lunes, 8 de febrero de 2016

Devadasi, la servidora de la divinidad

Por: Jenifer Montiel Rodrigo, Máster en Ciencias de las Religiones por la Universidad Complutense de Madrid.

Correo electrónico: jmontiro@hotmail.com


Davadasi.

Durante el siglo VI, en el seno de los templos de la India, tuvo lugar la aparición de una nueva institución. Esta nueva institución estaba relacionada con la existencia de mujeres dedicadas al cuidado del templo y de la deidad que en él se veneraba, llegando a formar incluso una casta propia.
Según la región, esta institución recibe diferentes nombres: Devadāsis (Tamil Nadu, Andhra Pradesh y Karnataka), Maharis (Odhisa), Bhagtans o Kalavangtis (Rajasthan y Uttar Pradesh), Murlis (Maharashtra), Nathis (Assam), etc.
Se trata de mujeres que viven en el templo o en sus alrededores y cuyas funciones residen en cuidar de él, del sacerdote y, por supuesto, de la deidad, simbolizada por un ídolo.
Es, por tanto, también en este mismo momento, siglo VI, cuando tuvo lugar el origen de la creación de imágenes móviles para las procesiones, pues el pueblo requería ver a sus dioses, y el acceso al templo, donde estaban las grandes imágenes esculpidas,  era restringido.
Este hecho tiene que ver con la creencia de que la sola visión de la imagen insufla en el cuerpo del testigo el propio poder de la divinidad representada, es lo que los hindúes conocen como darśana.
Eran dos los principales caminos por los que una niña se unía al grupo de servidoras del templo: por vía hereditaria o por necesidades económicas (eran vendidas por su familia). En el caso de los chicos, se convertían en músicos y acompañaban a las bailarinas durante sus danzas.
Pero antes de entrar a formar parte de la comunidad debían realizarse diversos pasos o rituales: el ritual simbólico de matrimonio con la deidad (kalyanam), el de dedicación (muttirai) y la ceremonia de la primera lección de danza (gejjaipūja), en la que se ofrecían los ghungroos, cascabeles que se ligan a los tobillos durante el baile.
Más tarde, tras un período de formación sería el momento de buscar un patrocinador que se encargase de ellas, pasando a ser posiblemente también sus compañeras.
El ritual del matrimonio, a pesar de ser simbólico, tenía un gran valor añadido, pues, significaba que estas mujeres pasaban a poseer el estatus de sumangali (mujer casada auspiciosa) y, al ser este un enlace con la divinidad, nunca serían viudas, lo cual tenía un gran valor en un sistema en el que muchas mujeres se suicidaban arrojándose a la pira funeraria de sus maridos (conocido como “Sacrificio de Sati”)1. Estas viudas preferían el suicidio antes de afrontar el ser repudiadas por su propia familia, separadas de sus hijos, exiliadas y convertidas en dalits o intocables, pues eran consideradas portadoras de mala suerte. Aún hoy en día, estas circunstancias se siguen dando y muchas viudas emigran a ciudades donde residen en comunidad, como es el caso de Vrindavan, ciudad próxima a Delhi, o Varanasi, por supuesto, en muy duras circunstancia pues ni tan solo tienen permitido ejercer labores para recibir un sustento.
La principal función de las servidoras, como decíamos, era la de cuidar a la deidad, por lo tanto, al ídolo que la representa y llevar a cabo los rituales. Algunos de estos rituales eran: el baño y el adorno de las imágenes, la ceremonia de la diosa Lakṣmī (ritual de regeneración), portar la lámpara sagrada o kumbarti en las procesiones y durante las  pūjas u ofrendas (pues eran las encargadas del ejercicio de realizar círculos con la lámpara delante de la imagen)  y cantar y bailar (esto último siempre en privado y solo para la deidad).
El pushpanjali2 (literalmente, la ofrenda de las flores) era el primer ritual de la mañana, donde se bailaba y se decoraba con flores a la deidad.
En muchos de estos rituales podemos observar la importancia que adquiere el arte, pues era a través de la música, la danza (denominada dasiattam) y el teatro como ellas se relacionaban con la divinidad y mostraban su unión y comunicación con ella, es decir, su Bhakti (devoción). No debemos olvidar que en la India, tradicionalmente, como ocurría en la antigua Grecia, no existía una clara diferenciación entre las artes, pues todas ellas (teatro, poesía, música, danza…) forman parte de un todo.
También hay que señalar que los templos fueron la gran cuna del arte hindú, desde la arquitectura y escultura hasta la música, danza y teatro, de hecho, encontramos aquí el origen de muchos de los estilos de danza clásica que hoy conocemos.
Servidoras de la divinidad.
Esto es debido a que por todo el subcontinente, los templos y todo lo que los envolvía recibieron un gran patrocinio de los legisladores, pues era a través del patrocinio como los reyes mostraban su poder. Este poder consistía no solo en exhibir su autoridad y potencia militar sino en mostrar su capacidad para facilitar el bienestar espiritual de su pueblo.
Algunas de las dinastías más involucradas en este patrocinio fueron la Pallava (s. IV-IX), la Coḷa (s.IX-XIII) y la Pandya (s.XII-XIV) de Tamil Nadu, y la Gajapati (s.XI-XVI) de Odhisa, especialmente los reyes Chodaganga Deva o Kapilendra Deva, este último encargado de definir las obligaciones de las servidoras, entre las que se incluía bailar dos veces al día, y de crear el NatyaMandir, un espacio en el templo para la danza.


