Escrito por: Ramón Soneira Martínez
3. La Wicca Celtíbera y el reconstruccionismo histórico
Una vez estudiado los
componentes de la Wicca Celtíbera y su naturaleza como culto, el siguiente paso
es el estudio de la labor reconstruccionista por la que apuesta la Wicca
Celtíbera, y que, como hemos visto, es una de las señas de identidad de este
grupo religioso. Dentro de esa labor reconstruccionista voy a dividirla en dos
partes. En primer lugar, me centraré en los conceptos religiosos de magia y
paganismo como dos términos clave en la ritualidad y la construcción religiosa
de la Wicca Celtíbera. En una segunda parte me centraré en los aspectos
concretos de este culto que tiene que ver con el pasado de la Península
prerromana y por ende la reconstrucción de ritos y creencias.
3.1 Conceptos de magia y paganismo:
Los
conceptos de magia y paganismo son claves en la reconstrucción histórica de la
Wicca Celtíbera. Su manera de entender la magia como praxis religiosa de una
religión precristiana a la que denominan como “Vieja Religión” es uno de los
componentes más interesantes en el estudio de su labor reconstruccionista. Se
entiende además la magia como: “todo lo que rodea y conforma al ser humano,
tiene alma, vida y memoria, y que al uso consciente o no, e inteligente de este
Principio, se define como magia” (González, 2012a, art.5). La magia
queda ligada así a las creencias de lo que se ha denominado como culto pagano,
como “Vieja Religión”. Las prácticas mágicas nacen en esta Vieja Religión. Este
concepto de “Vieja Religión” la definía Fernando González de la siguiente
manera:
Vieja Religión entendida (…) como el crisol de los cultos
precristianos. Es el origen de los cultos precristianos, casi entroncando el
Neolítico, pasando a la Edad de los Metales y es cuando se fragua, a nivel
indoeuropeo, los primeros cultos estructurados que se pueden reconocer en
Europa. Es (…) el puente que une el Neolítico con el Calcolítico y la Edad de
los Metales y es ahí donde se fragua el concepto de Vieja Religión que coge la
parte de los cultos neolíticos, la religión megalítica (…) con los cultos
indoeuropeos que empiezan a desarrollarse en Europa.
En este fragmento se observa como en la Wicca Celtíbera, se
entiende el culto pagano y la magia como dos realidades paralelas. La magia es
la praxis religiosa, o al menos una parte de esta, de la “Vieja Religión”. La
concepción por tanto de “Vieja Religión” y Paganismo no es la misma. Paganismo
lo entienden, según Fernando González, como: “El Paganismo es más el concepto
de cultos no cristianos (…) viene a posteriori de lo que viene siendo la Vieja
Religión. El Paganismo no la entendemos como una religión sino como un título
que marca una serie de religiones por una determinada circunstancia”.
Paganismo se entiende como una etiqueta que se coloca a los
cultos precristianos cuya religiosidad proviene de la “Vieja Religión”. Esta
“Vieja Religión” utilizaba como praxis religiosa, la magia.
El concepto de magia es uno de los términos que más se han
discutido desde el ámbito académico. Se ha analizado desde diferentes
posiciones. Desde las más clásicas como la sociológica de Durkheim o la
evolucionista de Tylor, hasta la visión antropológica que destaca en nuestros
días. La triada magia-religión-ciencia, que veíamos en el primer apartado de
este trabajo, ha impregnado el desarrollo conceptual de la magia que se ha
visto en gran medida enfrentada a la religión como elementos diferenciados.
Poco a poco se está analizando la magia dentro del campo de las religiones,
sobre todo, como decía, bajo el prisma de los estudios antropológicos.
