lunes, 18 de diciembre de 2017

La wicca celtíbera: El culto neopagano y la reconstrucción histórica Parte I



Escrito por: Ramón Soneira Martínez, Máster en Ciencias de las Religiones y doctorando por la Universidad Complutense de Madrid.

1.    Introducción:


Los movimientos new age y paganismo son el paraguas de una gran tipología de creencias y prácticas rituales en que la experiencia y la acción poseen mayor peso que la creencia o el dogma, tal y como afirma Sabina Magliocco (2015). Esta nueva mentalidad religiosa no solo se inspira en las religiones mayoritarias, sino también en la evolución del esoterismo occidental y las llamadas “ciencias ocultas” europeas que tienen un fuerte arraigo a finales del siglo XIX y en los inicios del siglo XX.



Generalmente, desde los estudios académicos se ha tendido a unificar ambos conceptos, new age y neopaganismo, aunque el segundo suele ser entendido como una subcategoría del primero[1]. Sin embargo, existen diferencias notables que nos permiten hablar de dos movimientos diferentes, tal y como veremos a lo largo de este trabajo. No obstante, aún a pesar de sus diferencias, es cierto que ambos nacen de un tronco común, por lo que comparten una historia desde la cual han desarrollado su aparato religioso, sus ritos y sus creencias.



Dentro de ese aparato religioso destaca el concepto de magia, pero también la espiritualidad individual cargada de emociones y experiencias desarrollando, ante todo, una espiritualidad y religiosidad personal mediante una gran heterogeneidad de prácticas y de creencias, como observa Magliocco (2015). La triada conceptual magia-religión-ciencia, esgrimida por Wouter J. Hanegraaff (2016), y la construcción de los conceptos en oposición entre sí, es la clave para entender la evolución del concepto de magia y, por ende, de gran parte de la praxis religiosa de ambos movimientos. Además, ambos se encuentran arraigados en la dinámica política y social de la actualidad, adhiriéndose a movilizaciones reivindicativas como el feminismo o el ecologismo entre otras que, según mi punto de vista, nacen de la propia naturaleza reivindicativa de su culto para dotarlo de visibilidad y legitimidad en la sociedad actual. Precisamente una de las diferencias entre el movimiento new age y el neopaganismo se va a encontrar en cómo se legitiman: mientras que el neopaganismo lo hace mediante el estudio de las creencias precristianas, el new age intenta acercarse a la ciencia y el bienestar psicológico.



Analizando la historia de estos movimientos, así como su origen, encontramos una evolución muy interesante. Ambos desarrollan su aparato religioso a través de la influencia de corrientes de pensamiento muy antiguas. S. Magliocco (2015) incluye entre ellas el neopitagorismo, el estoicismo, el hermetismo, el gnosticismo, el neoplatonismo e incluso el propio cristianismo. Igualmente se ven influenciados por el devenir del esoterismo occidental, con saberes como la alquimia, la astrología o incluso la cábala judía.



Esta unificación de diferentes corrientes filosóficas, así como de saberes “ocultos”, proviene de la creación del hermetismo en el Renacimiento europeo del s. XV, con figuras como Marsilio Ficino y Pico della Mirandola. Ambos personajes inician una escuela que se dedica a la hermenéutica de los textos, unificando influencias y saberes como los que citábamos anteriormente. Es un momento en el que destaca además la traducción de textos árabes, cuya sabiduría influirá en gran medida en el pensamiento esotérico posterior, tal y como afirma Hanegraaff (2016, p.401). Todo este nuevo conocimiento, y la propia visión del mundo que se genera de él, tendrán una influencia directa en los grandes movimientos esotéricos de Europa:  como la Masonería del s. XVII y los rosacruces en el s. XVIII.



Durante la Ilustración se genera un movimiento secular que empieza a desestimar los principios religiosos tradicionales. Es en este momento cuando se genera la triada conceptual definida por Hanegraaff (2016): magia-religión-ciencia, que determinará la construcción de los términos en las etapas posteriores. Se produce también un acercamiento de los conceptos científicos con los espirituales, tal como describe Magliocco (2015) con el caso de Franz Anton Mésmer: este intelectual busco unificar el magnetismo y la electricidad con la espiritualidad, creando el mesmerismo, que unifica conceptos científicos con espirituales. Esta unificación de términos y conceptos se desarrollaría en el s. XIX y llegará incluso al s. XX, con experimento como el del Dr. McDougall y el peso del alma en 1907. De hecho, es precisamente el s. XIX el periodo de mayor influencia en el movimiento new age y el neopaganismo.



