Por: Pietro Viktor Carracedo Ahumada. Doctorando por la Universidad Complutense de Madrid.
Angelos Sikelianos en 1909 |
En esta segunda parte, se examinarán los aspectos
básicos de los misterios dionisiacos y órficos y la interpretación
religioso-filosófica y muy transformada que de ellos da el poeta místico
Ángelos Sikelianos.
-Ritos órficos y
dionisíacos: No es
correcto del todo mezclar ambos ritos, si bien el dios Dionisos tiene
relevancia en ambos. Se habían reconocido hacía tiempo los ritos báquicos por
las pruebas dejadas en los textos, sin embargo los órficos, tras una ferviente
discusión académica, finalmente recibieron el estudio y reconocimientos
merecidos. Los ritos dionisíacos están atestiguados en la literatura[1]
y en los vasos áticos. Estos en realidad son más de liberación que
escatológicos. Reunía entre sus participantes un gran número de mujeres. Estos,
se dice, masticaban hiedra, la hierba consagrada al dios, y entraban en éxtasis
y trances en y mediante danzas y celebraciones algo descontroladas, que
llevaron en algunos momentos de la historia a que fueran censurados o
prohibidos. Se llevaban a cabo sacrificios cruentos, y esta es la gran
diferencia con los rituales órficos.
Existe por otra parte una cantidad ingente de textos
órficos, que incluyen cosmogonías, rituales, himnos y supuestas transmisiones
de Orfeo, quien descendió a los
infiernos[2].
En el S.II se redactó un corpus órfico en veinticuatro cantos, rapsodias donde
se compila toda la literatura órfica de época clásica[3].
Existen también unas argonáuticas órficas y un lapidario, pero están más en
relación con su faceta mítica que con el ideario religioso. Sin duda, el mayor
testimonio son las láminas, de oro y hueso, de carácter funerario, que incluyen
instrucciones a seguir en el más allá, y el llamado papiro de Derveni. Hay
testimonios además en la cerámica apulia. Los personajes principales que
intervienen en estos ritos son Orfeo como mediador, Perséfone como señora del
infierno, a menudo representada con tres antorchas, y Dionisos, como dios dos
veces nacido y resucitado según la teogonía órfica. Este
era su dios principal, un Dionisos novedoso, hijo de Zeus y Proserpina,
engañado y despedazado de niño por los Titanes, y cuyo corazón, salvado por
Atenea, junto con los miembros recuperados por Apolo, le otorgó la
resurrección; muy relacionado por tanto con el inframundo y la inmortalidad.[4] Se
le llama Zagreo (víctima) y Sabazio
(por confusión con otro dios). Eros aparece como dios primigenio, nacido de un
huevo[5]
“cósmico” que, roto, se convirtió en Cielo y Tierra, al que también se llama
Fanes (¿de φαίνω?) y Protógono, e incluso Metis. Ericepeo es epíteto suyo, también
dado a Dionisos. Fanes engendró[6] a
Noche, que pasó a tener supremacía entre dioses. Zeus parece un sencillo eslabón
entre el dominio de ambos, habiendo una sucesión en la que Zeus “devoró” a
Fanes y luego Dionisos “devoró” a Zeus. Los titanes, asesinos de Dionisos,
pintaron sus rostros para no ser reconocidos y jugaron con piñas para atraerlo
de niño a la trampa[7].
Zeus fulminó después a los titanes, y de esas cenizas surgieron los hombres,
con una parte titánica y otra divina en su ser. Del resto de dioses las
diferencias son mínimas. Aparecen a veces también los Curetes “cretenses” o como
démones guardianes.