A finales del s.XII el subcontinente indio vivió la invasión, desde la actual Afghanistan, de los ejércitos musulmanes procedentes de Asia Central. A penas un siglo después, gran parte del país estaba bajo las órdenes del recién fundado Sultanato de Delhi.
Los legisladores musulmanes, muy lejos de eliminar la institución de las servidoras, le dieron un nuevo empuje llevando a algunas de las bailarinas más destacadas a la corte, dando origen a la aparición de las Rajadasis (servidoras del rey). Esto causó la aparición de nuevos estilos de danza y de nuevas piezas coreográficas, pues a diferencia del templo, donde bailan para la deidad en privado, en la corte bailan para el público.
Según algunos investigadores, con la llegada de los ingleses en el s. XVII, la institución de las servidoras comenzó a decaer. Otros, sin embargo, ven su decadencia mucho antes. Zaechner dice literalmente: “A parte del sistema de castas y de los abusos inhumanos había muchas prácticas hindúes amparadas por el dharma que habían sido consideradas inhumanas en muchas partes del mundo, como el suicidio de las viudas en la pira funeraria de sus maridos, el matrimonio de niñas o la prostitución en el templo. Estas fueron algunas de las costumbres que los británicos encontraron en la India en el s.XVIII”3
Esta decadencia, ya sea antes o después de la colonización inglesa, habría obligado a las servidoras a buscar nuevos caminos de financiación, comenzando incluso a ejercer la prostitución, dando lugar a lo que algunos han definido como “prostitución sagrada”, pues, los beneficios recaen igualmente en el templo.
De cualquier forma, cierto es que la moral victoriana introdujo prejuicios contra ella, hasta que, finalmente la institución fue prohibida por la legislación gubernamental (Ley Devadasi de Bombay, 1934).
Tras la independencia de la India en 1945, fue el propio gobierno el que en consecutivas leyes (1988-1996) la prohibió definitivamente, con penas de hasta tres años de cárcel, ya que, a pesar de las leyes anteriores, había sobrevivido de forma residual. Incluso hoy en día, aún a pesar de los esfuerzos gubernamentales y no gubernamentales, continúan existiendo mujeres que realizan las prácticas de servidoras de la divinidad en los Estados sureños de Karnataka y Andhra Pradesh bajo el paraguas del culto a la diosa Yellamma. 


Citas:


1.      Finalmente fue prohibido por la legislación gubernamental inglesa en 1829.

2.      En el siguiente enlace podemos ver la danza realizada durante el Pushpanjali por un grupo de bailarinas de Bharatanatyam, danza clásica del sur de la India:


3.      Zaechner,R.C. (1966), p. 149.



Bibliografía:



·         BECK, BRENDA E.F., (1969) Colour and heat in south indian ritual, revista "Man, New Series", vol.4, pp. 333-372.

·         BIARDEAU, M.,(2005) El hinduismo; ed. Kairos, Barcelona.

·         CALDERÓN, E., (2010) La bailarina y el inglés, ed. Planeta, Barcelona.

·         CALLE, R., (2007) La otra India, Ediciones B, Barcelona.

·         GARCIA-ARROYO, A. (2009) Historia de las mujeres de la India, ed. Laertes, Barcelona.

·         FULLER, C., (1995)“The “holy family” of Shiva in a South Indian temple, London LSE Research Online. Article published in Social Anthopology 3(3) pp.205-217.

·         MERNISSI, F. (2006) El harén en Occidente, Espasa Calpe, Madrid.

·         MORLEY, G., (2005) Indian Sculpture, Lustre Press, Roli Books, New Delhi.

·         MICHELL, G., (2000) Hindu art and architecture, Thames & Hudson, London.

·         NARAYAN, S., (2009) The sterling book of Indian classical dances, ed. New Dawn Press Group, New Delhi.

·         NARAYAN, S. (2012), Rhytmic echoes and reflections: Kathak, Roli Books, Mumbai

·         VV.AA., (1988). Le grand guide de l´Inde, Editions Gallimard, París.

·         ZAEHNER, R.C (1966)., Hinduism, OUP, Oxford.

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