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1. Arabia preislámica
Arabia antes del Islam era una
tierra de traficantes y mercaderes; el comercio lo realizaban con caravanas que
iban por el golfo Pérsico utilizando las vías fluviales de Mesopotamia, hasta
llegar a Tadmor y Palmira, que eran grandes centros comerciales y desde allí a
Damasco y Occidente. Había continuas guerras entre las diversas tribus y eran
frecuentes los ataques a las caravanas de mercaderes.
La prosperidad
de esta tierra dependía de que por sus ciudades pasasen las caravanas con el
comercio que estas traían. En el centro de la península Arábiga hay desiertos y
estepas.
Hay muchas cosas
que se desconocen sobre la historia de la Arabia pre-islámica. En el sur de
Arabia, en las tierras del Yemen, existía una importante civilización, esto se
sabe por inscripciones y ruinas encontradas en esta zona. Para situar esta
civilización habría que remontarse a dos o tres mil años antes de la era
cristiana, al reino de Saba.
Las primeras dinastías
corresponden a los Mineos y Sabeos, a estos les sucede el reino de los
Himyaríes, unos siglos antes de Jesucristo. Durante el reinado de los Himyaríes
van entrando en Arabia grupos de judíos y cristianos de gran importancia
cualitativa porque Mahoma está en contacto con ellos y conoce sus doctrinas. En
el Corán se cita muchos pasajes de las Escrituras de judíos y cristianos. Es
interesante conocer estas Escrituras para comprender el contexto donde surge el
Islam.
Du Nuwas es el
último rey Himyarí que se había convertido al judaísmo, persiguió de
forma violenta a los cristianos de Nagrán en el año 523 después de Jesucristo.
Esto provocó la invasión de los abisinios de Aksum que eran cristianos y
acabaron con la dinastía Himyarí. Se cree que el jefe abisinio Abraha intentó
una expedición contra La Meca.
Los persas expulsan a los
abisinios a finales del siglo VII, manteniéndose el gobierno persa hasta los
primeros días del Islam.
El comercio
había dado mucha prosperidad a las ciudades de Petra y Palmyra, situadas en
regiones del norte de Arabia. El emperador Trajano, en el año 106, se apoderó
de Petra y formó la provincia de Arabia con los territorios conquistados.
Los romanos y
los persas para defender el “limes” árabe contra las tribus beduinas, hicieron
pactos con otras poderosas tribus en las que influyeron para que se interesaran
en defender las fronteras y les dieron privilegios en forma de reinos más o
menos independientes.
Se estabiliza en
el “limes” romano la dinastía de los Gassaníes, tribu árabe que residía en la
Arabia pre-islámica. Los Gassaníes eran nómadas, en ellos fue arraigando el
cristianismo monofisita.
Los árabes
sedentarios de la tribu de los Lahmíes establecieron su capital en Hira. Muchos
de los Lahmíes abrazaron el nestorianismo, otra de las herejías del
cristianismo junto con la monofisita. Sus monarcas cortaban el paso de los
beduinos a las tierras del Eufrates.
En el centro de
Arabia se encontraba el reino de Kinda, fundado hacia el año 480 después de
Jesucristo. La existencia de este reino no fue muy estable.
El Dahr o tiempo respecto a
las creencias y ritos religiosos de los habitantes de la Arabia pre-islámica,
era un término con el que los poetas pre-islámicos se referían a un destino
preordenado, hado o muerte, contra el que no había defensa o posibilidad de
llegar a un acuerdo. Podían constatar que la vida humana y las cosas se
destruían pero algunos fenómenos naturales resistían a esa fuerza destructiva.
Al contemplar este contraste podían llegar a la noción abstracta de eternidad.
Veneraban los
astros, profesaban el culto a los ídolos y tenían una mínima idea de la
supervivencia del alma, que identificaban con el aliento vital. Daban culto a
unas piedras en las que se suponía habitaba la divinidad. Se creía que los
árboles, las piedras, las fuentes y otros objetos naturales eran lugares donde
residían dioses menores. Se veneraba a los antepasados hasta tal punto que se
veían como deidades.