Llevaban un modo de vida alternativo, que implicaba
entre otras cosas no comer carne ni realizar sacrificios, ya que se creía en la
transmigración de las almas, que podían pasar de personas a animales. Era este
vegetarianismo un elemento perturbador para la sociedad, que en el sacrifico y
el banquete encontraban el acto comunitario por excelencia. Los
órficos, se cuenta, vestían de blanco, ascetas, como símbolo de pureza en todos
los aspectos de la vida, porque, teniendo la doble naturaleza antes mencionada,
la parte titánica hace impuro al ser humano, cargando con la culpa y castigo de
los titanes: para poder aspirar a una vida inmortal, es necesario eliminar ese
mal intrínseco. Los órficos creían que, tras la muerte, el alma llegaba al
Hades y tras un ciclo de reencarnaciones, se acababa consiguiendo la vida
eterna. Los mismos dioses de los ritos, Perséfone, Dioniso, son dioses de la
vegetación, de la naturaleza y en estrecha relación con el resurgimiento y la
evolución de las estaciones. Para poder llegar hasta la benévola Perséfone,
había una serie de “pasos” y fórmulas a pronunciar: Hijo de la Tierra soy, y del Cielo estrellado/ Pero en verdad mi
estirpe es celeste…indicando que ya se tiene solo en el alma pura la
esencia de la divinidad y ha sido purgada la parte titánica. Esto era escrito
en diminutas laminillas de oro que eran colocadas junto al muerto, o que el
muerto portaba como “amuleto” o recordatorio de las claves a pronunciar. Las
iniciaciones, como en todo culto mistérico, eran secretas, difíciles y
costosas. No se sabe con exactitud en qué consistían. Expresiones como Cabrito, te precipitaste en la leche… hacen
pensar en posibles ritos de “renacimiento”.
Llegados a este punto,
y habida cuenta del limitado conocimiento que Sikelianos tenía de los misterios
y su obsesión panteísta y fusionista con el cristianismo, ya mencionados en la
parte I del artículo, nos acercaremos ahora a las obras de relevancia del poeta
en que los misterios aparecen propuestos desde su peculiar visión.
Aprender a morir: El poeta incluye aquí algunos elementos de tintes
dionisíaco. Para empezar, se define a Astarté, la Fertilidad, y por tanto la
Vida, con los cabellos sueltos, e imbuida en un delirio sagrado, previamente a
descender al Hades, para su posterior resurrección. Habla asimismo del ritual a
seguir, que incluye tres días de ayuno y un baño sagrado purificador.[8]
En el momento de la obnubilación habla de la Trirreme Mística de Dionisos, la
nave en que viajó Dionisos en su juventud –de ahí la cercana mención de Hebe
como plenitud- ; Mística, por el valor que adquiere en su divinidad, y porque
la idea de un viaje por mar es la propia vida, que remando mueve las “olas del
Tiempo”. El dios guarda semejanzas con un Jesús Cristo liberador y resucitado,
junto con la idea de la no pertenencia a este mundo. El fin es la abolición del
Hades y la llegada al Olimpo: vencer a la Muerte y vivir para siempre con los
dioses. Dominar el Mundo supone conocer estos dos espacios y superarlos. Finaliza
el poema con unas sentencias que recuerdan a los textos mistéricos que recalcan
el valor de la Iniciación:“¡Deja a la
ignorante y tosca generación en sus pensamientos, que son mentira y que son
ruina, y sumérgete entero en el estremecimiento sin principio que se abalanza
sobre tu mente (…) para que en Tu cuerpo brille y en Tu mente el perfecto
refulgir del Pensamiento (…)!“(Aprender a morir, vv.144-150). Con paralelo
en los textos antiguos:“… ve desde allí a
la turba no iniciada e impura de los seres vivientes, en medio del fango y las
tinieblas (…) persistiendo en el miedo a la muerte en unión a los malvados, por
la falta de fe en los bienes de allí…”[9]
Máxima Lección: Comienza el poema con la idea de que la propia
magnitud de la Creación nubla la razón del hombre. Pero los Puros, que han
recibido el abrazo y el Mensaje divino –es decir, los que conocen los misterios
y se han iniciado con Dionisos- pueden
alcanzar a comprenderla dentro de la plena Embriaguez divina. Los Iniciados
siguen a un Hierofante, caracterizado por su vejez física y su juventud
espiritual, que porta un cetro/ tirso dionisíaco. En la improvisada procesión
se enumeran sátiros, silenos, falos y semillas. La Pasión es el Poder del dios.