Esta distinción entre magia y religión ha sido provocada
por la visión negativa que se ha tenido en Occidente hacia la magia y su
poder ritual. Una visión negativa que no se trata de un fenómeno contemporáneo,
sino de muy antiguo. La Wicca Celtíbera en su definición religiosa observa esta
persecución que en Occidente se ha tenido hacia la magia y por tanto a la
praxis y a la religiosidad pagana. Concretamente este culto entiende esta
persecución bajo un concepto cronológico, la “Era de las Persecuciones”. La
“Era de las Persecuciones”, cuya definición se puede observar en el preámbulo
de los Estatutos de la Confesión Religiosa Wicca Celtíbera, contextualiza esta
era entre los siglos IV d.C. y el s. XX. La definen como un largo periodo donde
la magia y su praxis, la brujería, y por ende la Vieja Religión, se han visto
perseguidas. Sobre la definición de la “Era de las Persecuciones” le pregunte a
Fernando González y esto fue lo que argumentó:
Creo que hay una idea equivocada, y es referirnos a la
Inquisición o a la persecución de los cultos paganos a partir de que se crea la
institución de la Inquisición. Pero el cristianismo estaba persiguiendo a los
cultos paganos desde el s. IV d.C. Entonces, sería injusto, y además inadecuado
a nivel histórico, zanjar de un plumazo, quitarnos de en medio todos esos
siglos de persecuciones que evidentemente llevaron a que finalmente se crease
una institución o varias instituciones dedicadas a ello.
La asociación que se realiza entre magia y religión
precristiana o “Vieja Religión” provoca una serie de problemas a la hora de
reconstruir el culto. En primer lugar, entender la “Vieja Religión” como una
religión que se extendía en la Europa precristiana unificando la diversidad de
los cultos precristianos resulta problemático. Sin embargo, la problemática
mayor, bajo mi punto de vista, se trata de asociar la praxis mágica a los
cultos precristianos entendiendo que la visión negativa que hay hacia la magia
es una visión cristiana. Esa visión negativa cristiana se iniciaría por tanto
en lo que han denominado la “Era de las Persecuciones” cuando el cristianismo
se convierte en la religión oficial del Imperio Romano tras el Edicto de
Tesalónica del año 380 d.C.
Sin embargo, la visión negativa hacia la magia es anterior
a lo que la Wicca Celtíbera ha definido como cultos precristianos.
Existen estudios sobre la magia en épocas antiguas como el artículo de
Bernd-Christian Otto (2013) donde ya se aprecia esas connotaciones negativas en
el término magia. En la propia Grecia Clásica, concretamente en el siglo V a.C.
y IV a.C. el propio Platón en sus Leyes, realiza una legislación contra
las personas que practican magia:
Y si parece como si alguien estuviera haciendo daño a otro
con conjuros o encantos o salmodias cualesquiera o algún otro, sea el que sea,
de los maleficios de esa índole, que muera si es un adivino o milagrero, y si
es condenado por maleficio sin pertenecer al arte mágica que también a éste le
ocurra lo mismo, es decir, que también con respecto a él fije el tribunal lo
que les parezca que debe sufrir o pagar. (Pl., Lg., XI, 933 e)
Incluso más tarde en el s. II a.C. y I a.C. en Asia Menor
destaca la Inscripción de Philadelphia:
Cuando entren en (¿)... esta casa que se permita a los
hombres ... y mujeres (?), a las personas libres y esclavos domésticos, ...
jurar por todos (?) ... los dioses que ellos no conocen ninguna acción engañosa
en contra de un hombre o ... una mujer ( ?) ... o sobre cualquier droga
perjudicial para las personas, y que ni conocen ni usan ... (?) ... hechizos
dañinos, un encantamiento amoroso, un fármaco abortivo, o un anticonceptivo.
Tampoco deben usar ninguna otra cosa fatal para los niños, o dar consejos o hablar
con otra persona acerca de tales cosas.” (TAM V 1539).