Hanegraaff (2016), analizando el Romanticismo alemán principalmente, afirma que este movimiento cultural supone una ruptura con el modelo cientificista y racionalista de la Ilustración, al interesarse no solo por el pasado histórico sino también por las prácticas religiosas antiguas como una herencia oculta. Como también afirma S. Magliocco (2015, p.646) este es un movimiento que trata de “resacralizar el mundo”.



Esta resacralización esconde un nuevo interés por la práctica mágica y la espiritualidad, como se puede observar en autores como el francés Eliphas Levi, que se dedica a estudiar la cábala mediante asociaciones con el antiguo Egipto y con el Tarot. Fue la Orden Hermética de la Aurora Dorada, posteriormente, la que reunió el esoterismo anterior con el objetivo de crear una magia ceremonial a fínales del s. XIX y principios del s. XX que influyó a todo el movimiento esotérico posterior. La organización se interesa por la transformación espiritual del individuo mediante diversas prácticas que se obtenían de corrientes esotéricas anteriores, como los trances o viajes astrales. A esta organización, ya en el siglo XX, pertenecía Aleister Crowley, uno de los personajes más influyentes en el new age y el neopaganismo, sobre todo en este último.



A todo ello se une la filosofía asiática, que influyó en la creación de organizaciones como la Sociedad Teosófica de 1875 y su profecía de la Era de Acuario. Finalmente, en el siglo XX, cabe destacar una nueva unión entre el lenguaje científico y el lenguaje espiritual en los estudios de psicología humanista de Sigmund Freud, pero sobre todo en los estudios de su discípulo, Carl Jung. La influencia de esta corriente psicológica queda reflejada tanto en la obra de Magliocco (2015, p. 646) como en la de Hanegraaff (2016, p.402), en que aparecen conceptos como “inconsciente”, cargado de una simbología de carácter interpretable; se diviniza la mente y se utiliza como un instrumento espiritual, sacralizando de paso la psicología. A esto se unen, en los años 60, los movimientos contraculturales, que han terminado dotando de identidad y contenidos al new age y al neopaganismo, con una simbología propia, como afirma Susan Greenwood (2009).



En conclusión, los movimientos new age y neopaganismo poseen una construcción religiosa que proviene del devenir del pensamiento, sobre todo esotérico, europeo. Estos movimientos desarrollan una religiosidad con fuerte presencia del elemento espiritual. Ha habido debates en el mundo académico sobre si estos movimientos son religiosos o no, o si son religiones legítimas; desde el ámbito teológico cristiano, incluso, ambas han sido estudiadas como concepciones religiosas erróneas en un periodo de secularización. En cualquier caso, estas cuestionan el concepto de espiritualidad como desarrollo religioso individual que choca con la manera clásica de entender la religión, pues no hay instituciones ni dogma, sino desarrollo personal, psicológico y espiritual, conseguido mediante una gran heterogeneidad de prácticas.



La construcción que realizan estos movimientos, que es en lo que centraré mi trabajo, concretamente en el culto de la wicca celtíbera, supone una temática de estudio realmente interesante. La simbología que se muestra en la práctica ritual no es solamente antigua, sino que se proyectan símbolos e ideas contemporáneas en la construcción ritual del culto. Este fenómeno ha sido estudiado sobre todo por Hanegraaff (1999), en su concepción de las espiritualidades; según él, una religión sin espiritualidades es imposible, pero sí es posible una espiritualidad sin religión. Define por tanto la new age como espiritualidad sin religión, fruto de la evolución secular de la sociedad occidental. Esto supone una gran importancia del individuo, como veremos, en el culto de la wicca celtíbera.

2.    ¿Qué es la wicca celtíbera?



En el siguiente apartado nos centraremos en el culto conocido como wicca celtíbera, el cual, a pesar de estar integrado dentro de la wicca, posee ciertas diferencias que lo dotan de naturaleza propia. Para desarrollar este apartado, y debido a la escasez de fuentes científicas que traten esta confesión religiosa, he tomado como fuente la información que el propio grupo religioso aporta en sus estatutos y en su sitio web. Además, tuve la oportunidad de realizar una entrevista al Sumo Sacerdote del Consejo wiccano de la wicca celtíbera, Fernando González, máximo representante de esta confesión religiosa, a quien agradezco su disponibilidad y su aportación. Hay que tener en cuenta que debido al carácter hermético y secreto de estos cultos mucha información es imposible de conocer, ya que el conocimiento absoluto de la fenomenología del culto y su ritualidad solo se permite a los iniciados en la wicca celtíbera.