La costa supone los límites tanto de la razón como de la vida humana, sobre la
cual el hierofante dice a su hueste secreta que un puente de vid será tendido entre
el horizonte y la tierra. Quieren beber de su crátera omnipotente, y que libere
a la Tierra del Sol (la vida) y la deje en la Noche (muerte, pero al mismo
tiempo vida verdaderamente libre).
Estando en la margen del mar alcanzan el Éxtasis y atienden a la Visión: una
mujer tendida sobre un altar sobresaliente del mar, con el Dios[10]
diciéndole cómo su Amor por ella correspondido le va a ganar el premio de una
vida eterna en una apoteosis final. Sikelianos le da el nombre de Ariadna, la
esposa de Dionisos, como una de las primeras seguidoras. Con Él ha tenido por cuna la tempestad –la
vida, cargada de pesares, o ya el delirio y la fuerza del mismo- y por Muerte
ahora tendrá la Vida. A los mortales les cuesta comprender el valor de la
Muerte, y por eso la visión de un cadáver les será más provechosa. El amanecer
será lo único que en la visión apacigüe la pena y el dolor por la Figura Dormida de la joven, vista en la noche:
pues un nuevo día indica también lo cíclico de la Vida, la resurrección. El
hierofante se cubre la cabeza, consciente de la sacralidad del momento, y percibe
que el dios está a punto de despedirles. Los iniciados pretenden levantar el
cuerpo de la joven, y construir una puerta/arco en el que escribir cómo “a través del Tiempo la Eternidad avanza” (Máxima
Lección vv. 149), mas descubren que la joven se ha vuelto marmórea, pues
para el verdadero iniciado, que ha probado ya la muerte mística, no hay paso de
la muerte a la Vida, sino que ya se encuentra inmerso en la Eternidad.
Sybila: En el Santuario de Apolo, un personaje asegura que
vio a la Sybila abrazando la tumba de Dionisos, y cantando un treno semejante a
veces a una nana y que hablaba con la divinidad, como rezando, pidiendo que
fueran reunidos sus miembros, esparcidos por la tierra. En referencia a la
maldad de los hombres, habla de “cenizas aún calientes”. Hay aquí también una
llamada al pueblo griego en particular: lo define como el único capaz de volver
a sentir el Delirio en el corazón, las pasiones de Dionisos y seguirle, siendo
Él el único Dios Verdadero que les traerá la Salvación. Insiste en que este
Dios había de ser introducido en Roma. Todo ello comparándolo en la misma línea
a Jesús Cristo como Salvador, ambientándolo en la espera de la llegada
inminente de éste en la época de Nerón, y con la Libertad, también espiritual,
por objetivo.
Dédalo en Creta: La obra se inicia con un fragmento anónimo en que se
dice:”A Dédalo, que, por medio de la
armonía, puso de manifiesto un discurso oculto…” Dédalo y su hijo Ícaro,
constructores del laberinto, se encargan de llevar una sedición contra el poder,
todos le escuchan como a un dios e
imitan sus danzas. Pretende que el pueblo escape de la tiranía de Minos, quien
atándose a su poder, a sus valores terrenos, ha olvidado que para el ser humano
lo primero es la Libertad, y ésta se inicia por el espíritu. El poder de Dédalo
sin embargo no radica en el pueblo, sino en que siendo joven una vez en una
encrucijada sufrió un ataque que le dejó moribundo, y en ese instante descendió
al Hades y conoció el camino; pudo salvarse, y tras esto se inició con Orfeo en
el viaje de los Argonautas.“Muy cerca de
la Muerte está mi Dios…”(vv. 930) responde Dédalo a Pasífae, cuando le
comenta que su hija Ariadna ha abandonado sus quehaceres en pos a tales ritos
–es de suponer, con Dionisos, su futuro esposo.