Se observa, por
tanto, que la persecución hacia la magia y su praxis ya existía en épocas
anteriores al s.IV d.C. cuando es cierto que se inicia un conflicto entre
paganos y cristianos, pero la magia y su praxis ya tenía una visión negativa
anterior a la cristiana. La confusión quizás radica en que es el cristianismo
el que distingue magia de religión, quedando la magia en una situación
peyorativa. Además, el concepto de magia que tiene la Wicca Celtíbera difiere
bastante a lo que la magia significaba en épocas anteriores, sobre todo a la
Edad Antigua. Esta evolución diferencial de la magia es cada vez más estudiada
por autores contemporáneos como W. Hanegraaff (2016).
La magia que se entiende dentro de la Wicca Celtíbera, es
la magia que se define en los movimientos New
Age y en los Neopaganos. Si estudiamos la concepción de la magia y su
“cosificación”, por utilizar el término de Hanegraaff (2016, p.393), observamos
una evolución histórica, y por tanto lo que se entiende como magia en el s. XXI
dentro de los cultos neopaganos difiere a lo que era la magia en etapas
antiguas.
La magia en los cultos neopaganos como la Wicca Celtíbera,
se caracteriza por entenderse como una fuerza natural, tal y como veíamos en la
propia definición que hacen de magia en el art.5 de los Estatutos de la
Confesión Religiosa Wicca Celtíbera: “todo lo que rodea y conforma al ser
humano, tiene alma, vida y memoria, y que al uso consciente o no, e inteligente
de este Principio, se define como magia” (González, 2012a). Es una magia que
como fuerza natural universal tiene sus propias leyes. Se entiende como el
último recurso para conseguir algo, además no para conseguir algo que se quiere,
sino que se necesita, tal y como lo define S. Magliocco: “Magic won’t get you
what you want, but it will get you what you need” (Magliocco, 2015, p.658). La
magia supone la interacción entre los individuos y las fuerzas o entidades
espirituales que poseen una naturaleza muy heterogénea (dioses, espíritus,
almas, elementos, etc.) Además, se entienden los elementos del mundo como
ligados entre sí, existiendo cadenas de acontecimientos. Así, realizando un
acto establecido se afecta a un elemento secundario mediante canales
interconectados. Estos canales pueden ser varios, desde el mero contacto entre
objetos, hasta la asociación por alguna propiedad. Por ejemplo, lo verde atrae
a lo verde.
Esta concepción de la magia es la que se desarrolla en la
llamada Wicca. Una tradición a la que pertenece la Wicca Celtíbera. Sin embargo,
dentro de la Wicca existen diferentes corrientes o tradiciones. Quizás la más
conocida sea la fundada por Gerald Gardner. Su obra Witchcraft Today de
1954 ha sido la obra por excelencia citada en los estudios sobre la Wicca y el
movimiento New Age. Gerald Gardner
entendía la Wicca como una religiosidad que se remonta a los cultos
precristianos. La Wicca fundamenta la visión religiosa de la Wicca Celtíbera,
no solo en su nombre, también en su ritualidad. Los ocho festivales de la rueda
del año que veíamos en la ritualidad de la Wicca Celtíbera está presente en
toda la corriente Wicca, y concretamente en la Gardneriana, aunque las fiestas
de los solsticios y los equinoccios fue un añadido en los años 50 de Ross
Nichols, uno de los fundadores de lo que se conoce como Druidismo, dentro del
movimiento Neopagano. Así lo afirma uno de los autores más importantes dentro
de la confesión wiccana R. Hutton en su obra El Triunfo de la Luna
(Hutton, 2001).
