Śiva, el
destructor
Por: Jenifer
Montiel.
ŚivaBhikṣatana en Rishikesh
|
Śiva, el
auspicioso, forma junto a Brahmā y Viṣṇu la Trimūrti, la trinidad de dioses principales del panteón hindú. En
esta trinidad cada uno de ellos desarrolla un papel; Brahmā es el creador,
Viṣṇu el preservador y Śiva el destructor. Hemos de tener bien presente
que para la filosofía hindú el concepto de destrucción está estrechamente
ligado al de regeneración y purificación, no se trata de destrucción como
final, como ocurre en otras tradiciones religiosas.
Śiva, pues,
es el dios de la destrucción, pero esto no es todo, pues estamos ante un dios
lleno de contradicciones ya que dentro de su misma figura se dan la mano
aspectos completamente opuestos, múltiples personalidades e imágenes de un
mismo dios, pero, podemos decir que todas ellas relacionadas con ese complejo
concepto hindú de regeneración, eliminación de todo lo malo con el gran
objetivo de hallar la purificación.
Según algunos investigadores hay que rastrear el origen de la figura de
Śiva en una
divinidad precedente, prevédica, Rudra, dios del trueno. Las principales
características de Rudra serán heredadas por los diversos aspectos de Śiva,
como, por ejemplo el hecho de hallarse rodeado de fantasmas y otros seres como
los Ganas (identificados con los Maruts, acompañantes de Rudra), habitar
crematorios o el hecho de sentirse muy satisfecho con sus buenos devotos,
enojándose con ellos y castigándolos si cometen errores.De hecho, en algunos
grandes templos śivaítas de Tamil Nadu, sur de la India, incluso se celebran
festivales, como el Pavitra, con el
objetivo de remendar los posibles errores cometidos anteriormente por los
sacerdotes durante las pūjas,
ofrendas, para así apaciguar la ira del dios.
A
continuación vamos a destacar algunas de las principales imágenes o
personalidades del dios.
Bhikṣatana
Bhikṣatana es el gran asceta que reside en el
monte Kailasa, en las cumbres del Himālaya.
Se le representa sentado en postura, āsana, de meditación, con largos y enmarañados cabellos, coronados
por la imagen de la luna creciente (conocido también por ello como Candraśekhara,
“el que tiene la luna sobre su cabeza”).
También
recibe el nombre de Gaṅgādhara "soporte del Ganges",
puesto que en estas representaciones como asceta vemos como de su cabello
surge el río Ganges. Esto es debido a que, según la tradición, en su descenso
de los cielos el río cayó en primer lugar en la cabeza del dios, donde
permaneció estancado un tiempo perdiendo potencia antes de caer en la
Tierra, pues, de no haber sido así y haber caído directamente en la Tierra, la
habría destruido con su fuerza.
También,
como asceta es representado con un tercer ojo (conocido por ello con el nombre
de Trayāmbaka) que simboliza la sabiduría superior y la visión
interna. Con sus tres ojos, además, controla el pasado, el presente y el
futuro, pues es también un dios muy ligado al tiempo.
Tiene además
tres líneas de ceniza en la frente, que simbolizan el ascetismo y la
inmortalidad del alma.
En el ŚivaPurāṇaRudrasaṁhita
II.41.36 se explica cómo Śiva bebe el veneno (kālakūṭa) que se
ha desprendido del batido del océano tras el proceso de creación
primigenio con el objetivo de eliminarlo del mundo y liberar de él a
dioses y seres vivos. Es por ello por lo que también recibe el nombre de Niḷakantha (el
del cuello azul).
Hablábamos antes de la ambigüedad del dios debido a
sus múltiples facetas, pero, además, dentro de cada una de estas facetas
podemos encontrarnos también con más contradicciones. Un ejemplo muy claro
lo tenemos aquí, pues a pesar de que como gran yogui (mahayogi) lo vemos representado con rostro sereno, interiormente se
está llevando a cabo una gran actividad, ya que es con su energía interna
(tapas), controlada a través de la meditación (tapasya), con
la que mantiene al universo en movimiento.
Natarāja
Śiva Natarāja
|
Otro de los
principales aspectos del dios es el de Natarāja (Señor/Rey de
la danza), donde también vemos como a pesar de la actividad frenética que
realiza, en este caso tanto interna como externamente, se le representa
con rostro sereno.
Ananda
Coomaraswamy[1] explica
en sus estudios que no podemos saber a ciencia cierta la cantidad de danzas
realizadas por el dios, pero que con casi toda seguridad se puede hablar de que
todas tienen un mismo origen, se trata de la manifestación de la energía
rítmica primaria (aum), la cual es
identificada con el damaru, tambor
que porta el dios.
De todas
ellas algunas de las más conocidas son las tres siguientes; por un lado,
una danza nocturna ejecutada en el Himālaya con la ayuda de un coro divino
(se le representa con dos brazos y con el acompañamiento del coro, aunque no
tiene mucha repercusión en la literatura śivaíta posterior),
en segundo lugar la danza Tāṇḍava, realizada porŚivaBhairava (el terrible) en cementerios y campos
de cremación acompañado de su esposa Devi y en tercer lugar la danza Nadānta,
realizada delante de la asamblea en el hall de Cidambaram o Tillai, centro
del universo.
La
danza Tāṇḍava será representada en las esculturas de grandes
templos como Ellora, Elephanta o Bhuvaneswar, mientras que la danza Nadānta lo será en los bronces de la
dinastía Coḷa (s.IX-XIII) con el objetivo de que pudiesen ser utilizadas
en las procesiones que se comenzaron a realizar en los templos. Desde
entonces estas imágenes se han ido manteniendo prácticamente inalterables.