2.1         Denominación y tradición del culto



La wicca celtíbera se define a sí misma como un culto pagano, de ascendencia wicca. Dentro de la wicca, se encuentran en lo que se conoce como rama wicca tradicional, y dentro de esta, en la tradición celtíbera. Posee, además, una naturaleza hermética, mistérica e iniciática. Se definen como un culto que trasmite la religiosidad celtíbera de la Península Ibérica que emana del chamanismo paleolítico y los cultos europeos precristianos. Se definen, igualmente, como herederos de la brujería tradicional, que según el artículo 1 de sus estatutos fue perseguida durante la llamada “Era de las Persecuciones” (González, 2012a, art.1): una etapa histórica que se inicia con las persecuciones a los paganos del s. IV d.C. y que se prolonga hasta el s. XX.



Entienden como culto pagano, tal como se aprecia en los artículos siguientes, un culto que desarrolla una religiosidad anterior al cristianismo en Europa, que proviene de la religiosidad paleolítica y que en la historiografía posterior fue asociada a la práctica de la brujería y por ende a la praxis mágica. Aun así, en el art. 4 de sus estatutos reconocen que una persona pagana es aquella que adopta el credo religioso, las prácticas y las tradiciones paganas, aun sin tener un nexo de unión histórico verificable.



Dentro de la wicca, se separan de la llamada wicca gardneriana o wicca anglosajona, defendiendo una praxis religiosa y un culto pagano autóctono que es verificable mediante el reconstruccionismo histórico basado en fuentes arqueológicas, etnológicas y escritas.



Esta comunidad religiosa se considera apolítica, aunque igualmente afirma que defenderá sus derechos y libertades como minoría religiosa ante el Estado o ante personas físicas o jurídicas que menoscaben a la wicca celtíbera. Incluso reivindican la desaparición de la asignatura de Religión en la Educación Pública sustituyéndola por una asignatura de Historia y Filosofía de las Religiones. Sus objetivos se centran en reconstruir el culto celtíbero, organizando el ritual y congregando a sus fieles en torno a este. Su praxis religiosa se centra en liturgias y rituales que según la tradición celtíbera provienen de una etapa precristiana. No tienen como objetivo ni el proselitismo, ni el ánimo de lucro. Pregunté al informante Fernando González, Sumo Sacerdote, si se cobraba un ingreso al iniciarse y me negó tal hecho.



En cuanto a aspectos más formales, la confesión religiosa wicca celtíbera fue reconocida legalmente como minoría religiosa el 23 de diciembre del año 2011 y fue, por ende, inscrita en el Registro de Entidades Religiosas del Estado Español. La confesión esta igualmente reconocida en Portugal debido a que existen miembros de la wicca que se encuentran en este país, concretamente de la Congregación o Coven Irmandade Lusitana. Aun así, la wicca celtíbera es fundada por Fernando González en España en el año 1983 a través de la Brujería Tradicional Hispánica/Ibérica (BTH/BTI) que pasa a denominarse como Wicca Tradicional Hispánica/Ibérica (WTH/WTI). Según esta confesión, el cambio terminológico se realiza por la connotación que se tiene en la sociedad del concepto de brujería. Se toma el término wicca, no para dotarlo de una ascendencia anglosajona, sino como dice el propio Fernando González para “actualizar la brujería” defendiendo que la BTH o WTH es la evolución de los cultos paganos de la Península Ibérica (González, 2012b).



Desde 1992 realizan una de sus principales festividades, el solsticio de verano del 23 de junio o Litha, en la localidad de Pinto (Madrid) y desde el 1 de noviembre del 2013, la fiesta de Samhain en esa misma localidad. Dos festividades que analizaremos más adelante. En el año 2012, la wicca celtíbera constituye la Plataforma en favor de la Libertad Religiosa del Paganismo junto a la Confesión Religiosa Comunidad Odinista de España-Ásatrú con el objetivo de ser una plataforma unificadora de los distintos cultos paganos que hay en España (druidismo, odinismo y wicca). Han conseguido ser una plataforma unida que ha permitido una relación directa entre el Estado y las confesiones paganas para poder canalizar sus necesidades, como por ejemplo trasportar puñales y espadas que se utilizan en los rituales sin que los agentes de seguridad les multen.





La wicca celtíbera posee una estructura interna jerarquizada de los fieles y las personas que componen la comunidad religiosa: por un lado se encuentra la naturaleza de los fieles y por otro los órganos de representación.


