción en el Ática del uso de dinero y la
organización de las Panateneas, la festividad de Atenea en la Acrópolis.
Posteriormente, un mes antes de las Panateneas, las
doncellas atenienses realizaban un ritual en el que cruzaban un pasadizo
secreto a través de los varios jardines hasta llegar al templo de Afrodita en
Atenas, las cuales portaban cestas con posibles figuras de serpientes y falos,
recordando a su vez la entrega del niño Erictonio en una cesta a una de las
hijas de Cécrope (Paus. Descripción de
Grecia I 27.3.).
Entenderíamos
así este ritual como uno de los primeros acercamientos de las muchachas al
ámbito de Atenea, y de Afrodita, pues es el instante en el que, como doncellas,
comenzaban a tener inquietudes sobre el aspecto oculto de la sociedad, la
sexualidad.
Gorgona
Medusa, Bernini. Museos Capitolinos. |
Míticamente existían tres hermanas Gorgonas
quienes se llamaban Esteno, Euríale y Medusa, las tres eran hijas de dos
divinidades marinas, Forcis y Ceto. Las dos primeras eran inmortales y sólo la
última, Medusa, era mortal. Generalmente esta última es la que recibe el
epíteto de Gorgona.
La leyenda de Medusa sufre una evolución desde
sus orígenes hasta la época helenística. En un primer momento, la Gorgona era
un monstruo, una de las divinidades primordiales que pertenece a la generación
preolímpica. Después se acabó considerándola como víctima de una metamorfosis,
se contaba que Medusa había sido al principio una hermosa doncella que se había
atrevido a rivalizar en hermosura con Atenea, sintiéndose especialmente
orgullosa del esplendor de su cabellera. Por ese acto de hybris o soberbia fue castigada por Atenea transformando sus cabellos
en serpientes. También se cuenta que la cólera de la diosa se abatió sobre la
joven por el hecho de haber realizado el acto sexual con Posidón en un templo
consagrado a ella. Finalmente, el joven Perseo dio muerte a la Gorgona
decapitándola, recogió su cabeza para entregársela a la diosa Atenea y la
sangre fluida de la herida, pues poseía propiedades mágicas, la que había
brotado de la vena izquierda era un veneno mortal mientras que la procedente de
la derecha era un remedio capaz de resucitar a los muertos, posteriormente
sería dado a Asclepio.
La figura de la Gorgona no queda relegada
exclusivamente al relato mítico, su imagen tiene un trasfondo ideológico mucho
mayor. La Gorgona es la representación del Espanto, del terror como
manifestación de lo sobrenatural. Se trata del rostro mismo de la muerte. Su
cabeza contrariamente a las tradiciones figurativas del arte arcaico, según las
cuales son representadas de perfil, se presenta de frente, lanzando sobre los
espectadores su rayo petrificante con unos ojos abiertos de par en par. Como
podemos apreciar en el frontón del templo a Ártemis en Corfú del s. VII a.C.,
la Gorgona es representada en una actitud dinámica, con alas y mirada al
frente, con dos leopardos flanqueando su figura. También en las
representaciones de Atenea la podemos ver con el gorgoneion o cabeza de Gorgona en su pectoral, como elemento
protector frente a los enemigos.
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