Acudían a
lugares de culto en ciertos meses del año, donde se celebraban fiestas y ferias.
Tenían también santuarios y templos en muchos lugares, el más famoso de los
cuales era el de La Meca. Allí se daba culto a varias divinidades y se veneraba
la llamada Piedra Negra ó Ka`ba. Cuenta la tradición que el lugar de la Ka`ba
fue creado antes que el resto del mundo. Los nómadas en sus migraciones
llevaban dioses portátiles.
La ciudad de La
Meca, era un importante centro de cultos paganos. Los ofrecimientos a los
dioses y las festividades que les acompañaban eran un buen negocio para los
encargados del mantenimiento del templo y de las necesidades de los visitantes.
Los guardianes
del templo se elegían entre los miembros de los Quraish que era la tribu a la
que perteneció Mahoma.
Algunos árabes
profesaban el monoteísmo, sin ser cristianos o judíos; tenían prácticas
ascéticas y se les llamaba Hanif. También existían grupos de judíos y
cristianos.
Para los paganos
Alá era el Alto Dios. No era el único objeto de adoración ni tampoco el único
dios existente. Veían a Alá como el creador de los cielos y de la tierra pero
no se había sacado de esto ninguna conclusión moral que afectase al
comportamiento individual.
Para los paganos
Alá era el dios al que se acudía en tiempo de peligro inminente, por ejemplo,
una tormenta en el mar. Una vez alejado el peligro, los paganos no consideraban
que fuera necesario responder con gratitud a Alá, sino que seguían adorando a
los ídolos de la tribu que para ellos eran mucho más cercanos.
Se consultaba a
los dioses sobre temas domésticos y otras preocupaciones; se solicitaba su
ayuda para pedir la lluvia y ayuda en el combate contra una tribu rival. Aunque
se pidiese consejo, este no siempre se aceptaba con gratitud pues la relación
del hombre con sus dioses no era de temor piadoso y respeto. También se consultaba
a adivinos.
La vida después
de esta vida no suponía ni un temor especial ni una preocupación para los
árabes. La eternidad (Julud) era como el espacio entre el nacimiento y
la muerte.
Los árabes
paganos se sometían antes a la tradición oral tribal Sunna que al poder
de los dioses. La moral de la Sunna se centraba en la noción de Muruwwa,
que se puede definir como “virtud” o como “hombría”, cuyas expresiones se
materializaban en actos de coraje, generosidad, lealtad, venganza y demás.
La conducta correcta se medía de
acuerdo al grado de conformidad con las costumbres ancestrales y la defensa del
honor tribal. Desviarse del código se castigaba apartando de la tribu a esa
persona, que sin tribu, no tenía nombre y era como si no existiese.
La justicia no
estaba ni garantizada ni administrada por Dios o los dioses, sino por el jefe
de la tribu, los ancianos y por las amenazas de represalia.
2. El surgimiento del Islam
Según la
creencia islámica, la doctrina islámica fue revelada en el siglo VII, años 610
al 632 de la era cristiana, a Mahoma para que éste la predicara a la humanidad.
Muhammad, en árabe, significa “lleno de alabanzas”. Al pronunciar este nombre
los que no hablan árabe fue deformándose en Mahoma y otras variantes en
diversas lenguas.
La Revelación
del Islam y su predicación tuvieron lugar en la península Arábiga, en la región
llamada Hiyaz que es una barrera de montes situada entre el mar Rojo y la
meseta del Nagd. Los principales centros habitados eran La Meca, Taif y Yatrib.
En algunos
puntos de la costa y en los oasis al norte de Yatrib había núcleos de
población. Como ya se ha dicho al principio, en el desierto vivían los
beduinos, trasladándose por las áridas estepas y arenales en busca del
sustento. Estaban en continuas guerras contra los que no pertenecían a su
tribu, vivían del pastoreo, la caza y los asaltos a las caravanas. La vida
social del beduino se reducía a su familia y a su tribu.
Sus valores eran la hospitalidad,
la inviolabilidad del huésped, la fidelidad a lo prometido y la venganza por la
sangre derramada.