Los fieles[2] se dividen en tres tipos: creyente, wiccano/a, sacerdote/isa y sumo/a sacerdote/isa. La terminología “creyente” se utiliza en aquellas personas que sienten afinidad hacia la wicca celtíbera aunque practiquen otro culto diferente, así como los menores de 13 años. Estas personas no pueden participar en los rituales privados ni en los órganos de representación.



En segundo lugar, la terminología “wiccano/a” se aplica a las personas que, habiendo apostatado de cualquier otro culto, se inician en la wicca celtíbera mediante un ritual conocido como Ceremonia de Bautizo u hospitium y con la inscripción en el Libro de Nombres de la congregación correspondiente. El proceso de iniciación se prolonga hasta un año y un día. Mientras tanto, la persona se adscribe bajo el nombre de adepto/a, y carece aún de pleno derecho. La persona considerada wiccana es un miembro de pleno derecho dentro de la confesión, se le enseña el saber completo de los rituales privados y las enseñanzas privadas del culto y se le permite participar en los órganos de representación que veremos más adelante. Cabe destacar que uno de los elementos que se les exige a los nuevos miembros, aquellas personas que quieran convertirse en wiccanas, es que su deseo de introducirse en el culto sea: “procurar su desarrollo espiritual y servir a los/as Dioses/as” (González, 2012a, art. 52).



La categoría de “sacerdote/isa” se alcanza cuando se ha estado vinculado a la confesión durante al menos seis años. Para alcanzar esta categoría hay varias pruebas que deben ser superadas, así como un ritual de tránsito que, debido al carácter hermético del culto, desconozco. La categoría de “sumo/a sacerdote/isa” se obtiene al acreditar doce años de pertenencia a la wicca celtíbera y superar el ritual de tránsito a dicha categoría. Por último, ninguna persona iniciada en el culto, ostente el cargo que ostente, se da de baja de la wicca celtíbera tras su muerte ya que existe una escatología, como veremos, para los aspectos de la muerte y el Más Allá.



En cuanto a los órganos de representación[3] existen seis tipos: el Sumo Sacerdote del Consejo wiccano, el Consejo wiccano, la Cámara del Arte, la Hermandad de Congregaciones, la Congregación y el Colegio Sacerdotal.



El “Sumo Sacerdote del Consejo wiccano” es la máxima autoridad y representación de la wicca celtíbera. Actualmente el cargo lo ostenta Fernando González, el informante con el que pude tener la entrevista. A parte de sus funciones administrativas como máximo representante de la confesión, sus labores religiosas incluyen: “Autorizar, mantener y cohesionar los Principios Doctrinales, Tradiciones, y Prácticas de la wicca celtíbera, (…) con el asesoramiento y recomendaciones del consejo wiccano”. (González, 2012a, art.19b)



El “consejo wiccano” está formado por el Sumo Sacerdote y por un máximo de doce miembros. Los miembros del Consejo son Sumos Sacerdotes de las distintas congregaciones que pertenezcan a la Cámara del Arte o a la Hermandad de Congregaciones y que lleven veinte años inscritos como miembros de la wicca celtíbera.



La “Cámara del Arte” es el órgano de representación de las distintas tradiciones que existen en las Congregaciones y que han sido reconocidas por la wicca celtíbera. Está formada por un Sumo/a Sacerdote/isa de cada tradición.



La “Hermandad de Congregaciones es el órgano que unifica a todas las Congregaciones inscritas en la wicca celtíbera. Se compone de un Sumo/a Sacerdote/isa de cada Congregación así como un Sacerdote/isa que sirve de representante de los miembros que no están adscritos a ninguna Congregación.



La “Congregación, Coven o Corro” se trata de un grupo de seis o más Sacerdotes/isas, hasta un número máximo de doce, que construyen un circulo autónomo. Cuenta con su propio Libro de Sombras y su propio Libro de Nombres así como su propio Sumo/a Sacerdote/isa.

Fernando González, en la entrevista que puede realizarle, me afirmaba que:



Normalmente suele haber un Libro de Sombras por cada Congregación. De hecho ahora me estoy ocupando de homogeneizarlo todo dentro de la tradición, porque claro, cada coven tiene el suyo propio. En el caso de mi coven (Orden Sagrada de Beltane) es muy cerrada y no sale ni siquiera del coven. Otros coven se basan en lo que yo les trasmito desde mi coven que lo hago más genérico, más extensible para guardar la tradición, pero sin revelar la parte que como coven debo reservarme.