El ditirambo de la Rosa
Laminilla de Petelia |
Sikelianos presenta a Orfeo rodeado de sus
discípulos, despidiéndose de ellos, pues las Ménades van a matarle esa noche,
en un evidente paralelismo con Jesús en la Última cena. Pero no los abandona
del todo, pues él les ha instruido para saber que existe una vida detrás de
ésta, y que les deja para este tiempo una herencia mística, una enorme Rosa que
al parecer nació de su pecho[11],
y que es marca de Identidad humana. Antes del extraordinario fenómeno, los
discípulos rememoran cómo al principio le perseguían y pretendían darle muerte,
(…) tal como los Titanes que con barro
untando sus caras se lanzaron a desgarrar a Dionisos Zagreo (…)(El ditirambo de
la Rosa, vv.162-163) Pues encantaba su Alma y su Espíritu[12],
y no lo aceptaban por venir de un hombre de Lira y Danza, es decir, pacífico.
Dormido, hablan de él como “un niño”, en referencia a su inocencia, comparándolo
tanto con Jesús Niño como más propiamente con el niño Dionisos. Le pinchan con
una lanza en el costado –referencia evidentemente cristiana-, y al incorporarse
dice: ¡Qué profundamente dormía en el
regazo de Dionisos! (El ditirambo de la Rosa, vv. 214-215) que puede
interpretarse como el éxtasis, pues se dice que parecía tener un sueño hermano
de la muerte[13],
o la embriaguez, y continúa así: ¿Qué ha
sido en mi costado de repente este dulce dolor que al parecer me ha conducido
aún más cerca de mi alma para que al verla despierte? Orfeo estaba
recreando en su sueño el viaje por el mundo de la muerte, la cual siente muy
cerca cuando ha sido herido. Sangre y Rosa acaban confundiéndose a lo largo del
drama, y ofrecidas al Sol-Dios y a los Pueblos para su Salvación. Éste es el
Misterio por excelencia, el mensaje a guardar y a transmitir, con el poder de
la Memoria. No quiere dejar testimonio escrito, pues éste se acaba
tergiversando. Como mago se considera
hijo de la Noche, y por tanto hermano del Sol, que la ha superado: es una
metáfora de la luz de la Razón y el Conocimiento sagrado frente al estado
humano primero, en la Oscuridad. He aquí la descripción del camino desde la
muerte, donde aparecen Démeter y Perséfone: Oh,
Madre, muchos son los peldaños hasta subir a la cima santa que todo lo funde en
un solo aliento. Comienza por Hades el primer peldaño, y el de más arriba la
santa Démeter lo establece. (…) Y al lado de todos, Perséfone, un mismo desvelo
por todos, como de su madre al recién nacido, de su cuerpo el alma separa. (…)(El
ditirambo de la Rosa, vv.328-333; 337-339)
Y prosigue:¿Quién
de las profundidades del Hades las almas remueve, cual miles de hojas en torno
a la seca encina para encarnarse en nuevas generaciones? ¿y quién a éstas
introduce el ímpetu sagrado de la Ascensión. ¿Quién otro, Plutón-Dionisos, sino
Tú, cuando de las oscuras profundidades de la Tierra subes (…) sangre entregada
a agasajar con la santa Embriaguez(…)?(El ditirambo de la Rosa, vv. 347-353;
358-359)
Y la presentación final de Dionisos, con múltiples
epítetos[14],
como Salvador mediante su sangre, mencionando la reencarnación, y Delfos como
ombligo del Mundo, en referencia a la Verdad Oculta[15].
Los Certámenes que allí se celebran[16]
suponen un favor religioso. El deseo de Orfeo es evitar que uno sólo llegue al
último peldaño y obtenga todo el saber, cerrando puertas al resto, pues
Conocimiento y Libertad van, para Orfeo-Sikelianos, indivisiblemente unidos. Él
debe marchar a ofrecer la Rosa, que las Ménades quieren para mantener a los
hombres en la ignorancia, al Sol, pero ellas le matarán y destrozarán la Flor
Mística; sin embargo, sus mil pétalos se esparcirán, con lo que su esencia se
extenderá por toda Grecia, para él cuna de la cultura, y por todo el Mundo.