En estas
circunstancias surge el Islam, que es una religión que cree en un Ser Supremo y
cuyo monoteísmo es muy estricto. Al-lah es el nombre de Dios en árabe.
El Islam es una religión que se
declara de un monoteísmo estricto, como se expresa, por ejemplo, en la
siguiente frase: “Dios no ha adoptado ningún hijo ni junto a Él hay dios
alguno. Si así fuera, cada dios se habría atribuido lo que hubiera creado y
unos habrían sido superiores a otros. ¡Gloria a Dios, que está por encima de lo
que explican! (Corán, 23, 93/91).
Los fieles del Islam creen, pues,
en la existencia de un solo Dios, que es Eterno, Omnipotente, Creador,
Omnipresente, Omnisciente, etc. Con estos epítetos nos estamos refiriendo al
mismo concepto de Dios, Ser Supremo, del judaísmo y del cristianismo. Los
cristianos y judíos de lengua árabe también se dirigen a Dios bajo la
denominación de Al-lah.
El término
musulmán viene del árabe Muslim (plural Muslimun) participio
activo del verbo Aslama que significa “entregarse a Dios”, “los que
están en el camino de la salvación”. El Islam es la comunidad universal de los
musulmanes.
Musulmán se
aplica a las personas, islámico se refiere a las distintas expresiones
culturales que los fieles del Islam producen como tales, por ejemplo, la
teología, la jurisprudencia, el arte, la música, la literatura, la historia,
etc.
Neomusulman es
una persona convertida al Islam que no era musulmán de nacimiento.
Los fieles del
Islam son llamados erróneamente Mahometanos. El uso de este término es erróneo
porque implica suponer que los musulmanes creen en Mahoma, lo cual, según la
teología islámica, no es correcto, pues en quien creen es en Allah.
Igualmente, hablar de secta
mahomética aplicada al Islam es un gran error porque no es una secta sino una
de las tres religiones, continuadora del monoteísmo de Abraham.
Los musulmanes
dicen que la misión profética de Mahoma no es solo la continuación de la
tradición religiosa judía y cristiana, el Islam es la culminación de la
Revelación divina y que los judíos y cristianos solo recibieron una parte de
esa Revelación. El Islam cree que después de Mahoma ya no habrá ningún otro
profeta. En el Corán, Mahoma es el Sello de los profetas, el último de los
enviados.
La mayoría de
los musulmanes dicen que el Corán es increado, como lo es Dios, que contiene la
expresión perfecta del monoteísmo.
Dicen los
musulmanes que el Corán no se puede traducir, sino que sólo se traducen sus
ideas para los que no hablan el árabe. El árabe es la lengua de culto de los
musulmanes porque es en esta lengua en la que Dios dictó su mensaje a Mahoma.
Muchas veces se
confunde el ser árabe con ser musulmán, sin embargo, está claro que hay
personas que hablan el árabe y no son musulmanes y personas que no hablan el
árabe y son musulmanes.
Otro nombre
erróneo para referirse a los musulmanes es el de “moro”. Este nombre se toma de
los habitantes indígenas de la Mauritania romana, territorio que no tiene nada
que ver con la actual Mauritania.
Bereber se
utilizaba a veces como sinónimo de moro y también alude a los habitantes del
norte de África. Es erróneo confundir musulmán con moro o bereber.
Hay musulmanes
de otros orígenes étnicos y geográficos, por ejemplo, iraníes, malayos, eslavos
o americanos, entre otros muchos ejemplos. También hay moros y bereberes que
son judíos o cristianos.
Bibliografía
Bramon Dolors, Una
introducción al Islam: religión, historia y cultura; traducción de Rosa
LLuch Bramón; (prólogo de J. Vernet), Barcelona, Editorial Crítica, 2002.
Pareja Félix María, Islamología;
en colaboración con Alessandro Bausani, Ludwig von Herting, con un apéndice
sobre la literatura arábigo española por Elías Terés Sadaba, Madrid: Razón y
Fe, 1952-1954, 2 volumenes.
Waines David, El Islam,
revisión de la traducción y edición española a cargo de Maribel Fierro;
traducción de Consuelo Pérez-Benítez, Cambridge: Cambridge University Press,
2002.
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