Esto le permite realizar de manera autónoma sus propios ritos y construir su propia creencia o culto a la divinidad que estimen oportuna siempre que respeten los principios de la wicca celtíbera (González, 2012a, art.24.6). El propio informante, Fernando González, me aseguro que “tú puedes tener una devoción o haberte consagrado tanto como coven como particularmente a una divinidad concreta”.



Según mis investigaciones, existen las siguientes congregaciones o covens dentro de la wicca celtíbera: Coven de la Orden Sagrada de Beltane, Coven de Cova Nubles o Cuniebles, Coven Crannd Bethadh y la Coven Irmandade Lusitana. El informante Fernando González, Sumo Sacerdote, me indicó que existía alguna más aunque no me facilitó sus nombres.



Finalmente, el ultimo órgano de representación de la wicca celtíbera es el “Colegio Sacerdotal”, compuesto por los/as sumos/as sacerdote/isas y el resto de sacerdotes/isas, siempre supeditado a todos los órganos anteriores y sobre todo al sumo sacerdote del Consejo wiccano.

b.      Creencias:


En cuanto al sistema de creencias hay una conjunción entre dos naturalezas distintas: por un lado, las creencias de naturaleza pagana, que evocan a un pasado prerromano de la Península, y por otro las creencias referidas a la wicca.



Esta conjunción puede observarse en primer lugar en el Panteón, que en la wicca celtíbera, es politeísta. Se compone de una gran cantidad de divinidades extraídas del Panteón Celtíbero como por ejemplo el dios Endovéllico, la diosa Atecina, Epona, Lugh, Cerunnos, Beltane, etc. y cada congregación se consagra a uno. Esta sería la naturaleza extraída del pasado religioso prerromano; sin embargo, esta naturaleza se une al Panteón de la wicca Tradicional. Todas las divinidades se organizan bajo el prisma de dos arquetipos: por un lado, un Dios Padre que posee una naturaleza doble, y por otro lado una Diosa Madre de naturaleza triple. Estos dos arquetipos serían las dos divinidades principales y jerárquicamente superiores y el resto de divinidades se supeditan a estos dos arquetipos. La conjunción de ambos arquetipos permite la renovación cíclica del mundo, así como la fecundidad, pero también la existencia de un tercer elemento, la persona inicada que se genera a raíz de la conjunción de ambos arquetipos. Esto genera, según Fernando González, un “vínculo trino” (González, 2012b).



El Dios Padre es el Dios de la Vida y de la Muerte, Luz y Oscuridad, y es representado como el Dios Cornudo (Cerunnos). Mientras tanto, la Diosa Madre es una Diosa Triple: amorosa, ardiente e implacable; virgen, madre y anciana. Es la Diosa de la Fertilidad, Vieja Bruja (Cailleach) y está asociada al mundo de las aguas, como “útero divino” (González, 2012b)[4]. Sin embargo, donde se aprecia sobre todo la influencia de la wicca es en los llamados Principios Religiosos.



El primero de ellos es el “Principio del Retorno o Regla del Tres”: “Toda acción provoca una reacción, que devuelve triplicada la energía liberada”, muy similar a lo que se conoce como karma pero añadiéndole la multiplicación del tres. El segundo principio es el “Principio del Libre Albedrío”: “El camino de la wicca es elegido, merecido y secreto”, este principio resume la naturaleza de la wicca. No es proselitista y tiene un componente mistérico, una sabiduría solo legitima para los iniciados. Por último, el “Principio de Voluntad o Regla de Oro”: “Haz lo que debas”[5], donde se dota de gran importancia a las acciones. La libertad en la creencia, respetando las nociones básicas antes citadas, define a la wicca celtíbera como un grupo religioso ortopráctico y no tanto ortodoxo. No hay un libro de dogma como tal, aunque sí hay un libro de praxis religiosa o prácticas religiosas, el Libro de Sombras de cada congregación.  



Sin embargo, esta última reflexión debe tener ciertos matices, ya que unido a estos tres principios, existen tres compromisos: el compromiso de fe, el compromiso de fidelidad, y el compromiso de secreto[6]. El “compromiso de fe” se refiere a un acto que debe hacer toda persona que quiera ser iniciada pero que afecta a la creencia. Debe apostatar de su culto anterior negando cualquier otro culto que no sea el de la tradición wicca. El “compromiso de fidelidad”, se refiere a una fraternidad del iniciado dentro de la comunidad y el respeto hacia esta y sus miembros. El “compromiso de secreto”, se refiere al hermetismo y al carácter mistérico del culto. Ningún iniciado puede dar información secreta del culto bajo pena de traición, aunque ya no se pertenezca a la tradición. Entre estos tres compromisos, el compromiso de fe afecta no solo a las acciones y a la praxis sino también al sistema de creencias.



