Carlos de Foucauld
Por: Manuel Porra Brotons, doctorando en Ciencias de las Religiones en la Universidad Complutense de Madrid.
Correo
electrónico: porrabrotons@esmas.com
Carlos de Foucauld. |
El
beato Carlos de Foucauld nació en Estrasburgo el 15 de septiembre de 1858.
Tenía una sola hermana llamada María que nació el 13 de agosto de 1861. La
familia disfrutaba de una buena situación económica porque pertenecía a la
aristocracia. Su padre muere en Paris lejos de sus hijos el 9 de agosto de 1864
y la madre fallece de un aborto el 13 de
marzo del mismo año. Carlos no tenía todavía seis años de edad cuando queda
huérfano.
Carlos
de Foucauld es una persona sensible que pierde pronto el afecto debido al
fallecimiento de sus familiares más cercanos.
Conserva
en su memoria el afecto de su madre que le inicia en una fe sencilla y familiar
en su infancia.
Al
ser educado por su abuelo materno le falta el equilibrio emocional de unos
padres, especialmente de su madre, esto hace que Carlos refleje su inseguridad
queriendo imponerse mediante sus muchos caprichos.
Carlos
se encierra en sí mismo, susceptible a las bromas y muy vulnerable, huye del
ruido y le gusta la soledad.
Necesita
expresar su sensibilidad mediante el afecto y este lo encuentra en una prima
suya, mayor que él, llamada Maria Moitessier. Cuando su prima se casa, Carlos
siente que pierde a una segunda madre.
Desde pequeño
quería ser militar y por eso ingresa en la Academia Militar donde lleva una
disciplina estricta que no soporta y por eso no rinde, siente que lleva una
vida monótona y aburrida, descuida su aspecto físico.
Allí el
ambiente es de relativismo, Carlos ni afirma ni niega a Dios, quiere encontrar sentido
a su vida y esto le ocasiona angustia porque no lo encuentra.
Es una
persona que busca y para ello lee todo tipo de libros, especialmente a los
filósofos griegos y latinos durante su estancia en la Academia Militar.
Cuando muere
su abuelo se rompe el último lazo de afecto y Carlos es cada vez más
“distraído” y “descuidado” como si no quisiera vivir.
Con veinte
años es mayor de edad y toma posesión de su herencia, entonces le da por “vivir
la vida”. A pesar de ello tiene detalles extraños como desaparecer de la
Academia Militar sin que nadie sepa nada de él y aparecer en un pueblo perdido
viviendo como un mendigo con harapos, mendigando su pan.
Cuando estaba
destinado como militar en África siente una gran atracción por el pueblo árabe
y quiere estudiarlo a fondo. No le gustaba el ejército pero mediante este pudo
entrar en contacto con el pueblo árabe. Se instala en Argel para perfeccionar
el árabe.
Sus
familiares no lo entienden porque en muy poco tiempo ha derrochado casi todo el
patrimonio familiar. La familia le pone un administrador de los bienes, este
permite a Carlos que vaya a África porque se paga sus estudios de árabe con lo
que gana trabajando. Es la primera vez en su vida que Carlos se somete a
disciplina.
Después de un
año vuelve a Marruecos y continua con su impaciencia y furor de vivir sin
aceptar la vida cotidiana.
En un viaje a
París cae enfermo cuando estaba alojado con un familiar, en este tiempo y
rodeado de naturaleza, recapacita sobre su vida.
Ya no es el
joven oficial que “vive la vida”, ahora busca silencio y estabilidad. Vuelve a
África para preparar su exploración. En algún momento piensa en casarse, pero
la relación dura muy poco.
Se instala en
Paris siguiendo las costumbres árabes y prepara nuevas exploraciones. Es el encuentro
con el Islam lo que hace cambiar a Carlos, ve sencillez y hombres para los que
Dios era lo más importante.
Su conversión al cristianismo comienza
en julio de 1884
Carlos se
convierte al cristianismo y es ayudado por un director espiritual en este largo
proceso. Busca en que Orden entrar, primero se inclina por las órdenes
monásticas.
Los dos
criterios de su elección son el desierto como renuncia incondicionada y el segundo
criterio es el Evangelio. Medita constantemente los Evangelios.
La Orden en
la que piensa entrar tiene que ser la que más perfectamente imite a Jesús de
Nazaret.
Todo el
camino espiritual de Carlos tiene por base imitar a Jesús y amarlo sin límites.
Siente horror
a los compromisos mundanos y a vivir en ciudades.
Carlos imita
a Jesús en la pobreza, humildad y en una vida sencilla como la de Nazaret.
El camino
espiritual de Carlos de Foucauld tiene lugar por personas y acontecimientos, no
por libros.
Entra en la
Trapa porque le parece la vida que más se acerca a la vida de Jesús, al
ingresar reparte toda sus pertenencias.
La lectura de
las obras de Santa Teresa de Jesús es muy importante en su evolución espiritual
y la Eucaristía forma el centro de su vida espiritual. No desea ser sacerdote
porque no es el último lugar. Carlos quiere ocultarse, callar, ser el último,
ser cada vez más pobre como Jesús de Nazaret.