En estos
bronces vemos como con una de sus manos (izquierda atrás) Natarāja sostiene
el fuego (agni), que simboliza la destrucción necesaria para la
regeneración (lo mismo que ocurre con el círculo de fuego que le rodea,
el AgniAnanta) mientras que con la mano derecha de arriba agita
el damaru. La mano izquierda de abajo, en Dola Hasta, representa
la benevolencia (Anugraha), con ella señala a su pie izquierdo mostrando
el camino de salvación, y la derecha abajo, en ArdhaCandra Hasta,
gesto de no temor, representa la Sthiti, la protección hacia
sus devotos. Generalmente se le representa con la pierna izquierda
levantada, kuncitapada, señalando la senda de la salvación, mokṣa,
aunque a veces, sobre todo en los inicios, se le representa en pose catura,
con las piernas formando un cuadrado. La derecha pisa al demonio (Apasmāra)
representando la destrucción del mal, las enfermedades, la ignorancia, etc.
Sus enmarañados
cabellos vuelan hacia los lados debido a la intensa energía que transmite esta
danza, a través de la cual el dios marca el ritmo del universo
y lo regenera. Entre los cabellos generalmente se puede ver una cobra, una
calavera y una sirena, que representa a la diosa Gaṅgā, además de la luna
creciente y una corona de hojas de acacia.
A diferencia
de otras imágenes más sencillas, como la de Bhikṣatana, a Natarāja siempre
se le representa con mucha joyería; corona, cordón sagrado, brazaletes,
cinturón, tobilleras, etc.
Ardhanārīśvara
Śiva Ardhanārīśvara
|
En el ŚivaPurāṇa se
nos relata un episodio donde Śiva es descrito como un andrógino, Ardhanārīśvara,
mitad hombre (derecha) mitad mujer (izquierda):
1.Oh tú el mayor sabio, escucha la descripción de la forma
Ardhanārīśvara (mitad macho mitad hembra) de Śiva. No hay nada más
excelente que ella, que completa la obra del Creador...
5. Brahmā entonces empezó a realizar austeridades, pensando
"sin el poder de Śiva, no nacerán los seres....
7. Tras cierto tiempo Śiva se sintió satisfecho con las severas
austeridades del Señor Brahmā, nacido de sí mismo.
8. Entonces,
tomando la forma benevolente de Īśāna, la perfecta consciencia, y bajo la
forma Ardhanārīśvara, Śiva se acercó a Brahmā. [2]
El Ardhanārīśvara es una forma en
la que en una única realidad aparecen unidos Śiva y Śakti, representando
la indisolubilidad de los dos principios, pues la energía de Śiva sólo puede
ser activada por el poder femenino de su Śakti. Para la filosofía hindú es
básica la idea de que la existencia de la com-binación de la fuente de energía
masculina, Puruśa, con la energía
femenina, Prakitri, da origen al
cosmos material.
Liṅga
Como dios de
la fertilidad Śiva es adorado en la forma de una gran piedra vertical (sailaja),
en forma de dios itifálico o en ocasiones insertado en el yoni,
órgano sexual femenino. El liṅga, falo, aparece por primera
vez en la iconografía hindú en el s. II a.C.
En el ŚivaPurāṇa se
relata la primera aparición del liṅga y según esta historia Brahmā,
tras haber surgido del ombligo de Viṣṇu comenzó a discutir con él al no
creer que había sido él mismo quien lo había creado. En medio de esta
discusión es cuando tiene lugar la aparición del liṅga:
27. Hace muchísimo tiempo, en el famoso primer Kalpa, los nobles
espíritus de Brahmā y Viṣṇu lucharon uno contra otro.
28. Para erradicar su arrogancia Parameśvara mostró su forma Niṣkala no
corporeizada en forma de una columna dentro de la niebla.
29. Él mostró su símbolo, el falo, por separado, desarrollado
a partir de la columna, con el deseo de santificar los mundos.
30. Desde ese momento el divino falo y la imagen personificada,
las dos, fueron asignadas sólo a Śiva.[3]
liṅga en
las Cuevas de Elephanta (Mumbai, India, fotografía propia) |
Vemos, pues como
estamos ante un dios con muchas imágenes pero que recoge la misma esencia en
todas ellas, la esencia universal, la energía que hace que el universo sea
universo. Para sus seguidores se trata la principal divinidad, para otros no,
pero finalmente todos concluyen que todas las divinidades forman parte de un
todo único, al igual que los simples mortales también formamos parte de ello.
Como conclusión
me gustaría finalizar con una cita del yogui y escritor Ramiro Calle que refleja
perfectamente la imagen enmarañada y compleja que nos transmite el dios que nos
ha ocupado en este artículo:
Śiva es,
en verdad, una deidad que me divierte, me fascina, me despierta un gran
interés, en tanto que el misericordioso, lineal, amoroso y monótono Viṣṇu
termina por realmente aburrirme. Brahma, por su parte (que configura con Śiva y
Viṣṇu la trimurti hindú), es demasiado aséptico, neutro, como para despertar
sentimientos vivos. Brahma es el creador, Viṣṇu el conservador y Śiva el
destructor. Pero Śiva destruye para construir, arrasa para que algo nuevo pueda
eclosionar; por tanto, es transformativo y liberador, más paradójico de cuanto
pueda imaginarse, como todo lo manifestado, el mundo, la vida misma. Śiva es el
sustrato del universo y el universo mismo, porque su energía, la Sakti, que emana
de él, lo configura todo.[4]
[4] Calle (2007), p. 62-63.
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