Hay libertad de culto dentro del culto pero no se puede ser wiccano/a celtíbero/a si se procesa otra religión o incluso si se procesa otro tipo de rama de la wicca que no sea la Tradicional como la Ecléctica, la Gardneriana, etc. tal y como se afirma en el art.7 de sus Estatutos (González, 2012a).



Toda esta conjunción de creencias desemboca en el art. 5 de los Estatutos de la confesión religiosa wicca celtíbera (González, 2012a). En este artículo se definen las creencias del grupo. Se habla de la creencia en un “mundo espiritual vivo”, junto a una “naturaleza viva y consciente”, así como “politeísmo” y “espíritus de la naturaleza”, que suponen una conjunción entre una posición animista, deísta y politeísta a la vez. Además, se define una vida después de la muerte, basada en la trasmigración de las almas, una ley de causa y efecto y la interacción entre vivos y muertos, que tiene que ver con ejercicios de necromancia y por tanto la defensa de prácticas mágicas mediante el control de los elementos. Precisamente, en esa visión escatológica, Fernando González me comentaba lo siguiente: “no existe un infierno, existe el paso hacia el otro lado. El otro lado es una vida idílica, espiritual propiamente dicha. Esto no significa que no puedas volver (…) no tiene por qué ser inmediato (…) pueden volver a reencarnarse. (…) Es una fase más”.



En cuanto a la cosmogonía, igualmente se superpone una cosmogonía construida desde la mitología prerromana, celta sobre todo, pero igualmente hay una cosmogonía que pertenece a la wicca propiamente dicha. Al consultársele sobre esta dicotomía, y cuál era la cosmogonía de la wicca celtíbera, Fernando González que es: “básicamente la (cosmogonía) céltica pero luego hay una parte B que va más allá de esa cosmogonía”.



Defienden que todo ello proviene de una tradición milenaria que se obtiene mediante el conocimiento histórico y que la ciencia y el conocimiento no son obstáculos, sino que ayudan a descubrir el “origen y el significado de las cosas”. Además, se apoyan en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea y la Constitución Española de 1978, tal y como se recoge en los Estatutos (González, 2012a, art.6).



Finalmente, y para entroncar con el siguiente apartado, se aclara que en su sistema de creencias defienden la sacralidad de los lugares en que se realizó culto en la época prerromana para realizar su culto actual.    

c.       Lugares de culto:


En cuanto a los lugares de culto existen dos tipos: los llamados centros de culto, que son actuales y suponen las sedes de culto de la wicca celtíbera, y por otro lado los lugares o santuarios sacros, que suelen ser santuarios o lugares de culto de yacimientos prerromanos en la Península, como el santuario vetón de Ulaca en Ávila, aunque existen otros muchos donde la wicca celtíbera ha llevado a cabo sus rituales, como me afirmaba el informante y Sumo Sacerdote, Fernando González.



La importancia que tienen estos lugares de culto prerromanos en la ritualidad de la wicca celtíbera les llevó a firmar, junto con otros cultos neopaganos de carácter druidista, el Manifiesto por la Protección y el Reconocimiento de los Lugares Sagrados de la Tradición Celta (Asociación Religiosa Druída Fintan, 2013). En ese manifiesto se apuesta por la creación de los custodios como personas encargadas de proteger el lugar sagrado y dotar de importancia espiritual al recinto.



Dentro del reconstruccionismo histórico existe, por tanto, una gran preocupación por los lugares sacros de la antigüedad. Se apuesta no solo por su protección, sino por su utilidad como escenarios de los diferentes ritos que procesan, no solo la wicca celtíbera, sino otros cultos neopaganos como el druidismo. Es cierto que, en el caso de la wicca, la festividad de Litha o solsticio de verano, y el Samhain se realizan en la localidad de Pinto y son de carácter público, como veremos a continuación. En estos casos no se ha tomado un punto de referencia histórico para llevar a cabo el ritual.

d.      Ritualidad:


La ritualidad de la wicca celtíbera queda recogida en lo que han denominado un “calendario pagano”, que divide el año en periodos y ciclos en los cuales se realizan diferentes rituales (González, 2012a, art.38). Este calendario divide el año en 13 “aquelarres” y 8 “festivales” que completan la “rueda del año” mediante la conjunción de un ciclo solar y un ciclo lunar. A diferencia de la wicca tradicional, la wicca celtíbera rechaza denominar a estas festividades “esbats” (cuando se celebra la luna llena, sustituyendo el término por “Aquelarre”) y “Sabbats” (las ocho festividades solares o “Festivales”). El rechazo se debe a que, en el caso de los “esbats”, se trata de un galicismo que significa jugar en círculo o alrededor de algo, prefieren el término “Aquelarre”. En el caso de los “sabbats”, afirman que la palabra proviene del hebreo y que fue utilizada por los cristianos con sentido peyorativo, recogiendo unas palabras de Gardner, tal y como defiende F. González (2012b).