No se integra
en la vida cisterciense porque dice que la Trapa no le da el medio de vivir a
imitación de Jesús pobre.
Quiere fundar
una Orden que vaya a los países infieles, especialmente musulmanes.
El hermano Carlos. |
Sus fines son
la imitación de la vida de Jesús de Nazaret trabajando con las manos como lo
hacen los más pobres.
Su apostolado
consiste en la presencia entre los hombres como Jesús, también la oración y la
presencia ante el Santísimo Sacramento.
Carlos quiere
en un primer momento vivir su vocación pobremente en Nazaret. Ocupa su tiempo
en meditaciones, adoración del Santísimo Sacramento y un trabajo humilde. Se
levanta muy temprano, come y duerme poco.
Las lecturas
de Santa Teresa de Jesús le llevan a San Juan de la Cruz. Medita el Evangelio
versículo por versículo poniéndolo por escrito.
Carlos siente
que debe dejar Nazaret pero es convencido por su director espiritual de que
continúe allí durante algún tiempo más.
Es ordenado
sacerdote y se va al desierto donde vive entre los tuaregs como uno de ellos.
Continúa solo pero con el deseo de tener algún Hermano que le haga compañía.
Su vida de
soledad cambia porque recibe muchas visitas y mantiene largas charlas con las personas
que le visitan, quiere así imitar a Jesús.
Su método de
evangelización es la amistad y su pobreza es extrema, se tiene que adaptar a
nuevas situaciones que lo van desgastando.
Hace sus
retiros durante las largas marchas sobre el desierto. Vida enclaustrada y vida
activa va muy bien con su temperamento.
Su deseo de
fundar se ve frustrado porque no le llega nadie, se va desgastando por las
privaciones y siente que está próximo su fin, tiene que dejar el trabajo y
estar quieto, finalmente se repone de su enfermedad.
Quiere fundar
una asociación que realicen un apostolado silencioso como él, con el fin de un
retorno al Evangelio en la vida de cualquier persona, el amor a la Eucaristía y
evangelización de los infieles.
Promueve que
haya misioneros laicos y toda la asociación está inspirada en la vida de
Nazaret.
Para Carlos,
los laicos ocupan un primer puesto en la evangelización e insiste sobre la
caridad para que las gentes se conviertan.
Muere
asesinado sin nada extraordinario, como cualquier otra persona, sin nadie que
continúe su obra.
Su muerte
tiene lugar el primero de diciembre de 1916, primer viernes de mes, a la caída
de la noche en la ciudad de Tamanrasset, al sur de Argelia.
Rasgos fundamentales de la
espiritualidad de Carlos de Foucauld a la luz de René Voillaume
Carlos, ante
todo, quiere imitar a Jesús de Nazaret desde su conversión, lo quiere imitar
pobre y humilde como Él era.
Se pregunta
constantemente cual es la voluntad de Dios para con él. Está dispuesto a todo,
al principio no sabía como y donde imitar a Jesús pero si sabía que tenía que
hacer la voluntad de Dios.
Los detalles
de su vocación no los tenía claros, si tiene claro que quería imitar la vida
oculta del obrero de Nazaret.
Entre los
Trapenses no ve realizado su deseo de pobreza, las reformas de esta Orden
elevan el nivel de estudios de los sacerdotes y esto le aparta de la pobreza
que el buscaba.
Carlos da
mucha importancia al trabajo manual, no quería vivir de limosnas ni de
ofrendas. Quiere comunidades pequeñas, vive entre los obreros y en esto influye
la pobreza de los orientales.
Consultaba a
su director espiritual porque dudaba si sus pensamientos eran un sueño suyo o
eran de Dios. Carlos no era partidario de los estudios pero obedeció a sus
superiores y estudió tres años.
Insiste en
imitar a Jesús de Nazaret y se va a vivir allí. Sus elementos esenciales de
imitación son la oración y el trabajo.
Carlos
predica el Evangelio en silencio, con su vida y no con palabras. Insiste en
estar junto a la presencia de Jesús en la Eucaristía, también en manifestar a
Jesús a los hombres mediante la amistad y la hospitalidad.
En Nazaret
acepta el sacerdocio al que se había opuesto estando en la Trapa porque lo
consideraba incompatible con la pobreza y la humildad.
Se da cuenta
de que su imitación de Jesús no está en Nazaret y se va a Argel, al Sahara.
Vive con las puertas abiertas para todo el que quiera entrar, los pobres y
enfermos venían buscando su ayuda.
Carlos se va
a vivir con los Tuaregs, deja el trabajo manual para estudiar la lengua de
allí. Hace apostolado con su presencia, era apóstol y para ello no necesitaba
decir una sola palabra.
Quería la
extrema pobreza para asemejarse a Jesús, su vida era muy dura. Sus vestidos,
comida y casa son pobres como los de Jesús de Nazaret y su imitación llegó a
ser total al ser asesinado.
La vida de
Carlos de Foucauld es oculta para el mundo y su actividad espiritual es también
invisible, calla como calla Jesús de Nazaret. Jesús, cuando nos trae el mensaje
del Padre, no realiza actos externos que le revelen, pasa muchas veces de hacer
milagros que le den a conocer como Hijo de Dios.