Tras esta descripción, empuña, como arma, la Lira[17].
Incita a sus discípulos a golpear los escudos como curetes y entonar juramento:
conservar el Misterio del Amor a la Humanidad, que ha estado desde siempre
oculto en el corazón.
Bibliografía (para I y II)
Sobre las religiones
mistéricas:
-El camino a Eleusis: una
solución al enigma de los misterios. R.Gordon Wasson, Albert Hofmann, Carl A.P. Ruck. México, 1985.
Fondo de cultura económica.
-Huellas de los misterios: historia y sobrenaturalidad.
Federico Revilla. (Recurso UCM)
-Orfeo y la Religión griega, (Estudio sobre el
movimiento órfico) W. K. C. Guthrie, Ediciones Siruela, 2003, -traducción de
Juan Valmard-
-Historia de la religiosidad griega, Martin P.
Nilsson (segunda edición) Biblioteca Universitaria Gredos, Editorial Gredos,
Madrid,1970, -traducción de Martín Sánchez Ruipérez- (En especial, Movimientos
extáticos y místicos y Las religiones de los misterios)
-Instrucciones para el más allá (las laminillas
órficas de oro), Alberto Bernabé, Ana Isabel Jiménez San Cristóbal, Ediciones
Clásicas, Primera Edición, Madrid, 2001 – Apéndice iconográfico de Ricardo
Olmos, Ilustraciones de Sara Olmos-
Sobre el autor, Angelos
Sikelianos:
-Revista nº18 ΠΙΟ ΚΟΝΤΑ ΣΤΗΝ ΕΛΛΑΔΑ, Αφιέρομα στον
‘Αγγελο Σικέλιανο UCM, Departamento Filología Griega y Lingüística
Indoeuropea, Madrid, 2002-2005
-L’Esprit des Delphes: Anghélos Sikélianos, Renée
Jacquin, 1988, Publications Universite de Provence
-La literatura griega moderna: crisis de identidad
helénica, Antonis N. Zahareas, Alfonso Martínez Díez, Ediciones Clásicas,
Madrid, 2009
[1] Bacantes, de Eurípides, principalmente.
[2] Orfeo no
existió ni, al parecer, tuvo un referente real en que se basara. Sin embargo, a
él se atribuyen los textos o la inspiración de los mismos cuando están
relacionados con sus doctrinas.
[3] Los ritos órficos tuvieron una
duración de mil años.
[4] Sin
tener el cuenta del Dioniso “acostumbrado” los mitos tardíos de la Laguna de
Alcíona, la recuperación de Sémele, su madre, y mucho menos Prosimno.
[5]Ejemplos
en Aristófanes, Las aves
[6] No se puede poner en duda la relación
estrecha “Amor”-Vida; Lucrecio presentaba a Venus como la Diosa Madre y
Fertilidad, y Eros Primigenio es necesario en las genealogías cósmicas para que
surjan nuevas cosas.
[7] Juno aparece a veces dirigiendo
a los titanes. Se piensa que puede ser un añadido posterior adecuado a
la personalidad vengativa de Hera sobre los hijos nacidos de las infidelidades
del marido.
[8] ¿Recuerdo de los pasos rituales
de Eleusis?
[9]
Plutarco, fragmento 178Sandbach
[10] Aquí son una imagen que nada
tiene que ver con el dios griego, pues se le caracteriza, podríamos decir, como
un ángel con espada.
[11] Las llamadas rosas místicas en
el cristianismo son las rosas de la corona de la virgen, y asimismo reciben
este nombre las cuentas del rosario.
[12] Alma y Espíritu en la religión
Ortodoxa son conceptos diferentes, alma es el intelecto, y espíritu, la
potencia de vida.
[13] Tal cual se muestra en la
mitología.
[14] Basareos, Sabazio, entre otros.
[15] Por el
Oráculo.
[16] Es una pequeña publicidad añadida a su idea délfica, pues no en vano
esta obra fue una de las más famosas.
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