La Hermandad de la Wicca, como se llamó el grupo de Gardner
se basaba en un término, Wicca, que provenía del indoeuropeo para referirse a
esa religiosidad que se desarrollaba en los cultos precristianos. Sin embargo,
existe una tensión bajo ese término que tiene que ver con la forma de realizar
la praxis ritual de los grupos wiccanos. A Gardner se le ha acusado, dentro de
la propia Wicca, de basarse en las corrientes esotéricas del s. XIX y XX que
habíamos visto anteriormente. Esto ha provocado que exista una corriente dentro
de la Wicca que se separa de la obra de Gardner o de la llamada Wicca
Gardneriana y prefieren una labor más reconstruccionista, como es el caso de la
Wicca Celtíbera. La propia Wicca Celtíbera define el concepto Wicca como un
término indoeuropeo referido a la magia (González, 2012b). Se separan de las
obras de Gardner y defienden que la Brujería Tradicional o Wicca es anterior a
Gardner, pues el propio Gardner toma “tradiciones brujeriles como la Streghería”
anterior a él (González, 2012b). Por tanto, realizan un continuum entre
la concepción actual de magia con la concepción de magia en la Antigüedad, un
argumento que como hemos visto anteriormente puede inducir a error.
Explican la aparición tardía en España de la Wicca (años
80), no como resultado de la obra de Gardner, sino por la falta de
libertad religiosa que vivía España debido a la dictadura franquista. Así, en
la Transición, se pudo desarrollar una apertura de la religiosidad y la Wicca
obtuvo su sitio, recuperando la Wicca Tradicional de la Península prerromana,
la Wicca Celtíbera (fundada en 1983). Se separan así completamente de la
tradición Gardneriana. Pero no únicamente se separan de esta tradición, tampoco
comparten la llamada Wicca Ecléctica o Wicca Individual y por tanto no
la consideran una tradición Wicca. Me explicaba Fernando González la siguiente
visión de la Wicca Ecléctica:
La Wicca Ecléctica como tal no existe. Oiga, usted puede no
definirse dentro de una tradición determinada y optar por coger de aquí y de
allá y hacerte una idea, pero eso no significa que exista una Wicca Ecléctica
por sí. Son personas que no se han ceñido a ninguna tradición. (…) no están
iniciadas, no están ordenadas, no están en la Wicca.
Para la Wicca Celtíbera, el rito de iniciación en comunidad
es no solo necesario, sino obligatorio. Después de la iniciación, sí que está
permitida la realización de rituales de manera individual, como veíamos en el
apartado anterior. Ante esta tesitura de posicionarse dentro de la Wicca y la
visión que se toma de esta, Fernando González me explicaba lo siguiente:
Una visión armonizada no existe, (…) Hay una serie de
tradiciones de origen anglosajón que son las que tienen más fuerza y han
marcado sobre todo las creencias o las ideas que se tiene sobre la Wicca y
luego por otra parte otros cultos, en este caso el mío, que de alguna manera
reivindica otra serie de principios que hacen más fuerza en lo que sería el
paso histórico. Nos consideramos reconstruccionista y como tal, estamos
desarrollándonos religiosamente y, … no gusta. La idea era presentar la Wicca
como una religión nacida en Inglaterra que se inventa un señor (Gardner) y es
absolutamente falso para nosotros desde un punto de vista histórico.
Se observa aquí la separación entre la tradición
Gardneriana con la Wicca Celtíbera. Afirma Fernando González que la tradición
de Gardner es magia ceremonial heredada de la Cábala judía y los estudios
esotéricos. Sin embargo, afirma que discípulos de esa Wicca Gardneriana, como
Doreen Valiente, ya intentaron buscar una tradición histórica de la Wicca.
Todo ello demuestra que, debido a la heterogeneidad que
existe dentro de la Wicca, estudiarla de manera general puede caer en una
cierta problemática. Utilizar los estudios generales de la Wicca para
adentrarse en un culto específico como la Wicca Celtíbera puede darnos una
visión sesgada. Por ejemplo, uno de estos estudios generales de la Wicca que se
suele utilizar es el de Hutton (2001). Pero sin embargo, este autor presenta
una visión Gardneriana de la Wicca. De hecho, el propio Fernando González me
afirmaba lo siguiente sobre este autor: “Uno de los peros que le achaco a R.