Jesús se
mezcla con los hombres en su vida escondida y así lo hace Carlos de Foucauld.
Carlos busca
la soledad y la misión en la vida de Nazaret, esto surge durante su estancia en
la Trapa y continúa en la soledad del desierto.
Las
Fraternidades surgen en el silencio y en el desierto. Las Fraternidades del
desierto serán las que conserven el espíritu de Nazaret. Las Fraternidades de
misión están en los lugares pobres, con una evangelización silenciosa, con el
testimonio.
En Carlos
encontramos una vida escondida, humilde, pobre, dedicada a la oración y
mortificación, con deseo de cooperar en la obra redentora del Salvador. Tiene afecto
y amor a los hombres, mantiene contactos amistosos, relaciones sencillas y
humanas con todos.
Carlos no
tenía un método para orar, se trata de ponerse en la presencia del Señor y
tener un diálogo con Él. Aconseja abrir el Evangelio y leer los versículos sin
analizarlos, dejando que sus palabras penetren en nosotros.
Pone como
ejemplo la repetición rítmica de la oración como lo hacen los cristianos de
Oriente. No apegarse a unos métodos de oración, de ninguna clase. Pone toda su
mirada en Dios y se olvida de sí mismo.
Para Carlos,
meditar no es orar, dice que como mucho es una preparación para la oración, que
no es esencial e incluso puede ser un obstáculo para la oración.
El camino de
Carlos es distinto al del monje, su método de purificación es el cansancio del
trabajo. Insiste en perseverar en la oración, no hay que buscar otros métodos,
el Evangelio es el código de la oración.
No hay que
esperar a tener ganas de orar, es suficiente saber que Dios espera. Cuanto
menos se rece, menos deseo tendremos de orar, decía. Rezar sin esperar nada a
cambio, estar presente a los pies del Sagrario.
Carlos
propone alternar el reposo y la actividad como una necesidad para el cuerpo y
el alma.
Dice que
cuando se pierde el sentido de lo divino, se pierde el sentido de la oración
que es un acto de entrega a Dios sin esperar nada. Las oraciones vocales pueden
ser paganas si no van unidas a todo lo que se ha dicho antes.
También dice
que hay que orar permanentemente viviendo nuestros actos con amor mediante la
inteligencia y la fe.
La adoración
ante el Santísimo tiene que salir de un corazón abierto al prójimo para que sea
adoración. Se trata de tener un contacto personal con Jesús.
Carlos
permanecerá unido a Jesús en todas las situaciones, adora al Santísimo no con
la cabeza sino con su vida, siente la presencia real de Jesús en la Eucarístia.
En su
imitación de Jesús de Nazaret, Carlos se concentra en esta presencia real de
Jesús en la Eucaristía.
Vive pobre
por amor de Jesús para mejor imitarle y distingue entre la pobreza espiritual y
la material.
Se puede ser
pobre material y no ser pobre de espíritu. La pobreza material puede ser
miseria, no ser pobreza deseada y puede ocasionar violencia porque se desean
cosas materiales que nunca se ha tenido.
Carlos nos
dice que tenemos que aprender del Evangelio a ser pobres como Jesús, utilizar
sólo las cosas necesarias según las ocasiones.
Se puede ser
trabajador y religioso. Jesús fue un obrero manual. San Francisco de Asís y sus
compañeros intentaron esta vida según el Evangelio, uniendo trabajo manual y
vida cristiana.
El apostolado
del silencio, sin decir nada, sólo con el ejemplo de nuestra vida, viviendo el
Evangelio en los barrios populares, fábricas, etc.
Dice que
tiene que haber equilibrio entre el trabajo y la oración, el hombre se cultiva
cuando vive la vida siendo persona y no cosa, todo a la luz del Evangelio.
Jesús se
sometió al trabajo no estando obligado, nació en un ambiente humilde.
Carlos vive
pobre e invisible, este apostolado no es nuevo en la Iglesia pero introduce una
novedad, quiere vivir mezclado entre los hombres. Su apostolado nace del amor a
Jesús, amor que quiere compartir.
El apostolado
de Carlos consiste más en ser que en actuar, no se trata de buscar resultados.
Es un apostolado de presencia entre los hombres. Toda la vida de Carlos era
apostolado y por eso no se planteó los medios de apostolado que muchas veces se
quedan en estructuras sin vida. El era apóstol.
Los medios de
apostolado que utiliza Carlos son la presencia, la amistad fraterna, el don de
sí mismo, las conversaciones íntimas, el testimonio expresado por toda su vida.
El apostolado
se reduce al ejercicio de la amistad por encima de cualquier otro
procedimiento, estar entregado a la acción del Espíritu Santo en nosotros.
El modo de
vida de la Fraternidad consiste en estar integrados en el lugar donde viven, no
llevan hábito religioso y su trabajo es asalariado. Aún así no son un Instituto
Secular, sino religiosos viviendo en comunidad.
Para las Fraternidades
es fundamental la adoración al Santísimo Sacramento.
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