El ciclo lunar se compone de los 13 plenilunios del año solar celebrando igualmente los 13 novilunios correspondientes. Estas festividades son de ámbito privado y a ellas solo pueden asistir los iniciados en el culto. En cuanto al ciclo solar, se compone de ocho festividades que corresponden a los dos solsticios, los dos equinoccios y las cuatro festividades intermedias. Estas cuatro festividades intermedias son: en primer lugar, “Samhain”, celebrada el 1 de noviembre; se celebra el año nuevo religioso y es una festividad relacionada con el culto a los antepasados y a la diosa Ataecina. En segundo lugar, destaca “Imbolc” u “Oilmec”, celebrada el 1 de febrero, consagrada a la diosa “Brigantia/Brighid”, una festividad relacionada con el hogar. En tercer lugar, la fiesta de “Beltaine” o “Beltane”, celebrada el 1 de mayo, consagrada al dios “Belenos”, en que se celebra la resurrección y purificación del mundo. Es la festividad antagónica a “Samhain”. Finalmente destaca la fiesta de “Lugnasad” o “Lughnasadh”,  consagrada al dios “Lug” y su madre “Tailltiu” y está relacionada con las nupcias[7].



Los rituales se dividen según su naturaleza. De los de ámbito privado y hermético no conocemos nada, pero no son iguales en todas las Congregaciones, como me decía el informante y sumo sacerdote Fernando Gonzalez, ya que como veíamos cada una posee su propio Libro de Sombras. Sin embargo, las festividades que citábamos anteriormente sí son comunes a toda la tradición wicca celtíbera. Es decir, poseen unas fiestas comunes a toda la confesión (los 13 Aquelarres y los 8 Festivales) pero luego los ritos privados difieren en cada congregación.



La wicca celtíbera considera festividades de carácter público aquellas en las que se permite la entrada a personas no iniciadas, mientras que las privadas son aquellas en las que solo pueden participar los/las wiccanos/as. Se consideran de carácter público los festivales de renovación, pero también los bautizos, los esponsales y los entierros. Dentro de los festivales de renovación querría destacar el solsticio de verano, realizado el 23 de junio y el Samhain, ya que son dos festividades que se realizan en Pinto y cualquier persona puede observarlas.



Para concluir este apartado me gustaría enumerar una serie de elementos dentro de la ritualidad de la wicca celtíbera que he podido observar en mi investigación y que nos ayudan a comprender el reconstruccionismo histórico que analizaremos en el siguiente apartado. Dentro de las festividades públicas, el Solsticio de Verano lleva más de dos décadas representándose de manera pública y su praxis es perfectamente describible[8].



Hay una congregación de fieles en torno a una hoguera ofreciendo una serie de ofrendas florares. Suele invocarse los vientos de los cuatro puntos cardinales, los cuales están presentes en la praxis ritual de la wicca tradicional, no solo en la wicca celtíbera. En el caso del Samhain hay una procesión donde los fieles se congregan para dar culto a la diosa Ataecina. En la entrevista que tuve con el Sumo Sacerdote, Fernando González, le pregunté sobre el bautismo, festividad pública: al respecto, informó que en dicho ritual el elemento más importante es el agua: “lo que el cristianismo ha adaptado de los cultos mistéricos y del culto judaico, a través de su tradición, pero sí, se utiliza el agua”.



Sin embargo, hay objetos y elementos que se utilizan en el ámbito privado y que permiten dar una mayor visión de la praxis ritual con el objetivo de analizar el reconstruccionismo histórico que realizan de dicha praxis. Un primer elemento que se utiliza en los rituales es la sangre. No hay sacrificios cruentos, pero en el ritual de iniciación el/la sacerdote/isa o sumo/a sacerdote/isa derrama un poco de su sangre para ungir a la persona iniciada[9].