Hutton (…) como gardneriano que es, tira para lo suyo, y lo utilizan mucho. Es
que no, es que no es así.”
En definitiva, los
conceptos de magia, de tradición religiosa Wicca o el propio término de culto
pagano como Vieja Religión y su construcción son términos que deben ponerse en
tela de juicio. La visión que se da desde la Wicca como la magia tradicional, o
Brujería Tradicional, que proviene de esa Vieja Religión resulta problemática.
La concepción de la magia evoluciona como un fenómeno histórico más. La Wicca
ha intentado recoger un término, que se ha ido impregnando de la deriva
histórica del esoterismo occidental y entender por tanto la magia como un
continuum en el tiempo es más una construcción cultural que un hecho histórico
probado. Esto nos abre la puerta a un segundo bloque problemático en la labor
reconstruccionista, la reconstrucción de las creencias celtíberas y su rito.
3.2 Reconstrucción de las creencias y el rito:
Analizar
uno a uno cada dios o diosa y su ritualidad nos llevaría un arduo trabajo y
quizás sería interesante para futuros estudios sobre la Wicca Celtíbera. En
este último apartado y a modo de conclusión me gustaría analizar cuál es el
proceso reconstruccionista hacia propiamente la tradición Celtíbera prerromana.
Es un elemento que no se puede exportar a otra tradición wiccana y que es
especifica de la Wicca Celtíbera.
Ese proceso de reconstrucción se divide en dos partes. Por
un lado, la labor de documentación y por tanto la búsqueda de fuentes y en
segundo lugar la puesta en práctica de la información recogida. En cuanto
a la primera parte, pregunte a Fernando González cuales eran las fuentes que
utilizaba. Por otro lado, citó a historiadores y cronistas clásicos como
Estrabón, Pomponio Mela o Posidonio de Apamea. Estos historiadores pueden ser
problemáticos para estudiar a los pueblos indígenas prerromanos. Estrabón por
ejemplo, nunca llegó a pisar la Península, y su discurso trata de justificar
las conquistas de Augusto en el norte peninsular. Sin embargo, el Sumo
Sacerdote me afirmó que igualmente utilizaban a historiadores contemporáneos
como Almagro Gorbea o Blázquez. Incluso citó a Mircea Eliade como un
historiador de las religiones al que leen dentro del grupo para entender la
religiosidad y su evolución. Su afán reconstruccionista les lleva a leer y
estudiar todo este tipo de obras.
Sin embargo, el problema no se resuelve en identificar las
fuentes sino en conocer los límites que las fuentes tienen para aplicar lo que
se conoce. Fernando González me afirmaba lo siguiente sobre esta cuestión:
“cuando leo a Martin de Dumio estoy leyendo lo que yo hago (…) él lo está
afirmando en el s. VI d.C. pero es lo que yo hago”.
Quisiera recalcar el verbo que utiliza Fernando: yo hago,
hacer. Hemos visto la importancia que estos cultos como la Wicca Celtíbera le
dan a la acción. La premisa “Haz lo que debas”, recogía esa importancia. La
cuestión está por tanto en esto. Cuando se reconstruye los rituales se busca hacer
lo mismo que hacían los antiguos. Cuando nos encontramos con elementos que se
desconocen en las fuentes se elaboran elementos nuevos. Fernando González me
contestaba a esto así:
Evidentemente sabemos que no vamos a poder rescatar todo.
Por ejemplo nosotros en los ritos, en las oraciones evidentemente no estamos
sacando las oraciones de ningún papiro extraño, de ningún documento, porque no
lo hay, somos conscientes de ello. Sí sabemos los procesos que tenían que darse.