Un segundo elemento que puede apreciarse en los rituales no solo públicos, sino también privados es la manzana. Le pregunté al informante y sumo sacerdote, Fernando González, sobre este objeto: “la manzana como fruto de la tierra es fundamental, es asequible, cercana y evidentemente tiene una simbología relacionada con el renacimiento”. También hay una importancia en las libaciones de vino y, sobre todo, de cerveza, como me pudo afirmar el informante, incluso utilizando la “Kaelia” o cerveza celtíbera, así como el hidromiel. En la ritualidad también destaca el uso del llamado “sago de lana o sagum de lana y la túnica de lino”, según me explicaba Fernando González, “junto al cinto celtibérico”.



Destacan además tres colores de manera predominante: el blanco, el negro y el rojo, cada uno son su significación ritual. Según Fernando González: “La mezcla de rojo, blanco y negro no es algo que sea nuevo, es una mezcla de colores que ha existido desde siempre, y tiene un significado, que bueno se han ido dando diferentes significados, diferentes versiones del significado, pero efectivamente existían”. 

   

La ritualidad se basa en el pensamiento cíclico que soporta el sistema de creencias de la wicca celtíbera. Un movimiento cíclico de la Naturaleza que se regenera mediante el rito. Y es curioso como lo apuntaba Fernando González con las siguientes palabras:



“(…) el eterno renacimiento, la regeneración, etc. todo ese pensamiento gira en torno a eso (movimiento cíclico). Los ritos son de alguna manera mantener ese ciclo. Ya no es que digamos que si no lo hacemos no es que no vaya a salir el sol, evidentemente, pero si nosotros, que se produzca esa transformación cíclica, esos pasos de renovación que son necesarios en los pasos de renovación a nivel espiritual nuestro”.



Se aporta un elemento clave para entender esta religiosidad, el carácter espiritual del individuo como fin último del rito. La ritualidad incluso puede realizarse de manera individual aunque estén iniciados dentro de la misma Tradición. No es obligatorio permanecer a un coven, aunque hay tendencia hacia ello, como me comentaba Fernando González. Esta característica apunta precisamente hacia el desarrollo de la espiritualidad individual.

Bibliografía:


Asociación Religiosa Druída Fintan (2013). Manifiesto por la Protección y Reconocimiento de los Lugares Sagrados de la Tradición Celta, Orden Druída Fintan. Recuperado de www.ordendruidafintan.com/agenda/proyectos/Manifiesto%20Fintan.pdf

Coven de Cuniebles (2014). Hoguera del Solsticio de Verano en Pinto 2014, Youtube Recuperado de  https://www.youtube.com/watch?v=vhLLRS6AhOE

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Fuentes:



Platón. Las Leyes. Madrid: Alianza Editorial. 2014. [Edición de José Manuel Pabón y Manuel Fernández-Galiano]

TAM V 1539 = Tituli Asiae Minoris, Viena. V.3: Tituli Lydia linguis graeca et latina conscripti. Petzl, G.: Philadelpheia et ager philadelphenus, 2007, 113–118, no. 1539.





[1] Entre los distintos autores, destaca Wouter J. Hanegraaff quien observa esta condición de subcategoría al neopaganismo dentro del campo de las nuevas espiritualidades o new age.

[2] Los fieles y sus características quedan recogidas en el Capítulo VI de los Estatutos de la Confesión Religiosa wicca celtíbera “De los fieles, de su admisión y baja”. (González, 2012a)

[3] Toda la información ha sido extraída del Capítulo III de los Estatutos de la Confesión Religiosa wicca Celtibera “Órganos de Representación” (González, 2012a)

[4] La reflexión que se aprecia sobre la Diosa Madre y su vinculación con las aguas, es una reflexión que ya realiza Mircea Eliade (1957, pp.91-98). Se demuestra así que este tipo de cultos neopaganos recogen las reflexiones de estudiosos contemporáneos de las religiones.

[5] Los tres principios aparecen descritos en la página web del grupo religioso (González, 2012b).

[6] Igualmente los tres compromisos aparecen descritos en la página web del grupo religioso (González, 2012b).

[7] Toda la información de las festividades llevadas a cabo por la wicca celtíbera quedan recogidas en su web (González, 2012b).

[8] Puede verse un fragmento de este ritual en el video Hoguera del Solsticio de Verano en Pinto 2014 realizado por Coven de Cuniebles (2014).


[9] Esta práctica queda registrada en el reportaje realizado por  N. Luque y B. Moraleda (2016) con el título Reportaje “wicca celtíbera” Máster en Reporterismo de TRACOR, concretamente en el minuto 2:57. De todas formas este reportaje esta realizado desde una metodología hacia el culto wiccano que, bajo mi perspectiva, no es del todo correcto pero el testimonio lo da una Suma Sacerdotisa de la wicca celtíbera.

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