Precisamente aquellos elementos que se crean nuevos beben
de la historia del esoterismo occidental. Esto es innegable y es esa
construcción lo que unifica a todo el movimiento New Age y Neopagano como veíamos en el primer apartado. Este hecho
nos lleva a lo que para mí resulta el gran problema en la reconstrucción, el
pensamiento religioso. Para explicar esta última idea traigo a colación las
palabras ya citadas de Fernando González:
…el eterno renacimiento, la regeneración, etc. todo ese
pensamiento gira en torno a eso (movimiento cíclico). Los ritos son de alguna
manera mantener ese ciclo. Ya no es que digamos que si no lo hacemos no es que
no vaya a salir el sol, evidentemente, pero si nosotros, que se produzca esa
transformación cíclica, esos pasos de renovación que son necesarios en los
pasos de renovación a nivel espiritual nuestro.
El pensamiento
teleológico religioso que tienen los/as Wiccanos/as cuando realizan el culto,
se distancia en gran medida del pensamiento teleológico religioso de los
antiguos. La pregunta para entender los problemas del reconstruccionismo
histórico o al menos uno de ellos, es preguntarse el por qué y el para qué de
la práctica ritual. Es aquí donde resalta la espiritualidad individual en el
ámbito de nuevas espiritualidades debido a la evolución de la sociedad secular
actual: “renovación a nivel espiritual nuestro”. El objetivo del ritual no es
salvaguardar el destino del mundo que les rodea o incluso de la comunidad, sino
el beneficio espiritual personal que se consigue con la realización del rito. El
pensamiento religioso por tanto no es el mismo, e intentar reconstruir ese
pensamiento que se daba en la Antigüedad en nuestros días resulta una brecha
insalvable.
2.
Reflexiones
finales:
El contexto histórico, social y cultural en el que vivimos,
descrito por diferentes autores como Postmodernidad, ha dado paso a no solo
nuevas formas de entender la sociedad, la política, la economía o la propia
cultura, también han aparecido nuevas formas de entender la religiosidad.
Dentro de estas nuevas tendencias están el movimiento New Age y el Neopaganismo como dos grandes bloques que unifican la
naturaleza de estas nuevas corrientes.
En este breve trabajo se ha analizado el desarrollo
religioso de una confesión concreta, la Wicca Celtíbera, que se inserta en la
vorágine de ambos grupos. Aprender y aprehender a estudiar e investigar este
tipo de religiosidades desde un prisma académico, neutro y no religiocéntrico
supone todo un reto epistemológico, como lo ha supuesto el estudio de las
religiones de manera aconfesional durante la segunda mitad del s.XX. Bajo mi
punto de vista, los estudios sobre estas religiosidades contemporáneas o nuevas
espiritualidades son muy necesarios no solo para el conocimiento de las
diferentes posturas y prácticas ante el hecho religioso, sino que también es
positivo para la convivencia religiosa y el diálogo interreligioso.
Es cierto que, en este trabajo, hemos observado que mucho
argumentario que utilizan las personas insertadas en el grupo religioso de la
Wicca Celtíbera es en realidad una construcción contemporánea de lo que pudo
haber sido la religiosidad de las culturas pasadas. Se aprecia en los
movimientos y corrientes de nuestro tiempo presente, como el psicoanálisis, el
ecologismo o el feminismo, que se han introducido en estas religiosidades
creando nuevas posiciones ante los sentimientos religiosos y que, por tanto,
son en realidad posturas religiosas contemporáneas nutridas de datos históricos
y no un tipo de religiosidad que se remonta a un pasado histórico concreto, en
este caso, a la religiosidad de los pueblos prerromanos de la Península
Ibérica.
A pesar de todo ello,
la Wicca Celtíbera, se posiciona como un culto religioso más entre la gran
diversidad que existe para relacionarse con la religiosidad y la espiritualidad
en una etapa tan cambiante y heterogénea como la que vivimos a día de hoy. Se
merece por tanto el mismo respeto que cualquier confesión religiosa que compone
el crisol de creencias del mundo que vivimos.
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2007, 113–118, no. 1539.
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